Se estrelló de cara contra la nieve antes de poder soltar un grito. No estaba seguro de lo que acababa de pasar, pero de una u otra forma había logrado su cometido de entrar en el portal y ni el golpe le quitaría la emoción. Así que le restó importancia al tema, se puso de pie y recogió su báculo para poder ver aquello que a todos desconcertaba: un castillo. Era grande, antiguo, pero por más que lo miró no logró notar nada fuera de lo normal como los demás. Le resultaba conocido, no lo suficiente para verle la importancia.
Esperó durante unos minutos paseándose un par de metros en los alrededores esperando por que algo pasara, que alguien apareciera o notara en él algo fuera de lo común, pero además de la presencia de su clima favorito, nada le generó el mayor sentimiento. Cuando ni siquiera la noche con sus mil secretos le pareció interesante, se rindió. Si en la oscuridad no había pasado lo extraordinario, menos ahora. Tal vez sus amigos estaban locos y por primera vez debía de haberle hecho caso al conejo.
—Vaya decepción—se dijo a sí mismo dándose la vuelta para salir volando en dirección contraria. Su pie chocó con algo frío que rodó un centímetro tras su tacto. Al mirar para abajo vio ahí la esfera dueña del portal que lo había llevado hasta ahí—. Hey, ¿qué haces tú aquí?
Bien sabía Jack que los portales se desmaterializaban una vez eran usados, ¿de dónde sacaba Norte tantos? No conocía esa respuesta, pero estaba seguro de que su amigo jamás había tenido que agacharse a recoger una esfera como él estaba haciendo, y mucho menos las abandonaba por todo el mundo.
Repitió un par de veces en su mente las preguntas que le haría al viejo cuando regresara para no olvidarlas. Luego con un encogimiento de hombros espero que no se enojara con él por lo que estaba a punto de hacer: agradeció al Hombre de la Luna poder ahorrarse un viaje gracias a ese inconveniente y lanzó la esfera al frente tal y como Norte hacía, preparado para volar dentro de él con el primer rayo de luz.
El portal se alzó por el aire y cayó en la nieve como una pelota cualquiera.
—Jah—suspiró extrañado.
Lo volvió a tomar y lo analizó en silencio. Hasta Sophie, la pequeña hermana de Jamie, había sido capaz de usarlo alguna vez. Se suponía que no era tan difícil. Lo volvió a lanzar, más suave. No funcionó. Lo hizo girar en el suelo. No funcionó. Al parecer el portal no iba a facilitarle el regreso...
Se paralizó y volvió su vista al objeto, cayendo en cuenta de que no había sido devuelto al taller de Norte como los demás. No lo había vomitado y definitivamente ya pasaba más del minuto. Parecía que no quería regresarlo. Como había dicho Aster: el portal se había cerrado una vez obtenido lo que quería y no podía regresar con él.
Eso era algo fuera de lo normal.
Un poco asustado volvió a agacharse y a tomar la esfera con precaución. La agitó en su oído esperando porque tal vez le susurrara el significado a todo eso, pero estaba tan vacía como su propia mente.
—¿Qué está pasando? —se preguntó en voz baja, y en respuesta alcanzó a escuchar una risilla.
Soltó el portal escandalizado, creyendo haber reconocido esa voz. Infantil y alegre. En sus recuerdos, una risa así sólo se la había escuchado a su misma sangre, y aquello lo obligó a agudizar el oído y prestar atención. La risa volvió, lejana y suave, como si el viento la llevara hasta él desde un lugar cercano.
Soltó su báculo inconscientemente y se sostuvo el pecho. La voz se hacía cada vez más clara.
Despierta. ¡Despierta!
—¡Despierta!
Alzó la vista hacia una de las ventanas del castillo con las cortinas cubriendo el interior. La voz era más aguda de lo que creyó en un principio. Tan diferente que no podía creer que la había confundido con la de ella.
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Trilogía: A Través Del Tiempo
FanficEn un reino, hace muchos ayeres, había algo que todos ignoraban: una niña luchando contra sí misma a causa de sus poderes. En otra vida, aquella niñita enfrentó sus miedos sola sin ninguna explicación del porqué, sin ninguna advertencia de quien má...