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"Nueva posición, nuevos retos II"

La primera prueba de fuego que tuve que pasar fue acercarme a un chico de la calle para “pedirle la hora” aunque de talante coqueto. Lo hubiera hecho normalmente si no sabía que detrás de un muro mis amigas me observaban cubriéndose los rostros con pañuelos y gafas para pasar desapercibidas mientras evaluaban mis movimientos.

-disculpa- le dije al joven tocando mi cabello para parecer alguien dulce y coqueta como lo había visto en las películas. Éste se volteo y me miro detenidamente - ¿podrías darme la hora? Se me ha quedado el reloj en casa- pregunté con el mayor esfuerzo posible de provocar alguna reacción. El extraño sonrió y buscando su teléfono para darme una respuesta observó la pantalla –son las doce de la tarde- dijo esbozando una sonrisa algo interesado; sin embargo al ver que yo no continuaba la conversación, giró y continúo con su camino. Intento número uno: fallido.

-ya veo lo que anda mal- dijo Matilde con los brazos cruzados con esa actitud sexy que siempre la rodeaba – muy bien, te daré un par de consejos, cariño- dijo decidida. Fue así como nos sentamos en una plaza para recibir las órdenes de las personas expertas. – la manera en cómo le hablaste no es para nada atractiva, debes buscar algún tono de voz que sea… como decirlo…sexy- dijo contenta al encontrar la respuesta.

-pero es que tu vienes dotada con esa voz, es diferente para ti. En cambio mi voz es de lo más normal…pero haré el intento- agregue. 

-mmm, nunca lo había pensado pero creo que tienes razón. No todos tienen la facultad de ser sensuales de manera natural como nosotros- decía empujando orgullosa su cola de caballo hacia el otro hombro –  en fin, lo otro que debes hacer es ser más coqueta. Eso de tocarte el cabello estuvo bien, pero no es suficiente. Debes intentar sacar el pecho afuera, que se note- decía dándome un ejemplo con  sus enormes senos que no eran para nada invisibles- lo otro será hacer un poco de contacto visual, eso siempre funciona…y cuando ya logras un aura más cercana, significa que es el momento del “toque”- decía como si estuviera orgullosa de todas sus técnicas.

-¿del “toque”?- pregunte sin comprender a qué se refería exactamente.

-¡esa jamás le ha fallado!- exclamó por otro lado mi editora.

-así es, con eso caen indudablemente. La técnica del toque es cuando haces uso de tus manos para tocarle alguna parte y jugar con ella- me decía mostrándome la palma de sus manos.

-¡¿qué?! ¿Qué rayos quieren que toque? – pregunté asustada.

-como por ejemplo el cabello, comienzas a jugar con él mientras se acercan más y más, pero sin dejar que este te toque a ti. Debes dejarlo con las ansias de hacerlo la próxima vez que se vean, en eso consiste. O también puedes tocar sus dedos, su brazo, su cara, o incluso las piernas…aunque eso es para alguien más experta como yo- decía de forma sincera. Me pregunté hasta donde había sido capaz de llegar esa chica con sus manos. Uf, escalofriante.

-muy bien- dije intentando internalizar todo ese conocimiento dentro de mi cabeza. Fue así como pasamos un buen rato escuchando consejos por parte de Matilde y de Kathy que indudablemente eran las expertas en el campo de la “seducción”, aunque mi prima era de aquellas que no requería realizar ninguna acción para que la siguieran. Por otro lado mi editora escuchaba atenta consumiendo todos estos consejos, lo cual me pareció extraño ¿tendría a alguien que le interesara? En cuanto a Paula disfrutaba divertida todo lo que estas decían.

Dieron las una y media de la tarde siendo la hora de embarcarnos junto a Katherine a nuestra cita grupal. ¿Cómo había surgido tal idea? Me lo explicaron luego de los consejos. Al parecer, unas amigas de mi prima la invitaron a una cita grupal  cuando recibió la llamada de mi editora pidiéndole ayuda en una misión. Cuando mi editora escucho que iba a una cita grupal, esa ampolletita que ilumina su cabeza se encendió. Fue así como llamo a Matilde (que me la había presentado con este propósito) y bueno, Paula finalmente llegó aquí por pura casualidad.