Capítulo XVII

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Narra Saray

La furgoneta arrancó dejando una gran humareda detrás de ella. El camino empedrado hacía que el vehículo botara y nosotros con él en el interior.

Argos, el guardia de seguridad del campamento, cuyo cuerpo contaba con miles de ojos nos vigilaba desde el asiento del piloto. Salimos a la carretera y tan solo tardamos un par de horas en llegar al Empire State.

El vigilante aparcó encima de la acera, en frente de las puertas del imponente edificio de cristales.

Sin decir palabra las puertas se abrieron y Argos nos despidió con una de las manos.

Cogimos el poco equipaje que llevábamos y cruzamos las puertas. Mi mochila no pesaba demasiado y empezaba a preocuparme que no hubiera metido todo lo necesario pero procuré rechazar esa idea.

Las puertas se abrieron y nos introducimos al interior. En el interior había una recepción. Solo había un vigilante, quien levanto los ojos de una revista para mirarnos.

Nos dirigimos hacia el ascensor del fondo donde ya nos estaba esperando.

-¿En qué puedo ayudarles jóvenes?

-Queríamos ir al piso 600 -respondió Percy.

El vigilante se echo a reír a carcajadas.

-Lo siento, ese piso no existe. Este edificio solo tiene 102 pisos. ¿Seguro que no os referís al 60?

-No señor, queremos ir al piso 600 -insistió Will.

-Lo siento mucho pero no puedo ayudarles, ese piso no existe -volvió a decir.

-Claro que existe, nosotros queremos ir al piso 600 del Empire State -dijo Percy sacando de su bolsillo derecho un bolígrafo. -Al piso 600 por favor -y le quitó el tapón al boli, que seguidamente se convirtió en una espada.

El vigilante asintió levemente y le tendió a Percy una tarjeta diciendo:

-Adelante, al piso 600.

Picó al botón del ascensor y nos hizo pasar. En el interior del aparato mecánico me acomodé contra la pared, intentando asimilar lo que había pasado.

El vigilante introdujo la mano hasta los botones que indicaban los niveles del edificio, que terminaban en el 102 como antes había afirmado.

En un abrir y cerrar de ojos, sin entender como se materializo un botón acompañado del número 600.

Pulsamos el botón y el ascensor comenzó a ascender. Íbamos callados perdidos en nuestros pensamientos mientras la música del ascensor inundaba el aire.

A pesar de ser tantos pisos llegamos al Olimpo mas rápido de lo que esperaba. Se abrieron las puertas.

Me quedé alucinada, todo estaba construido con mármol blanco, un gran pasillo frente a nosotros avanzaba hasta una gran ciudad, era increíble que estubiera en el hogar de los dioses. Unas enormes fuentes y exóticas plantas decoraban el camino y toda la ciudad.

-Algo va mal -dijo Percy.

-¿El qué? -pregunté con curiosidad observando mas detenidamente todo, a mi me parecía que todo estaba en orden, aunque no había venido nunca antes, y Percy si...

-¿Qué es lo que pasa? -Cara parecía que pensaba igual que yo.

-Todo esta en silencio. Normalmente siempre hay ruido: risas, música,voces... pero ahora no se oye nada.

-Percy tiene razón, algo está pasando y no es precisamente bueno -le apoyó Jason.

-Si nos quedamos aquí, no averiguaremos nada -añadió Zoey.

-Vayamos a ver a los dioses, ellos sabrán que esta pasando -indicó Will.

Jason encabezó la marcha, conmigo al lado, seguidos por Cara y Zoey primero y Will y Percy después. Caminamos un par de metros cuando Jason y yo nos detuvimos de golpe.

-¿Por qué paráis? -preguntó Cara, todos se acercan a nosotros.

Frente a nosotros había lo que parecía una estatua, pero más de cerca, los pliegues de la túnica, los rasgos del rostro, la sensación de movimiento... eran tan reales que parecía una persona de verdad. Miré al frente y ví que había más estatuas, algunas en grupos, otras solitarias, otras con instrumentos...

-¿Creéis que es lo mismo que en el campamento Júpiter? ¿Hasta los dioses se han vuelto de piedra? -dijo Zoey expresando las dudas de todos en voz alta.

-Eso explicaría porqué esto está tan silencioso -comentó Percy.

-Y tan desierto -añadió Will. -No toqueis, ni roceis, ni os acerqueis a ninguna estatua. En la carta de Frank ponía que era contagioso.

-Todos estos dioses son menores. ¿Le habrá pasado lo mismo a los olímpicos? -preguntó Jason.

-Vamos a averiguarlo -dije reemprendiendo la marcha.

Caminamos entre las estatuas hasta llegar a unas enormes puertas. Debían de ser la entrada a la sala donde estaban los dioses.

-Vamos allá -oí musitar a Cara.

Empujamos las puertas pero no se abrieron. Ni siquiera cedieron bajo nuestro peso.

-¿Se supone que tienen que estar cerradas? -preguntó Zoey a los chicos.

-Todo lo contrario, deberían estar abiertas -dijo Percy preocupado.

-Los dioses deben de haberlas cerrado para que lo que sea que ha convertido a todos en piedra no entrara. Si esta sala es destruida todo el Olimpo se desmoronaría.

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Bueno como un buen día más aquí se encuentra nuestro capítulo, disfrutarlo.

Esperamos que sigais leyendo, votad ★ y comentad.

~Se despiden las doncellas literarias.~

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2016 ⏰

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