11 Cree en mí

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Pasaron los días en Arendelle. Lo que al principio parecía extraño empezó a resultar normal. El pueblo había recuperado la calma y asumido la nueva normalidad, la separación del palacio. Sus vidas seguían siendo iguales en todos los demás aspectos. Los empleados del castillo ya se habían repartido con éxito las tareas entre los pocos que quedaban, y seguían las mismas reglas que antes, pero con más cuidado. El reino entero asumía el cambio, incluyendo la familia real:

Anna ya se despertaba sin buscar a Elsa con la mirada, ya tenía asumida su soledad, su cuarto propio y los horarios inflexibles de su hermana. Aunque seguía luchando por su atención y su compañía. Ahora era normal tener que buscarla, en lugar de tenerla siempre detrás de ella, protegiéndole la espalda.

La reina empezaba a disfrutar de encargarse del orden dentro del palacio personalmente. Por recomendación de su hija mayor, Gerda era ahora la institutriz de Anna, quien la acompañaba y educaba, dejando su antiguo puesto como supervisora a Idún. De ese modo podía seguir cumpliendo sus deberes reales y manteniendo una relación estrictamente maternal con sus hijas.

Por el contrario, el rey estaba cada vez más adentrado en su papel de instructor con su hija heredera. La vigilaba realizar tareas complicadas, cumplir con sus deberes y mantener una estricta educación, atento a que sus poderes no se asomaran. La mayoría del tiempo tenían éxito, y se podía ver al padre de las princesas bajo aquel insistente maestro. Otras veces la presión y la ansiedad invadían a Elsa y pasaban horas repasando como mantener la calma frente a las tormentas mentales. Era tanta la devoción a su nuevo papel que le costaba salir de él, incluso tiempo después de finalizar las lecciones.

Elsa, por otro lado, ya se acostumbraba a las peleas internas, a las dudas constantes y a ser una Elsa diferente dentro y fuera del castillo. Por un lado, trataba de cumplir con lo que el rey le decía y mandaba, suprimía sus emociones fuertes, trataba de olvidarse de sus poderes y mantenerlo dentro. Por el otro, creía en la belleza que Jack le profesaba, lograba controlar sus poderes fuera de ella, perfeccionarlos. De ese modo sacaba su energía y su frustración para poder cumplir con las reglas de su padre y acercarse cada vez a lo que más quería: a Anna.

¿Cuál era entonces la verdadera Elsa? ¿La que pretendía ser normal o la que se dejaba ser diferente? ¿A cuál de los dos estaba utilizando para lograr su objetivo? Para la princesa ya era normal que aquello la mantuviera despierta por las noches. Al igual que las ojeras cada vez más obvias que veía cada mañana en su reflejo.

Y finalmente, Jack ya se había convencido de que iba por buen camino. Poco a poco dejaba de entristecerse por no poder volver al futuro y se permitía disfrutar del que era ahora su presente. Sabía que se lograría su objetivo tarde o temprano. Una vez Elsa recuperara la confianza y supiera controlar su poder él podría ver a Anna y volver a unirlas. Después sería cuestión de tiempo para que lo reyes recuperarán la fe en su hija, abrieran las puertas de nuevo y dejaran a Elsa volver a utilizar su magia. Entonces el portal se abriría de nuevo, él se despediría y volvería a casa.

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Después de la escapada de Elsa y Jack su amistad se había fortalecido. Elsa empezaba a reconocer la magia a su alrededor y a comprender que ella era una extensión de algo mucho más grande. Ella y Jack. Ahora, él tenía casi su confianza total. Usar sus poderes a su lado era tan sencillo como respirar. Su tutela era divertida y relajada, y aunque a veces Elsa podía llegar de mal humor, incapaz de controlar lo que salía de sus manos, siempre encontraba la forma de alegrarla. Y alegre era más hábil.

Se sentía llena.

Un día como cualquier otro, a finales de diciembre, la princesa adornaba con flores de hielo el establo cuando notó que Jack estaba más callado que de costumbre. Pensativo y distante. Elsa se animó a hacer una bola de nieve y a lanzársela a la cara, vengándose un poco de las veces que él se lo había hecho. En un segundo Jack volvió de su viaje interno y la miró con su característica sonrisa.

Trilogía: A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora