"Buenas Noticias"

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Estaba en medio de la clase de matemáticas cuando vibró mi teléfono en el bolsillo del chaleco. Miré la pantalla de reojo con sumo cuidado para que el profesor no me lo quitara por estar distraída en clases, sobre todo con él puesto que tenía una obsesión por quitar las cosas ajenas. Siempre me pregunté qué hacía finalmente con ellas porque nadie volvía a recibir sus posesiones.

En la pantalla parpadeaba una y otra vez el nombre de la persona que hace tres meses se había vuelto parte de mi vida: “Editora Andrea”. Era extraño que me llamara a esa hora porque desde que comenzamos a trabajar juntas me había pedido el horario escolar a fin de no interrumpir mis estudios, una idea que solo a ella se le hubiese ocurrido. Me preocupe mucho al ver su nombre en mi teléfono, ¿le habría ocurrido algo? Estaba angustiada. Sin más remedio me agache sigilosamente en mi pupitre cubriéndome con el libro que se abría de par en par frente a mí, impidiendo que lo notase. Por suerte tenía el último puesto dentro del salón.

-¿aló?- contesté con susurros.

-¡Lizie!- gritó del otro lado. El profesor se volteo y de inmediato me enderecé escondiendo el celular debajo de la manga. Observó todo el salón y luego volvió a la pizarra. Uf, eso estuvo cerca.

-habla más bajo, recuerda que estoy en medio de una clase- respondí refunfuñando.

-oh disculpa- se apresuró bajando la voz- es que tengo algo muy importante que decirte, es urgente- decía con una voz en la que noté un tono de ansiedad.

-está bien, espera un segundo, intentaré salir se la sala- respondí aunque dudaba que obtuviese resultado. El profesor siempre se negaba a las salidas al baño o por cualquier otro motivo. Esa era la razón de por qué todos le odiaban.

-profesor- interrumpí carraspeando la voz. Él solo me observo dando a entender que debía proseguir- emm...necesito ir al baño…y es urgente- dije intentado poner la cara más parecida a piedad  que encontré en ese momento. Lamenté mi nula capacidad de actuación que siempre me delataba cuando lanzaba una pequeña mentira.

-no puedes- inquirió para voltearse nuevamente y seguir explicando. Había perdido la batalla pero no la guerra.

-profesor- exprese nuevamente- de verdad es urgente. Si  no tuviera que pedirle esto no lo haría pero lo necesito urgente…- él me observó cuidadosamente. Sabía que si no hacía algo para que me tomase en cuenta no lograría salir de ahí, así que no me quedó más remedio que pretender que estaba a punto de vomitar, acercando mi boca a la cabeza de mi compañera de adelante. Ella se sobresaltó y con cara de asco le suplico que me dejase salir. Él volvió a mirarme y con un gesto de cabeza me autorizó.

-graci…- pronuncie cubriéndome la boca con la mano para luego salir corriendo. De seguros todos estaban un poco asombrados por mi maravillosa actuación. Me sentía orgullosa de haber logrado por lo menos una vez en la vida mentir sin que se dieran cuenta, tanto que sentía que podía llegar a Hollywood si seguía así. Este último pensamiento me hizo reír ya que incluso en mi imaginación era imposible.

Me encerré en el baño justo en el momento en que el teléfono comenzó a vibrar.

-¿lograste salir ilesa?- preguntó como si estuviera en medio de una misión, aunque viéndolo por un lado se parecía mucho a una.

-sí, sí, logre salir. Ahora dime ¿por qué me llamas tan urgente?-

-¡oh lo olvidaba!- contestó. Se había enfocado más en cómo salía de clases que en lo que debía decirme- ¿tu teléfono tiene radio?- pregunto de repente.

-sí- contesté confundida. ¿Para qué necesitaría tener una radio en estos momentos?

- Ok, necesito que la enciendas y escuches la radio “Hellobroh”. ¿La conoces?-

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