Capítulo 9: Parte 1.

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-Libre soy... libre sooooy –canté a todo pulmón saliendo del piso con mi mochila sobre el hombro.

-Qué dramática –bufó Theo a mi espalda mientras arreglaba su corbata como por quinta vez.

-Deja quieta esa corbata –lo regañó el Sr. Smith cuando llegamos a donde estaba-. Si fueras a trabajar más seguido no estarías tan incómodo usando una –reprochó y su hijo solo lo ignoró-. Creo que alguien si está feliz de volver a sus obligaciones –me sonrió y mi sonrisa se ensanchó más.

Deja de sonreír o voy a golpearte.

Nada que digas puede arruinar este momento.

Al final del día tendrás que volver y ver de nuevo al niño mimado.

Te odio.

-Nada me pone más feliz que salir de ese maldito apartamento y hablar con personas que sí tienen cerebro –dije emocionada y el rubio bufó detrás de mí.

-Al final del día me llamarás llorando y rogándome que vaya por ti porque no puedes estar un minuto lejos de mí bebé admítelo –me giñó un ojo y miré al techo.

-Dime cómo puede crecer tu ego siendo que me empeño en pisotearlo lo más que puedo –gruñí y sonrió.

-Es como el bello bebé, mientras más te empeñas en rasurarlo más fuerte crece.

-Al menos podré estar una cuantas horas lejos de él –me resigné y me pareció ver al Sr. Smith sonreír.

-Dejen de pelear y no olviden que son un matrimonio felizmente casado –nos reprimió y ambos bufamos.

Estaba por discutir eso hasta que el ruido de una puerta abrirse me interrumpió. Thalia y Oliver salieron de la habitación que estaba al final del pasillo y caminaron hasta donde estábamos para situarse a nuestro lado.

El asiático llevaba puesto un traje al igual que Theo, y la reina del hielo iba vestida de forma casual con un bolso mediano colgado de su brazo.

-Bueno como pueden ver Oliver y Thalia irán con ustedes hoy al trabajo y la universidad –explicó mi suegro y Oliver me sonrió por lo que Theo gruñó a mi lado-. Oliver será algo así como el asistente personal de Theo y Thalia compartirá todas tus clases Marissa, pero conservará su distancia claro está –aclaró y suspiré de alivio por dentro.

¿Te imaginas a la reina del hielo soportando el coqueteo de Mark?

Le rompería el brazo en el primer intento.

Eso será genial ni loca me lo pierdo, iré a hacer palomitas.

-Bien vamos o llegaremos tarde –soltó el Sr. Smith al ver que nadie decía nada.

Todos entramos al ascensor y rápidamente me puse entre la pared y Oliver haciendo que Theo me fulminara con la mirada.

¿Y a este qué le pasa?

-¿Cómo dormiste? –preguntó con una sonrisa haciendo que mi mal humor se esfumara.

-Con muchas almohadas de por medio y un par de tijeras debajo de la mía, pero bastante bien ¿y tú? –inquirí y noté algo raro en su mirada.

-Bien, aunque extraño dormir acompañado.

-¿Extrañas a tu novia? –fruncí el ceño ya que nunca la había mencionado.

-Exnovia –corrigió y supe que debía dejar ahí el tema.

-Mañana en la tarde tendrán lecciones de actuación para que no haya inconvenientes en la fiesta –nos informó y fruncí el ceño.

-Yo no voy a tomar clases de actuación, ya estudié muchos años teatro –me quejé indignada y Theo rodó los ojos.

-Esas clases son más para Theo que para ti Marissa –aclaró el Sr. Smith a lo que asentí conforme.

-Ya me parecía –murmuré y seguí mirando al frente.

-Me compadezco de quien haya tenido que soportarte antes de salir de escena –se mofó el rubio-. Pero aún más de quien haya tenido que besarte, porque si lo haces así de mal ahora ni quiero imaginarme antes –rió y la puerta del ascensor se abrió de repente por lo que salió sin que pudiera contestarle.

-Escupe en su café –murmuré en el oído de Oliver antes de que se fuera detrás del idiota.

El asiático me guiñó un ojo y se fue caminando muy tranquilamente detrás de su nuevo "jefe". No sé quién manda a quién es esa situación.

-Apúrate o llegaremos tarde –dijo a mi lado Thalia sobresaltándome y comenzando a caminar hacia la puerta.

Bueno en nuestra situación al parecer ella es la jefa.

La seguí casi corriendo ya que la maldita caminaba demasiado rápido a pesar de ser unos centímetros más baja que yo.

-Tú irás en tu auto y yo detrás de ti –me informó y fruncí el ceño.

-¿Qué auto? –¿habían traído mi chatarra hasta aquí? Es imposible que permitieran guardar esa carcacha en la cochera.

La rubia me miró con la expresión nula que siempre tenía y me extendió unas llaves. Las miré extrañada y apreté el interruptor de la alarma haciendo que las luces de un Lamborghini Aventador rojo.

Mis ojos se abrieron como platos y no podía creer que mi viejo Chevy Impala se haya convertido en esa cosa hermosa y brillante.

-Soy la puta Cenicienta –murmuré y volví a apretar es interruptor para corroborar que ese era mi auto.

La alarma sonó y chillé de sorpresa. Era imposible que ese auto fuera mío, ni con todos mis sueldos trabajando en la tienda de helados durante el verano por 5 años podría pagar siquiera un neumático de ese auto.

-Es un regalo de compromiso de parte del Sr. Smith –me aclaró Thalia y solo asentí.

-Es tan hermoso –murmuré y ella asintió.

-Súbete o llegaremos tarde –repitió y asentí estupidizada con el auto.

En pocos minutos llegué a la universidad porque ese maldito auto era una nave espacial ¡Volaba!

Por primera vez mis compañeros reparaban en mi llegada y no por el ruido del escape roto o un espejo a punto de caer, sino porque el auto brillaba recién salido de la fábrica. Todos cuchicheaban y miraban para ver quién había cambiado el carro hasta que salí y me miraron confundidos ya que algunos nunca me habían visto siquiera dos veces.

-Es la esposa de Theo Smith –escuché que cuchicheó alguien pero hice caso omiso.

-Pensé que sería una supermodelo o alguien más bonita –bufó una chica y rodé los ojos.

-¡Tú maldita zorra! –gritó alguien distrayéndome de darle una clase de modales a la metiche esa-. Ahora tienes auto nuevo y ni siquiera pasas a buscar a tu pobre amiga que tiene que caminar como una todos los días –me reclamó Val y me encogí de hombros para hacerla enojar.

-Caminar le hace bien a tu culo gordo –la pinché y enarcó una ceja.

Sucia perra.

-Este culo grande y sabroso te encanta y lo sabes –alegó.

-Siempre preciosa, mientras más grande mejor.

Val se dio una nalgada y yo reí para luego seguirla dentro de la universidad. Pero ni bien pusimos un pie dentro los cuchicheos se hicieron más fuertes y sentí miles de ojos clavados en mi persona.

-No me sentía tan observada desde que en la secundaria se enteraron que estaba embarazada –murmuró Val mientras caminábamos por el pasillo y todos nos señalaban-. Al parecer ese esposo tuyo es bastante famoso. Esto me huele a una tarea para Sherlock y Watson –sonrió e hice lo mismo.

-Prepararé mi lupa.


Matrimonio arregladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora