Un día más en la oficina de la señora Elisa, pasado registro decidí torturarme una vez más. Cada red social de Bayron, cada seguidor, cada "me gusta" pasó ante mis ojos.
Aquel chico de música rock, negro y sombrío por esencia, empezó a escuchar pop y usar gorras alusivas al hip hop. Él tenía que encontrarse y yo tenía que salvarme de ese barco hundiéndose. Demasiado tarde.
No habiendo más que hacer, decidí stalkear a todos los hombres de mi pasado; pretendientes, piroperos e intentos fallidos. Mala decisión, no solo le eché un vistazo a ellos, ¡el mundo es un completo desquicio! Miles de rostros hermosos, cutis firmes, cabellos lacios, perfecto sinónimo gráfico de belleza y brillo. Físico, nada más.
Como si fuere un parásito o virus que solo se prende en la gente guapa, la enorme mayoría de ellos, clavaban sus espadas de rebeldía ante la sabiduría y fobia ante la sencillez, en sus redes sociales. Puede que todas esas personas estuvieren lejos, aún así, el odio y la malicia se veía en cada pixel de sus publicaciones. Se creían un maldito dios.
Era detestable pensar que la belleza física llevara con si, superioridad. Entonces, otro tipo de plaga cegó mi cerebro, aquella misma que me llevó a lanzar mi celular al suelo, chupó como una sanguijuela, mi cordura -Mira que tienen en común todas esas almas huecas- les expresé a los lirios amarillos que el señor Eduardo había traído horas antes -su cabello cuidadosamente cuidado- me respondieron ellas con su eco resonando con el florero de cristal.
Eso mismo debía hacer, no más piensa tú, ya había lanzado el celular y no me podía chatear, pero, ¿y si iba al colegio, me lo cruzaba o simplemente pasaba a Oasis por Danielle? ¿Qué hacía? ¡Sencillísimo!
Acabar con mi belleza, ¿mis ojos, mis pestañas, mi cabello? Terminar con el tercero de éstos sería matar muchos pájaros de un tiro, tanta plancha y químico lo tenía tostado. Pero al parecer no solo a mi cabello.
Domingo, 12 de Julio. Debía hacerlo, debía hacerlo, ¡carajo! Haría algo que me obligaría a sentirme seguro a la mala. Algo que me salvaría del virus del resentimiento, algo que me mostraría mi autenticidad, algo para afearme y no caer en otra red en mucho tiempo, algo para que si Bayron me viese, no se tomara la molestia de dirigirme la palabra.
Ropa cómoda como si fuere a entrenar. Dinero para pagarlo. -Señora, páseme la cero- le pedí con determinación. -¿Seguro, joven? Usted tiene toda una melena- me dijo mientras pasaba la maquina solo a los lados en caso que yo me arrepintiera.
-Pásela- susurré milésimas de segundo antes de sentir esa placentera vibración sobre mi abundante cabellera de hombre. Aquella que Bayron acariciaba mientras me besaba, aquella que él mismo menospreció, aquella que adornaba mi cara como los pétalos a una flor, aquella que era justo en ese momento, un recuerdo del pasado.
Estaba desquiciado, como Britney aquellos primeros meses del 2008. Realmente me emocionaba, un nuevo Nino había nacido, uno que mandaría al carajo a su mayor perdición y salvación. Sí, Bayron. En el espejo de la sala de belleza, un joven fuerte se levantaba, ya no dependía emocionalmente de su apariencia, ya no dependía de su belleza, ya no.
Bayron me enseñó la luz y la oscuridad, los colores y la óptica, la enorme escala de grises que hay entre el negro y el blanco, en la cual él se encontraba más allá del negro y yo juraba ser blanco. No eramos tan perfectos como nos hacíamos creer aquellos días de abril.
Me daba cuenta, por como cuarta vez quizá, que él fue muy importante para mi crecimiento. Jamás habría disfrutado de la satisfacción de todo lo que viví aquel domingo de no haberlo conocido. Él me dio el coraje para hacer algo, que para mi generación, la generación de la era de plástico, era una muestra de respeto y contradictoriamente, burla.
-Nino, ¿qué pasó con tu cabello?-, -¡Ay, Nino! Yo amaba tu melena-, -Uy, socio, ¿por qué se rapó-, -¡Parce! ¿Por qué hiciste eso?-, -¡Ja, ja, ja! ¡Estás más cabezón-, -Nino, eras tan lindo y ahora...-.
Frases y miradas. Toda una gama, un diccionario, una enciclopedia, un mundo de sensaciones de escándalo viví en todos los lugares donde me conocieran. «¿Tendrá cáncer, piojos, lepra?» leía en los ojos burlones de los estudiantes de mi colegio, profesores y demás.
Lo había logrado, ya no era la cara bonita. Tenía mucho más que eso para mostrar y ahora que no poseía mi acostumbrada belleza, me sería mucho más productivo mostrar el enorme mundo que había bajo esos ojos oscuros, acariciados por esas largas y caídas pestañas.
Días después, en la casa de Laura, donde aquel hombre de la barba me dio la inspiración, estábamos Natasha, Lila y yo. -Nino, ¿me acompañas a la casa de Castilla?- dijo la primera con una actitud de sobradez -quiero pasar por Oasis para mostrarle a George de lo que se perdió-.
Sería el colmo que justo estuviere Bayron en la portería, y así mismo con mi desaparecido cabello y mi ropa ancha anti sexy salimos de la casa, recordando no solo los tratos detestables de Bayron, sino también, las miradas burlonas de la gente. De no ser nada, pasé a ser el centro de atención. Ahora me sorprendo como algo tan patético fue a la vez, algo tan heroico.
Si pensaste que preciso él, estaba en la portería. ¡Estás hecho para hacer telenovelas! ¿En serio? ¿Dos veces? No puedo más que recordar eso con mucho humor, estaba él de espaldas hablando con Sherry y por los gritos de burla de Natasha ante lo ocurrido, de reacción me escondí tras un carro que entraba. Por supuesto, no sirvió. Ya llegando a la esquina del conjunto, vi a aquel demonio volteando su cara sobre su hombro, para mirarme despectivamente.
-Tranquilo, no te vio- decía Natasha aún riéndose. Quien quería ser vista por su ex era ella, no yo. Bueno, Dios me dio un motivo para recordar y morirme de la risa con mi amiga. ¿Donde está el que se encuentra al ex hasta en el Transmilenio? ¡Aquí tá! ¡Aquí tá!
-Tu tío dijo que es muy bueno que te hayas calveado- dijo mi madre antes de la sobremesa -con esa juventud de hoy en día, hacer eso habla bien de ti-. «No es para tanto... Bueno, tiene razón» le respondí mentalmente. Por fin hacía algo bueno para los criterios de él.
Gracias a mi tío tengo piano, pero es alguien terriblemente realista pesimista y todo lo que yo hiciere estaba mal. Si no tenía el mejor puesto, malo por no ser el mejor y si lo tenía, malo por ser lo mejor de lo peor. Si hablaba, si no hablaba, si comía, si reía, si sí todo, si no nada. Nada que yo hiciese le alegraba, ni a él ni a mi padre. Lo peor, era que ellos contagiaban su desprecio hacía mí a mi madre, la única que podría salvarme.
-Mi - si - fa - si - mi - si - mi - mi en clave de fa- terminaba por fin la canción que había mostrado a Bayron meses antes. Ya todo empezaba a acabar, volví a ser yo, calvo, pero igualmente yo. Esta vez no cualquiera, uno con un error más del cual salió vivo. «No por mucho, cariño» me decía el tono menor de tan deprimente y melódica canción.
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El Príncipe y el Ángel
Teen FictionNino está destinado a ser un ángel, él lo sabe y día tras día ve la oportunidad de amar a la humanidad y a la vida en general. Dios, el universo o los extraterrestres; como sea que la gente los llame, decide ayudar a Nino enviándole, contradictoriam...