Capitulo V - Nuestras vidas

94 3 1
                                    

«—¡Uy! tu abuelita pareció estar acostumbrada a que traigas chicos. —le reclamé en tono jocoso.

—¡Ja, ja, ja! No, no es eso. Solo pasó una vez.

—...

No tengo buenas experiencias, Nino cosa que teníamos en común —no te quiero hablar sobre eso porque es nuestra primera cita—.

—No te preocupes, Bayron. No te pedí que me contaras.

—Igualmente quiero que sepas todo sobre mi.— ¡Ja, ja, ja! ¡Qué sí! Aunque debo reconocer que en ese momento lo creí.

—...

—Lo traje aquí y todo. Mi abuelita lo odió, mi tío también y a mis amigas les cayó mal. Debí hacerles caso.

—¿Cómo se llamaba? —por si por cosas de la vida yo lo conocía.

Steven.

En efecto, no le conocía. »

Al salir de su conjunto, el mundo parecía otro. Nada podía bajarme el ánimo y curiosamente el atardecer de ese día era un mezcla de colores esperanza. Jamás volví a ver un atardecer tan lleno de verde, de esmeralda, una joya así de hermosa.

—Francisca, gracias por "presentarme" a Bayron— pensé o tal vez se lo dije, que importa ahora.

Las noches de esa semana parecían una tortura de la Edad Media, aunque la sangre eran lágrimas y las máquinas eran dudas.

«¡Solo fue un día!» rondaba por mi mente, pero cualquiera que hubiese subido al cielo y hubiese besado a un ángel lloraría por los minutos en lejanía del momento. Todos los bebés lloran al nacer, todos los amantes tóxicos lloran al no estar juntos.

Un día equis, con una actitud bastante ye. Otra vez la mano de Dios me avisaba algo, ¿qué sería? Minutos después supuse que me vería con Bayron ese día.

(—círculo verde— Bayron)

Bayron: Hola amor, hoy no debo ir al colegio.

(escribiendo...)

Nino: Weee! Ahora pregunto si puedo ir a visitarte.

Bayron: Bueno amor.

—¡Abue! Debo ir a comprar un libro. Visitaré a Camile de pasada. –le anuncié, siendo verdad lo primero y falso lo segundo.

—¿No fue por allá el miércoles?

«¡Carajo!» pensé.

—No abue, fui donde Francisca.

Una mentira más para verlo. Entrar en detalles esta vez es absurdo. Posiblemente lo único resaltante de mi segunda visita al apartamento donde se hospedaba fue la presencia de su abuelo. Él no tuvo la misma actitud jovial de su esposa. De hecho era muy diferente, aún me cuestiono cual habrá sido la historia de amor entre ellos.

El Príncipe y el ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora