"Nueva posición, nuevos retos III"

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La boca se me hacía agua tan solo con tener frente a mis ojos una hamburguesa caliente acompañado por papas fritas y un vaso de bebida. El olor subía hasta mi nariz provocando que todos mis sentidos se activaran, haciéndome sentir como el perro experimental que uso Pablov para su acondicionamiento. La forma en que mi boca se llenaba de saliva era igual que la del perro.

-no te lo devores con los ojos, mejor hazlo con la boca- me dijo Nicolás divertido tomando la suya para darle un gran mordisco. Realmente se encontraba hambriento. Asentí entusiasmada.

Tomé la hamburguesa como si fuera algo tan delicado como un cristal  y poniéndolo sobre mis ojos me lancé sobre ella. ¡Qué bien se sentía probar un bocado después de todo el día! No sabía si era por  no haber comido durante tanto tiempo o de verdad la comida era demasiado buena en este sitio, porque la hamburguesa me pareció la más deliciosa de todas las que había probado.

-delicioso- expresé con satisfacción lanzando otro mordisco.

-¿nunca habías probado una hamburguesa?- me pregunto divertido.

-no es eso- dije moviendo mi mano con negación en cuanto tragaba con esfuerzo –no había comido en todo el día, por lo que esto se siente demasiado bien…gracias por invitarme, te prometo que te lo pagaré-

-¿no habías comido en todo el día? ¿Querías verte en forma para tu cita?- me preguntaba con un tono de asombro.

-nada de eso- exclamé- simplemente no tuve tiempo. Tuve que ir de un lugar a otro sin más remedio que saltarme el desayuno y el almuerzo-

-eso es bueno, si dejaras de comer simplemente desaparecerías- decía  tocándome el brazo – dime…el chico con el que saliste… ¿es la persona en la que estabas interesada? ¿Por ese chico fue que me pediste consejo?- pregunto mirándome a los ojos. En ese preciso instante sentí que mi corazón dio un vuelco, tanto así que me atoré con el pedazo de hamburguesa que tenía en la boca. Comencé a toser como loca mientras todo el mundo nos observaba. Nicolás se puso de pie y comenzó a golpearme la espalda ya que no sabía qué más hacer.

-¿estás bien?- me decía desesperado- ¡vamos, respira!- me indicaba.

Lo aparte de mí con delicadeza para golpearme por mí misma el pecho haciendo que bajara de a poco ese escurridizo trozo que hacía brotar pequeñas lágrimas. Asentí rápidamente indicándole que estaba bien mientras él me observaba atónito.

-estoy…- intentaba decir mientras tocía- …estoy bien, ya ha bajado- le dije apuntándome la garganta. Respiré.

-realmente no sé cómo lo haces para terminar siempre en este estado- me decía sentándose más aliviado a mi lado.

Nuevamente algo volvía a moverse dentro de mí al darme cuenta que se situaba a mi costado. Me enderecé y tomé un gran sorbo de bebida para tranquilizarme.

-creo que di en el punto- me decía mucho más relajado poniendo sus manos en los bolsillos.

- ¡no es así, yo no pedí ese consejo por un estúpido pervertido, para nada. Fue con otro motivo! – explicaba intentando aclarar la situación que por algún motivo me molestaba que él pensara todo lo contrario.

-oh, ya veo- decía mirando el techo relajado.

Mire por la ventana cuando vi a un chico alto caminando con dos muchachas tomadas de la cintura una a cada costado.

-¡oh, el pervertido!- exclamé asombrada. Absolutamente él no perdía su tiempo ligando con chicas. Fue entonces cuando me di cuenta que yo no le había importado en lo absoluto, y seguramente aburrido y frustrado por no haber conseguido lo que quería, se fue en busca de otras chicas que como veía, estaban dispuestas a realizar sus deseos – increíble, ha pasado aproximadamente una hora y él ya se consiguió compañía doble…es un completo pervertido- decía observando cómo Joaquín le toaba el trasero a ambas.

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