«Bayron (en línea) .
—Mi papá se dio cuenta
—¿Qué te dijo?
—Nada, ahora debo casarme contigo.
—¡De una! No bebo, no fumo, no voy a fiestas»
Miércoles, 6 de mayo.
(—círculo verde— Bayron Castaño)
amor enserio disculpame por lo de hoy, enserio no querí hacerlo y psss me siento mal porque no quiero que pienses cosas que no son de mi, enserio me gustas por la personas tan linda y hermosa que eres y psss admito que si me gustaria tener relaciones con tigo pero psss como te dije quiero que eso lo decidas tú ya que es algo que creo quedo claro ni puedo escoger yo, porfa mi cielo perdoname, te quiero muchoooooooooooooooo
«¿Qué le está pasando a su ortografía?» inevitable no pensarlo.
Mi mente quería explotar por las dudas que me generaban los momentos en los que perdía su tacto suave, pero en su lucidez lograba aferrarme más y más en su red.
Una tarde, subí con Gisele al segundo piso del bloque C de nuestro colegio. Te explico, el lugar está en mitad de un vecindario de nivel social medio. Está dividido en tres bloques, A, B y C, los cuales van de occidente a oriente de la ciudad. El bloque A consta de cuatro niveles, el B de dos y el C de tres.
¿Por qué insisto en ver el vaso medio lleno siempre? En las últimas horas de clase, a eso de las cinco de la tarde, cuando el sol da clausura a su trabajo con un magnífico show de arreboles, no me importaba que profesor estuviese en el tablero o que las enormes construcciones nuevas opacaran poco a poco la vista. Mis ojos preferían apreciar esa enorme gama de rojos en el cielo.
La euforia silenciosa que me generaba la arquitectura de mi colegio no para ahí. Al salir de clases había cuatro alternativas: ir al patio y tener una hermosa vista de los cerros orientales donde está la Catedral de Monserrate. Una vuelta y veías el atardecer del occidente, o, quedarse en el balcón del bloque A apreciando los lunares de luz de las montañas del sur o apreciar la verde vegetación que daba hacia el norte. ¡Ay, Bogotá! Mi ciudad hermosa, tu único problema es ser el corazón de un país sangriento.
No se porque desvarío tanto, hablaba de Gisele sobre la hermosura de la vista y la perfección de Bayron. Omitía cada detalle que me hubiera incomodado días antes.
«Tu papá no te quiere» me había dicho el, como explicación a que mi padre se hubiera ido de viaje sin mí.
¡Era su descanso, que mejor que estar solo! ¿No? Además, ¿mi papá no me quiere? ¿Con qué autoridad me lo dice alguien que parece una situación apátrida de familia? Aunque bueno, era su humor, debía aceptarlo por más que hubiera salido de mi casa para visitarlo y me hubiera dicho que no podía por tener muchos pendientes escolares.
Una de esas tardes, antes del anochecer, llena de frío y oscuridad, donde las únicas estrellas son los ojos brillantes y el alumbrado de la ciudad, se firmó el inicio del fin entre Bayron y yo, aunque yo no lo supiese.
—¡Oye, Nino!— me dijo Francisca antes de salir —Bayron me dijo que si te gustaría que te recogiera—.
«¿Recogerme al colegio? ¡Por supuesto!» pensé, —vale, dile que dónde— dije simulando no tener emoción.
Pasaron minutos para responderle, —Él dice que en la esquina del colegio.
—Francisca, el colegio tiene cuatro esquinas.
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El Príncipe y el Ángel
Teen FictionNino está destinado a ser un ángel, él lo sabe y día tras día ve la oportunidad de amar a la humanidad y a la vida en general. Dios, el universo o los extraterrestres; como sea que la gente los llame, decide ayudar a Nino enviándole, contradictoriam...