Capítulo 2

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-¿No se supone que la novia tiene que estar saludando a los invitados? -escuché una voz detrás de mí-. ¿Abrazada a una botella de champaña Mare? ¿Qué clase de novia eres tú? -se burló sentándose a mi lado.

-Una de mentira -respondí dándole otro trago largo a la botella pasándosela-. Me estoy tomando un descanso de la farsa.

-Vaya multitud hay allá afuera -soltó Marcus y asentí.

-Ni que lo digas -bufé.

Si pensaba que en la boda había demasiada gente en la recepción se encontraba el triple. Parecía que las mujeres y hombres vestidos de etiqueta salieran de debajo de la tierra ocupando el enorme patio del hotel. A los pocos minutos de terminada la boda había perdido al idiota de mi esposo, pero para mi mala suerte su madre no fue tan fácil de burlar, por lo que tuve que pasar una hora siendo presentada a personas de quién olvidaba su nombre ya a los cinco segundos de conocerlos.

-¿Qué haces con esta cosa si tú odia la champaña? -se rió y me encogí de hombros restándole importancia.

-Es lo único que pude robar al huir de mi suegra -me limité a responder.

Odiaba la champaña c con todo mi ser pero necesitaba alcohol en mi sistema para que mi cabeza no explotara.

La cara me dolía de tanto sonreír y si mi cerebro intentaba guardar otro nombre más haría corto circuito.

-Ya me parecía extraño que siendo tú no fuera de vino -sonrió robándome la botella para beber de ella-. Así que no hace ni dos horas que conoces a tu suegra y ya estás escondiéndote -soltó y me reí entre dientes-. Esa mujer debe ser toda una bruja -exclamó y por fin largué una carcajada liberando un poco de tensión.

-Solo vine aquí para estar tranquila.

-Sí, cuando llegué y vi a tanta gente con ropa cara pensé que me había equivocado de boda -reí tomando otro trago amargo el cual ya no me sabía tan mal como al principio.

-Digamos que al parecer la familia del novio le gustan las cosas a lo grande -bufé pensando en que se podría mantener un orfanato durante todo un año con lo que costó este espectáculo. Hasta me quedaba corta-. Malditos pijos -gruñí con odio y Marcus me enarcó una ceja divertido-. Ni se te ocurra decir nada, yo no soy como ellos aunque haya vivido de esa forma.

-Yo no dije nada -se defendió con las manos en alto-. Tu nombre y la palabra pijo no pueden ir en la misma oración.

-Me alegra que al menos tu hermana y tú hayan podido venir -dije cambiando de tema-. Mi vida últimamente ha sido una mierda -suspiré sintiendo las lágrimas acercarse.

-No digas eso Mare, nosotros siempre estaremos para ti. Eres como una hermana para Val y para mí -asentí y correspondí al abrazo que me dio dejando escapar algunas lágrimas-. Puedes ser irritante a veces y un poco amargada, pero las vistas traseras valen la pena soportarte.

-Idiota -reí golpeando su hombro.

A pesar de vivir en aquél estilo de vida nunca logré congeniar con las personas de mi clase social. En la escuela era la rara y siempre estuve sola hasta que Valeria entró por recibir una beca. Congeniamos casi al instante y luego de que me presentara a su hermano mayor nos volvimos inseparables.

-Missy mamá te está buscando como loca por todos lados -apareció Mel de la nada y me separé de Marc secando los rastros de llanto-. Están por cortar el pastel y tienes que ir -soltó y pude ver que ella estaba igual de exhausta que yo.

Ninguno de los cuatro había dormido bien desde hacía mucho tiempo. Incluso el chico gay que me maquilló batalló como dos horas con mis ojeras.

Matrimonio arregladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora