-¿Dónde mierda guardan el chocolate en esta casa? –gruñí por lo bajo husmeando la alacena como un drogadicto en busca de pastillas.
Hacía más de media hora que estaba revolviendo toda la cocina y no podía encontrar nada que tuviera chocolate por ningún lado y estaba a punto de enloquecer.
-Si estás buscando drogas, estoy casi seguro que no las escondería en la cocina –dijo Theo a mis espaldas apareciendo de la nada.
-No necesito más drogas de las que ya consumo –bufé sin mirarlo-. ¿Dónde mierda está el chocolate?
-¿Y para qué quieres chocolate bebé? –puse los ojos en blanco.
Díganme que no me casé con un hombre tan estúpido para preguntar eso.
Sí, los hiciste.
-Pues para comer Einstein.
-¿Y este antojo repentino se debe a algo que tenga que preocuparme? –bromeó apoyándose en la mesada a mi lado y cruzándose de brazos.
Lo miré de reojo y vi sus músculos brillantes por el sudor ya que había estado haciendo ejercicio. Por un segundo casi se me antojaba lamer su torso y dejar mi búsqueda de chocolate para después, o lamerlo directamente de su pecho. Sí, la segunda opción era mejor.
-Que yo sepa aún no soy una tableta de chocolate bebé –comentó Theo divertido-. Aunque mis abdominales pueden ser un buen sustituto y no engordan –me guiñó un ojo y sentí el calor brotar de mis mejillas.
-Idiota –gruñí-. ¿Puedes decirme dónde está el chocolate? ¿Por favor?
Theo suspiró y me hizo señas para que bajara de la encimera. Luego, haciendo alarde de que era más alto que yo, estiró el brazo y sacó un envoltorio plateado de la gaveta que aún no había revisado.
Esto tiene que ser una puta broma.
-Ten –dijo extendiéndome la tableta plateada-. Tu antigua cocinera dijo que era tu favorito.
-Oh Ronda –gemí tomando mi preciado chocolate entre mis manos-. Ella siempre tan atenta, cómo la extraño –hice un puchero-. Hola cariño –comencé a hablarle a mi bebé-. ¿Quién es el amor de mi vida? Tú lo eres –en eso Cleo apareció en la cocina y saltó sobre mí pensando que le hablaba a ella-. Shu Cleo no estoy hablando contigo –le eche a lo que me miró indignada-. No te preocupes mi amor ella no va a separarnos.
-¿Debería preocuparme porque le hablas a la comida? –preguntó Theo enarcando una ceja.
-No lo hagas –dije apuntando a su ojo y la bajó-. Solo voy a resumirte mi período de esta forma y si quieres sobrevivir será mejor que lo recuerdes –achiqué mis ojos en su dirección-. Primer día: mal humor. Segundo y tercer día: cólicos infernales, no me molestes y solo dame amor. Cuarto día: alegría porque se fueron los cólicos y cambios de humor repentinos. Quinto día: antojo de chocolate, me pongo violenta si no lo consigo. Sexto día: duermo como un oso. Séptimo día: felicidad porque se acaba mi período.
-Creo que lo tengo –murmuró-. Así que solo nos quedan dos días más de tortura.
-Así es.
-Genial –festejó-. Después tienes que descargar una de esas aplicaciones con tu ciclo en mi teléfono cosa que me avise antes del apocalipsis –rodé los ojos.
-No es tan malo como suena, trato de no hacer un drama de ello –me encogí de hombros dándole una mordida al chocolate-. Nunca voy a cansarme de esta porquería –murmuré con la boca llena.
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Matrimonio arreglado
Teen Fiction¿Qué pasaría si de un día para otro te quedaras en la calle y que tu única opción fuera casarte? Y no solo eso sino que tienes que firmar un contrato. ¿Suena loco verdad? Pues dile eso a Marissa. Su padre en el testamento la deja a ella y a su fami...