011.

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Mi respiración ya me era imposible de controlar; mientras más sus manos subían y bajaban por mi espalda y mis dedos encontraban la forma de presionar su caliente piel a un punto en que la podía escuchar quejarse entre gemidos ante el dolor, más superficial salía el aire por mi nariz.

Ella nos detuvo y aproveché el momento en que pude observar su rostro para disfrutar del placer escrito en su rostro: sus labios enrojecidos, sus mejillas sonrojadas y sus ojos oscurecidos. No pude evitar pensar en que yo me veía aún peor.

Se remojó los labios poniendo una mano en mi pecho para hacerme retroceder un poco sólo para que ella pudiese bajarse del mármol. La media sonrisa en su rostro siempre me había vuelto nervioso, pero ahora sólo me incentivaba a querer reemplazar ese gesto por gemidos.

Los gemidos que quería escuchar.

Dejé que terminara sus acciones, confundido por haber interrumpido nuestros besos. Pero empecé a tener una sospecha de lo que quería cuando empezó a quitarse los botones de la camisa del uniforme.

Traté de contener la respiración un poco más, para que ella no notara lo ansioso que estaba por ver su cuerpo al descubierto otra vez. Pero lo único que logré fue gruñir bajo.

Sus ojos no dejaban los míos y empezaba a sentir como si me estuviera elevando a un otro lugar. Como si la lujuria en su mirada me estuviera hipnotizando.

La primera prenda cayó al piso y mis labios se entreabrieron al ver sus pechos frente a mí por primera vez: redondos, medianos y estremecidos. Temblé.

No hice nada más que esperar su siguiente acción, la cual fue bajarse el zipper de la falda para quitársela. Traté de respirar profundo pero sólo logré que el temblor de mi cuerpo saliera también en mi respiración y no esperé un segundo más antes de acercarme a ella para volver a subirla sobre la meseta.

Mas ella me detuvo una vez más.
- ¿Tan desesperado estás? -se burló, sonriendo de una manera que me hizo cerrar los ojos cortamente antes de tomarla de la nuca para alzar su rostro hacia el mío.

La falda cayó al piso, pero ningún se atrevió a mirar para abajo.
- Quieres esto tanto como yo -le dije y ella se mordió el labio, dirigiendo sigilosamente sus manos hasta mi cinturón, para empezar a desabrocharlo con lentitud, probando mi cordura-. Lily...

Ladeó su cabeza sutilmente mientras empezaba a arrodillarse ante mí y sin querer las imágenes de sus antiguas acciones aparecieron en mi mente, haciéndome remojar los labios. Su cálida boca alrededor de mí era una sensación que jamás iba a olvidar.

Jadeé cuando bruscamente mis pantalones cayeron a la altura de mis tobillos y decidí mirar cómo lentamente iba acercando su boca a mí abdomen para darme una pequeña lamida que contrajo mis músculos. Sus dedos se balancearon en el elástico de mis bóxers y antes de poder asimilarlo ella los haló hacia abajo y mi miembro chocó contra sus labios haciéndome sisear.

Abrió la boca lentamente y aferré ambas manos en la meseta detrás de ella en un intento de localizar algo sólido con que agarrarme, aunque sabía que no serviría de mucho. Gemí por lo bajo cuando su húmeda boca se apoderó de la punta de mi palpitante miembro y ella se separó lentamente otra vez para sonreírme con lascivia.

- Me has leído la mente -susurró con burla-. Yo también quiero probar cada parte de ti sin cesar -su mano empezó a masajear mi miembro y mis labios se entreabrieron junto a un ahogado jadeó-. Quiero que te vengas en cada parte de mí -aceleró y aunque quería mirar sus acciones, pero mi cabeza se encontraba echada hacia atrás de manera inerte-. Quiero oír tus gemidos.

Siseé fuertemente cuando volvió a tomar mi miembro con su boca hasta cubrirlo entero. Mis dedos temblaban tanto que sentía que había perdido toda mi fuerza y estaba a punto de caer hacia atrás. Lo que hacía se sentía tan bien, tan suave, tan exquisito... Oh, sentía que iba a morir cada vez que sus labios se encerraban en torno a mí punta.

De un momento a otro abrí los ojos y miré hacia abajo, encontrándome con la preciosa escena de sus largas pestañas dando un brindis a la poca cordura que me quedaba. Y cuando la tomé del pelo y la hice detenerse sólo para ponerla de pie bruscamente y girarla sobre sí misma fue como si la coherencia hubiese abandonado mi cuerpo y me hubiese dejado la puerta abierta para ser quién era finalmente.

Acaricié sus nalgas con los labios entreabiertos como si tuviera una hambre que ni yo sabía que podía poseer. Ella me miró de reojo, tenía un poco de súplica en su mirada, pero podía notar en su sonrisa que había estado esperando por esa parte mía enloquecida.

Le retiré las bragas de un tiro y no lo pensé dos veces antes de embestirla con mi palpitante miembro. Si alguna vez podría ir al cielo, sabía que de esa manera se sentiría: se encontraba tan húmeda y cálida que sentía el climax llegar con sólo quedarme allí sin moverme.

- ¿Qué esperas? -me preguntó, temblorosa mientras la veía agarrarse de el borde de la meseta justo como yo había hecho.

Di una otra suave embestida y un gemido salió de sus labios como un canto de ángeles para mis oídos. La embestí dos veces más y sólo me tomó un momento acostumbrarme para hacerlo más rápido.

Sus gemidos llenaban la habitación justo como la primera vez que los había escuchado: roncos, suaves y malditamente sensuales. Subí mis manos hasta sus caderas sólo para acelerar más mis movimientos logrando que nuestra piel chocando acompañara los gemidos de ambos.

- ¡Sigue, joder, sigue! -pidió entre exclamados gemidos que sólo me hicieron gemir aún más fuerte; estaba cerca y por la forma en que empezaba a dilatarse por dentro me daba la sospecha de que ella también.

La halé hasta mi pecho, teniendo la oportunidad de llenar su cuello de mordidas y besos mientras que disfrutaba ver como sus pechos brincaban producto de los bruscos movimientos que yo causaba. La sentí escurrirse a mi alrededor a la vez que sus paredes se cerraban y sólo bastó eso para que mis líquidos la llenaran y el orgasmo nos golpeara a ambos.

Nuestros gemidos, juntos, se detuvieron y la habitación sólo quedó acompañada de nuestras respiraciones aún aceleradas.

Su cuerpo cayó hacia delante, sus codos haciendo estruendo en el mármol de la cocina, mientras que yo echaba mi cabeza hacia atrás aún disfrutando del peso que había retirado de mis hombros. La escuché suspirar segundos después para acto seguido girarse hacia a mí para darme una sonrisa.

Se puso de puntillas para alcanzar mi rostro y dejó plantado varios besos desde mi barbilla hasta mis labios para luego engancharse en mi cuello y mirarme a los ojos. No pude evitar sonreír ante su desprevenida dulzura pero me quedé en silencio disfrutando del asombroso sentimiento que ella me causaba.

- Ya era hora -susurró riendo un poco y la imité. Su mirada se dirigió hacia mí habitación para luego mirarme a mí con una sonrisa dándome señal de lo que quería y no pude hacer más que asentir para luego verla correr hasta el susodicho lugar.

Pero antes de poder seguirle el paso, el timbre del apartamento sonó y mi ceño inmediatamente se frunció. Me subí los pantalones y me coloqué la camisa a tientas mientras me dirigía a la puerta para ver por la rendija de la misma.

Mi corazón se detuvo. Debía de estar jodiéndome.

- ¡Taehyungie! -exclamó y aunque siempre sonreía cuando él me llamaba así, ahora sólo deseaba gritar del miedo que sentía dentro de mí.

Si bien antes sentía una sensación de libertad, ahora sentía que me había enterrado a mí mismo en un agujero.

¿Por qué ahora, Hoseok?





ARREPIÉNTANSE PECADORAS /saca la cruz/

ahora es que la vaina se va a poner buena xdxd

MOANS | KIM TAE HYUNG.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora