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Han pasado dos clases, ya... Y aquellos ojos verdes aún no se despegan de los movimiento, gestos, comentarios y reacciones del pequeño de Derek Hale, si, él mismo Stiles -futuramente Hale- Stilinski.

Por la mente de Stiles solo pasaba una cosa: poner atención a todas las explicaciones de su profesor de Historia de la Psicología. Aprenderse todos los estudios de los psicólogos famosos era duro. Nombres raro, ideas que chocaban con las de Stiles, pero que aceptaba, aun sin entenderlas bien, pensamientos del hombre... Difícil, todo era difícil, pero no imposible.

El tiempo pasó rápido desde que Stiles entro a sus clases. Con la salida del profesor, Stiles tomo sus cosas y salió del salón, apresurado de llegar a casa y encontrarse con su amado.

Sin esperarse ningún obstáculo que lo detuviese para llegar a casa, un chico lo tomo del brazo, haciendo frenar su paso. El castaño volteo, extrañado, por aquella interrupción. Muy claro había dejado el que no quería ningún obstáculo en su camino, aunque solo fue dicho en su mente y nadie lo hubiera escuchado, para Stiles, sus gestos valen más que mil palabras. Miró, enojado, a aquel que le jalo el brazo. Zafó, bruscamente, su brazo de las manos del ojiverde, y con el mayor esfuerzo posible de no gritar e irse, lo encaro.

—¿Qué quieres, Reaken? —pregunto Stiles, simulando estar cansado.

Algo en Theo se revolvió. Al ojiverde le gustaba como el castaño pronunciaba su nombre. Ver como eso finos labio se movían al compás de la melodía que salida de su garganta con el apellido de Theo , este, con simplemente ese basto gesto de parte de Stiles, le alegro la tarde.

Sabe mi apellido, ¡genial! ¿Sabrá mi nombre? -pensó Theo.

—Bueno, esto... —Theo miraba, perdido, los ojos de Stiles. Por alguna razón, gusto o lo que sea, a el ojiverde le maravillaran esos ojos. Cansados, con lagañas, irritado o sin expresión alguna, le encantaban.

—¿Qué? —volvió a preguntar Stiles, un tanto fastidiado por la mirada de Reaken. Pero, al ver que esta no respondía, soltó, molesto:—. Mira, si no me vas a decir nada, no me llames. Cuando te acuerdes, me hablas, ¿vale? Me tengo que ir.

Theo pareció saltar, sorprendido, al notar como el castaño daba la vuelta y caminaba hacia la salida de la facultad. Recordando las últimas palabras del castaño: "Me tengo que ir". Quiso apurarse a detenerlo, pero su ensimismamiento al contemplar los bellos ojos de Stiles, lo detuvo.

Maldiciéndose desde sus adentros, corrió en busca del castaño. Theo tenía que hablar con el castaño y decirle su mentira, corriendo un riesgo grande. Que pena que el joven Theo Reaken no sepa que su lindo Stiles ABORRECE a los mentirosos.

¡¿Por qué no?! |Sterek|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora