008.

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Estar aquí no iba a ser tan difícil como creía; me había sorprendido con la manera en que las chicas dominaban el lenguaje, pero había una sola cosa que me hacía detenerme de vez en cuando- sus ojos. Eran tan dulces y perversos a la vez que me era imposible no mirarlos; me ponían nervioso de una manera extraña.

Cuando la última campana sonó, esperé hasta que las chicas de séptimo curso se retiraran del aula para recoger mis cosas sin apuro y luego dirigirme hasta la salida despidiéndome del señor Han de paso.

Me alboroté un poco el cabello deteniéndome en el último escalón mirando como el patio iba despejándose de a poco para después empezar a hacer mi camino hasta mi departamento.

- ¡Señor Kim! -me detuve girándome de inmediato para encontrarme con una estudiante de la misma clase que Lily corriendo hacia a mí. Me tendió un papel doblado regalándome un extraña sonrisa, pero al apenas rozarlo fue arrebatado de mis dedos por la antes mencionada castaña-. Qué joder...

- Te he dicho que no -le espetó desdoblando el papel examinando lo que había dentro para luego morderse el labio y romperlo con brusquedad-. Ya me has escuchado, Julia, no te lo quiero repetir.

La joven rodó los ojos para luego girarse sobre sí misma y alejarse de nosotros con pesadez. Fruncí el ceño girándome hacia Lily en busca de respuestas, pero ella había avanzado bastantes pasos.

- ¿Qué fue eso? -le pregunté cuando logré alcanzarla, pero ella no se giró ni un segundo en lo que abandonábamos el edificio y cruzábamos la calle que separaba el colegio de nuestro apartamento-. Lily...

- Soy muy posesiva -respondió mientras empezaba a subir las escaleras dejándome detrás, con la oportunidad de mirar el espacio entre sus piernas que me empezaba a gustar.

- ¿Y eso? -pregunté tratando de alcanzarla, pero no volvió a hablar hasta que llegamos a la puerta de mi apartamento.

- ¿Puedes dejarme entrar? -preguntó y detuve mi acción de entrar la llave en el cerrojo para mirarla.

Reí. - ¿Tomaron tus llaves de nuevo?

Ella se mordió el labio escondiendo una sonrisa y abrí la puerta. - Sólo no quiero entrar -respondió haciéndome gentilmente a un lado para entrar primero.

Dejó su mochila detrás de la puerta y básicamente corrió hasta el sofá beige que había logrado comprar con el adelanto que me proporcionó el director. Pasé por mi habitación dejando mi portafolios junto a mí saco sobre la cama para luego arremangarme la camisa haciéndome camino hasta la cocina.

- ¿Quieres algo? -le pregunté antes de abrir el refrigerador.

- A ti -contestó y la miré de reojo viendo como su cabeza se encontraba divertidamente apoyada en el respaldo. Sonreí negando con la cabeza y le serví un poco de jugo para después servirme a mí y por fin caminar hasta donde se encontraba tendiéndole el vaso-. Hablo en serio.

Sorbí un poco de mi vaso para luego dejarlo en el piso frente a nosotros, ella no sorbió del suyo, pero imitó mi último movimiento para luego acercarse a mí.

- ¿Te está gustando tu trabajo, Tae? -preguntó retirando sus zapatos para luego sentarse sobre sus rodillas.

Me relamí los labios. - Sí.

Sonrió y se dejó caer sobre mi pecho obligándome a rodear su cintura con mi brazo y haciéndola girarse hasta quedar cerca de mi rostro.

No pasó ni un segundo antes de que sus labios se encontraran sobre los míos y de que se posesionara sobre mi regazo acariciando los pelos de mi nuca.

Pero esa vez ocurrió algo extraño y casi involuntariamente la recosté debajo de mí viendo su inesperada expresión pero haciéndome sonreír antes de volver a besarla con furia y de que mi mano viajara hacia su entre pierna.

Jadeó separándose de mí para mirarme a los ojos, pero no dejé que dijera una palabra cuando mis dedos se encontraban dentro de sus bragas, masajeando gentilmente su clítoris y haciéndola aferrarse a mi camisa.

- Mierda, Tae...

Aceleré con presión, sin dejar de ver las placenteras expresiones que en su rostro empezaban a dibujarse, haciendo de mi pecho un descontrolado tambor de excitación.

Abrió más sus piernas y como pude entré dos dedos dentro de ella haciendo a su espalda arquearse con un gemido.

La besé de nuevo mientras aceleraba mis movimientos y cuando sus paredes se empezaron a cerrar entorno mío, besé su mejilla gentilmente antes de retirarme.

Abrió los ojos con confusión y me mordí el labio. - Creo que deberías irte a casa.

Me miró unos segundos con el ceño fruncido antes de obedecerme y retirarse junto a un portazo. Esperé hasta escuchar la puerta de su departamento cerrarse para apoyarme contra la pared de la sala y cerrar los ojos.

Reí cuando escuché su primer gemido y apoyé mi cabeza contra la pared cuando se hicieron más continuos y fuertes.

Pero al final sonreí con satisfacción, pues había escuchado el mejor gemido que podía haber escuchado salir de su boca.

El de mi nombre.








estoy muy cansada, tengo que cantar en una boda y la ansiedad está tomando el lugar de mis neuronas.

ah, y espero que les haya gustado.

MOANS | KIM TAE HYUNG.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora