Capítulo 33

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 La rambla, Montevideo, la brisa uruguaya y su magia.  No se arrepentía de lo que había hecho, para nada. No tuvo que practicar como la mayoría de las veces.

La propuesta era clara, muy clara. 

Su respuesta también fue muy clara.  Siempre no. Para siempre no. 

Le había hecho entender de mil formas distintas que el no iba a lastimarla, se lo había demostrado. ¿Acaso no lo había demostrado? Sí, lo había hecho. 

Ella debería saber a ciencia cierta, que nunca sería la sumisa de esta historia. Ni de ninguna. 

Le dijo que no, sabiendo que ese "no" , significaba el fin de esa convivencia hermosa y maldita con Facundo. Le dijo que no, sabiendo que no había vuelta atrás. Le dijo que no, viendose obligada a olvidarse de esos besos que sólo Facu podía darle. Ella le dijo que no. 

- Estás eligiendo tu vida profesional, y está bien. 

- No, piba. Estoy eligiendo mi vida, en la que quiero que estés vos.

- No puedo estar,  Facundo. No puedo más. 

- Yo necesito estabilidad. 

Era todo?, pregunté
(soy un iluso) 
no nos dimos nada más
sólo un buen gesto

- No puedo dartela. No puedo irme con vos.

Mordí el anzuelo una vez más
(siempre un iluso) 
nuestra estrella se agotó
y era mi lujo

- Entonces, al pesar del amor que te tengo, me voy. 

Ella fue por esa vez
mi héroe vivo
Bah! Fue mi único héroe en este lío

-Yo también te amo. Y esta bien, era parte del trato.

la maás linda del amor
que un tonto ha visto soñar
metió mi rock'n roll bajo este pulso.

Sabía que esa puerta se cerraba, para no volver a abrirse. "Así se debe sentir morirse" , pensó. Miles de imágenes pasaron por su cabeza. Risas, palabras, corridas, abrazos, transpiración, lágrimas, abrazos otra vez, canciones, muchas canciones, Soda Stereo, Los Redondos, no haber ido al recital del Indio, velas a Cerati, fiesta de colasión. Muchos abrazos más. Todo pasó por su cabeza. 

No iba a dar un portazo, porque no había enojo en su partida. La imagen del portazo era impactante, aún en lugares sin puerta. Ese adiós era dolor. Pero también decisión. Era respeto por sí mismo, respeto por ella, respeto por el amor en general. 

El se alejó despacio, caminando cansado, pero seguro. Por primera vez seguro. 

Ella lo corrió, y le gritó que pare. Era muy teatral para ser cierto. Facundo no la miraba a ella, si no a la cabaña. Parecía salida de un cuento infantil, o de película porno. Pero nada de lo que estaba pasando era alegre o exitante. Simplemente se estaba alejando de lo más lindo que le había pasado en la vida. Lo más lindo, no necesariamente lo mejor. 

Lo mejor era lo que estaba haciendo. Quererse, respetarse. Decidir que no podía estar al lado de quién no quisiera amarlo, o peor aún, con alguien que no quisiera admirir que lo amaba.

- Facundo.- estaba agitada, lloraba.

- ¿qué? - la dureza de su voz, era la propia del dolor, esa frialdad que te da haber sufrido tanto.

- Clara. Me llamo Clara. 

- Es un poco irónico. Te amo, Clara. Buena vida. Y para mí, vas a ser para siempre La Piba. 

Ella ya no lo siguió. Él se fue cantando.

Pero no va más por la orilla caminando, porque sabe que era hermoso entre los dos.

Amor en tiempos de música.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora