Capítulo 18

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Facundo pasó la noche acostado en el pecho de La Piba. ¿Por qué nos gustará tanto dormir con alguien? ¿Cómo es que sentimos la presencia de alguien cuando no concebimos ni la nuestra? ¿Será que el corazón no duerme? Que lindo sería pensar que el alma no duerme, y disfruta de momentos que nuestra mente no puede cuando apaga la luz. Porque el alma ve en la oscuridad. 

Desde esa noche de verano en el bar, este estudiante de Antropología se había pleanteado muchísimo la existencia del alma. ¿Cómo no plantearse la existencia del alma? Si la quería más que con el cuerpo, si amaba también su risa y no sólo sus gemidos, si por ella le agregó a su vocabulario la palabra "hogar". 

Se comunicaron con silencios. Silencios justos, y precisos. ¿Cuánta vida le había pasado por encima a la piba? Poseía una experiencia y una sabiduría que parecían no tener razón de ser.

Se despertaron casi al mismo tiempo. Parte de su pacto tácito, era no volver a hablar por un tiempo de lo que había pasado la noche anterior.

Cuando ella terminó el tercer mate, lo miró fijo. Facundo imaginó que tenía algo que decir. 

- Te esperé, una semana. Y no volviste.

- A ver, piba. ¿Yo tenía que volver?

- Vos te fuiste.

- No te iba a hacer mal venir vos, igual. - Facundo le guiñó el ojo.

- No es la primera vez que te vengo a buscar.

Él se paró, y se dirigió al equipo de música.

- Te encanta escaparte con música. - le soltó ella, dandole el gusto. A él le encantaba alterarla.

- No, la música no me escapa, me transporta. 

No tenía planeado pelearla, pero si cantarle un poquito. Había quedado bastante resentido con lo del tema de Soda Stereo. Ese sonido sublime y perfecto que rebotaba por las paredes, era Serú Girán. La piba suspiró. Probablemente presentía lo que se le venía. 

El se le sentó en frente, le sonrió, sintiendo que esta vez por fin ganaba. 

Empezó a cantarle algo así como 

Nena nadie te va a hacer mal, excepto amarte.

Vas aquí, vas allá, pero nunca te encontrarás al escaparte.

Ella no hizo más que reír.  Con nervios, por primera vez reía con nervios.

Te doy pan, quieres sal... 

nena, nunca te voy a dar lo que me pides.

Te doy Dios, quieres más,

es que nunca comprenderás a un pobre pibe

Pero el temblaba. Este era su golpe final. 

Si pudieras olvidar tu mente, frente a mí, 

sé... que tu corazón, diría que sí.

-  Pobres de todos aquellos que murieron sin haber escuchado Seminaré. 

- Pobre de mí, que me voy a morir sin escuchar lo que quiero de tu boca. - Dijo Facundo.

- Sabés, deberías estudiar teatro. Sos perfecto galán de telenovela.

- Sí, pero en la tuya, no soy el protagonista.

- Ni yo soy la protagonista de la historia. Además, mi vida está lejos a parecerse una telenovela. - ella reía. Parecía no hacerse problema por nada.

Facundo hizo silencio. No estaba abatido, como otras veces. Podía sentir que ella lo que quería. Aunque a veces, casi siempre, necesitaba que ella se lo confirmaba. 

La Piba parecía tener un Don especial para leer sus pensamientos. 

- Vos vas a ser realmente feliz, el día que entiendas que cada uno quiere de distinta forma. Cada uno quiere como puede, como quiere, como le sale. Nuestra naturaleza del cariño, es muy distinta. Además, todos tenemos algún límite en lo que podemos entregar. Algunos no sabemos cuánto podemos, y damos menos. Otros, como vos, dan mucho más de lo que tienen. 

Amor en tiempos de música.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora