52 Mi siempre es mucho tiempo

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No fue difícil conseguirle una peluca a Elsa, el arte teatral en Arendelle era del gusto de la mayoría de la población, y obras acerca de la aventura de Anna en busca de la reina de las nieves se habían presentado por montón. Jack sólo tuvo que escabullirse muy temprano en la mañana entre los disfraces guardados al fondo de un clóset y escoger la cabellera que más se pareciera a la de su amiga. Rubia, casi blanca, mechones rebeldes y una trenza preciosa y gruesa...

No encontró eso exactamente, a él jamás podrían decirle que aquellos cabellos eran los de Elsa, él sabría que no eran tan bellos como los originales ahora pintados de café oscuro. Sin embargo, para el resto del pueblo, personas que no habían estudiado a la reina con sumo detenimiento, luciría real. Claro que Elsa, cuando se la probó, al ser quien mejor se conocía, la encontró terriblemente falsa.

—Me veo horrible —dijo con una cara de repulsión viéndose al espejo con Anna y Jack detrás.

—Se ve... como un mal día de cabello. Pero no horrible. Nunca podrías verte horrible —dijo la princesa con positivismo, acariciando la peluca con dos dedos—. Tal vez si no lo peinaras en una trenza luciría más real...

Elsa frunció el ceño a su reflejo y se enrolló la trenza en la nuca, haciéndose el peinado que había llevado durante su encierro en el castillo, un chongo bajo que la acompañó todos los años que mantuvo el secreto de sus poderes. Era un poco triste volver a verse así ahora que no había poderes que ocultar, aunque de alguna forma, el peinado seguía siendo la imagen de una farsa. Tomó un pasador para ajustarse el cabello y se miró de nuevo. Lucía más natural, al menos eso era verdad.

Jack hizo una pequeña mueca, pero se abstuvo de decir lo mucho que odiaba ese estilo en ella. Prefirió esperar a que Anna se fuera a hablar con Kristoff, quien estaba desesperado por arreglar su malentendido, para sentarse junto a su amiga. Elsa lo miró frunciendo los labios, casi avergonzada.

—Dime la verdad —pidió la reina con cansancio.

—No es lo mejor que te has visto—le dijo con suavidad, llevándole un mechón de cabello falso y rebelde detrás de la oreja—. Pero va a ser suficiente para engañar a tus súbditos. No a Anna, tal vez no a Kristoff, y a mí definitivamente no. Pero a los demás sí.

Elsa se le quedó mirando con el gesto en blanco. Desde la conversación en el patio su guardián tenía ese tipo de acercamientos confusos y atrevidos con ella. Le tocaba mucho la cara, le hablaba con una voz suave y enigmática y la miraba tratando de descifrar un misterio del que la reina no sabía nada.

—¿Se ve mal para ti? —preguntó ella casi susurrando. Siempre que él le hablaba así su propia voz perdía fuerza.

Jack se llevó una mano a la barbilla, recargando su codo en su rodilla. Tenía la mala costumbre de sentarse de formas extrañas y subir los pies a los asientos. Suspiró e hizo una pequeña mueca con la boca.

—Es muy difícil que algo se te vea mal, no te preocupes por eso. Pero... —El guardián alargó el brazo y le sacó la peluca, jalando gentilmente del chongo, descubriendo la trenza morena de su amiga—. Cuando no estemos jugando a engañar a tu pueblo no veo por qué esconder este bonito pelo tuyo. En especial cuando es por tiempo limitado.

Elsa trató de reprimir su sonrisa dejando ver sólo una pequeña y fruncida. Ay, ¡qué fácil caía ante sus halagos y esa mirada juguetona!

Puso la peluca a un lado sobre su tocador y miró a Jack. Quería decirle todo lo que pensaba, sentía y quería de él. Con cada segundo lo que rondaba por su cabeza y su corazón se volvía más obvio y en su cara era probablemente evidente. Sin embargo, él no dejaba entrever si anhelaba lo mismo, si estaba dispuesto a arriesgarse por aquello. Así que se tragó sus sentimientos una vez más y se miró al espejo.

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⏰ Última actualización: Aug 02 ⏰

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Trilogía: A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora