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Acomodé la gorra casi a la altura de los ojos mientras me hacía paso para subir las escaleras del apartamento. Hace unos días había salido a buscar trabajo y hasta el día de hoy no había conseguido nada.

Aún escuchaba los mismos gemidos. Eran frecuentes, pero cada vez más bajos, como si se hubiese dado cuenta de que no era la única habitante en el edificio. Pero yo no quería que se detuviera, ese era otro problema para agregar a la lista.

Entré la mano en mi bolsillo trasero en busca de las llaves, pero en un momento de torpeza la dejé caer junto a una caja de objetos que Jimin me había enviado a escondidas de su madre, y la mía por supuesto.

- Genial -gruñí poniéndome de cuclillas para tomar la llave primero.

- Ten más cuidado -mi ceño se frunció, al igual que pude sentir los músculos de mi abdomen tensarse; subí la mirada lentamente, encontrándome con unos descuidados tenis, unas delgadas y pálidas piernas, una falda bastante corta colores entre rojo y azul marino, acompañada de un suéter blanco que señalizaba un colegio y unos fogosos y divertidos ojos mieles-. Las cosas pueden perderse fácil aquí.

Me puse de pie finalmente, dándome cuenta de lo baja que era ante mi estatura, pero aún me sentía incómodo ante su mirada, como si pudiera leerme la mente.

- Gracias -susurré sin saber si incluso me había escuchado, pero cuando me sonrió y me hizo una corta reverencia me di cuenta de que sabía de dónde venía. Sin embargo; me había dejado con la duda de dónde había salido y por qué me ponía tan nervioso.

Sacudí la cabeza entrando la llave en el cerrojo abriendo la puerta para después arrastrar la caja dentro de la pequeña habitación que tenía. Me retiré la gorra de la cabeza y me pasé el abrigo de lana roja que traía por la cabeza lanzándolo sobre mi cama.

Proseguí abriendo la caja y sacando cada objeto que había dentro: ropa, kimchi, teokkbokki, una lámpara de mesa y un pequeño paquete con 1,000,000 wons a mi espera. Sin duda Jungkook no quería que volviera.

Saqué lo que había comprado anteriormente en el mercado y lo coloqué en el refrigerador. Debía admitir que la casa se veía mejor que antes, pero aún no me sentía completamente cómodo con todo; aún tenía ganas de irme, pero aún así no le respondía los mensajes a mamá, ni a Hoseok, Seokjin o a Daeha.

Me dejé caer en la cama cerrando los ojos de inmediato decidido a descansar por un rato, pero los gemidos de aquella chica llegaron a mis oídos interrumpiéndome y haciéndome levantarme otra vez con una idea bastante bizarra. Cuyo proveniente me pareció lejano a quien luego de haberlo puesto en marcha, porque en aquel momento no le hice mucha mente.

Caminé hacia la pared apoyando mi frente sobre ella una vez llegué. Se notaba que estaba comenzando, pues sonaban casi falsos e inconstantes, pero aún así lograron que mis dedos desabrocharan mis pantalones y un jadeo saliera de mi boca al entrarla dentro de mis bóxers.

Aceleré mis movimientos cuando sus gemidos empezaron a hacerse más prominentes y pronto mis gemidos se unieron a los de ella, pero cuando se detuvo yo no pude hacerlo pues la imagen de las piernas de aquella chica llegó a mi mente en un momento enfermo e incomprensible al cual no pude detenerme haciéndome acelerar cada vez más hasta a echar la cabeza hacia atrás con placer.

Pude sentir sus gemidos más cerca, como si estuviese apoyada de la pared tanto como yo lo estaba, impulsándome aún más.

- Sigue -gimió provocando que me mordiera el labio al sentirme al borde de llegar, con mi cuerpo temblando de placer. Por un segundo mi ceño se frunció al pensamiento de su voz, aunque se escuchaba ahogada por la pared, pero se pasó a segundo plano cuando aquella sacudida conocida se paseó por cada una de mis venas.

- Mierda -gemí sintiendo el líquido correr sobre mi mano y me dejé caer de rodillas mientras mis músculos se destensaban. Abrí los ojos encontrándome con la pared e inmediatamente me di cuenta de lo que había pasado: me había masturbado con una chica que ni siquiera conocía.



corrompiendo al coreanito lindo, solo en cine.

MOANS | KIM TAE HYUNG.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora