E.D

3.7K 260 36
                                    

E.D


A Hermione no le había importado haber llegado dos minutos con treinta y siete segundos tarde a la clase de la profesora de Herbología. Claro que no. Como tampoco le importaba estar frente a ella y a toda la clase, con Trevor, Harry y Draco al lado suyo, aguantando la risa con la cabeza gacha para evitar tentarse.

-No soy de esos profesores que molestan a sus alumnos, pero considero una total falta de respeto que lleguen tarde a mis clases. Al menos, ¿se tomaron la molestia de realizar mi trabajo? - Preguntó la profesora Sprout con un deje de irritación en su voz.

Los cuatro alumnos asintieron a la par con la cabeza, regalándose miradas cómplices y sonrisitas tontas. Tanto como sus compañeros y su profesora los miraban atónitos, siendo incapaz de creer que no se estuvieran moliendo a golpes o insultando a más no poder.

-Entréguenlo. – Comentó tratando de sonar exigente. Trevor revisó entre sus cosas y de su mochila sacó el trabajo presentado formalmente en una carpeta negra con letras doradas. En el marco tenía unas hojas de enredadera que se movían para sellar la tarea en forma de libro. La profesora miraba embobada la presentación. - ¿Creen que habiendo hecho una linda decoración sumarán puntos?

Los cuatro alumnos volvieron a asentir como si fueran muñecos manejados a control remoto.

-Ahora, vayan a sentarse. – Pidió de manera más dulce, pero siguió igual de sorprendida cuando los alumnos tomaron asiento y Wicket y Malfoy se sentaron juntos. Toda la clase los observaba, y para ese entonces, Draco había arrugado el entrecejo y miraba a todos de manera desafiante. Harry reía por lo bajo ante las muecas de Trevor y Hermione se encontraba avergonzada por la atención que los cuatro estaban recibiendo.

-Bueno, si permiten continuar... - murmuró la profesora, acaparando la atención de sus alumnos y volviendo a retomar las clases, sintiéndose incomoda durante el transcurso de estas.

Los días habían pasado y ya era noticia en todo Hogwarts que la relación entre Potter, Granger, Wicket y Malfoy había crecido positivamente. Ron se encontraba un tanto celoso de esto, pero sus amigos intentaron calmarlo diciendo que Draco no era tan idiota como parecía; pero nunca dejaron de llamarlo por tal adjetivo. Luego de varias explicaciones e intentos de hacerlo entrar en razón, Ron aceptó a regañadientes que sus amigos habían encontrado algo bueno (por así decirlo) en el hurón idiota y no tenía otra opción más que aceptarlo como "parte del grupo".

Draco, en cambio, recibía todo tipos de comentarios negativos y criticas ante su conducta y personalidad, pero las ignoraba a todas y reía con sarcasmo ante ellas. La verdad era que poco le importaba lo que sus compañeros pensasen; luego de la charla que había tenido con aquel trío de idiotas (él tampoco iba a dejar de llamarlos por tal palabra) se había dado cuenta de lo solo que estaba, y había pensado que tal vez ellos no eran tan aburridos como había pensado y les había dado, por así decirlo, una oportunidad.

No era como si fueran a caminar por los pasillos los cuatro juntos agarrados del brazo, brincando y cantando canciones alegres. No, eso no ocurriría ni en sueños. Era una especie de relación más amena, sin una tensión constante entre ellos y sin las ganas de insultarse ni bien se veían. Ahora, los cuatro se toleraban más, y eso era un alivio para los profesores; en especial Dumbledore, quién sostenía frente a una sorprendida Minerva que su plan marchaba a la perfección.

Pero lo que sin dudas no marchaba nada bien era la profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras: Dolores Umbridge, quién no dejaba siquiera mostrar las varitas en clase, y todo se basaba en la teoría. Y fue por ese motivo que una tarde nublada Harry, Hermione y Ron conversaron acerca del regreso de Voldemort y sus bajas posibilidades de luchar.

Slythendor. [Dramione. Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora