Capítulo 22.

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Hoy era el cumpleaños de Jake. Me desperté muy temprano en la mañana para ayudar a mi mamá con los preparativos. No seria una fiesta grande; sólo vendrán amigos y mis hermanos, le cantaremos el cumpleaños y pasaremos un buen rato.

Sé que Jake cumple dieciocho años y que deberíamos de celebrarlo a lo grande, pero él se opuso, diciendo que estando con la gente que quiere, se conforma ¡Que tierno es! Aunque yo se que lo hace porque sabe que mamá preparará un pastel de cumpleaños enorme y la mitad de éste será para él.

Ahora nos encontrábamos en el centro comercial, en el super mercado, para ser más específicos. Mamá caminaba muy rápido, mirando con una mano en su mentón cada estante, para elegir los mejores ingredientes. Yo trataba de seguirla con el carrito en mano, pero con Cameron montado en la barandilla de éste, no era muy fácil.

—Cameron, ya no eres un niño pequeño ¡Muevete! —exclamé.

Él solamente bufo y se bajo tal y como yo se lo ordené. Sonreí victoriosa y seguí mi camino.

Tal vez se preguntaran ¿Como es que pasé estos días después del beso? Pues he de decirles que no hemos hablamos de ello. Simplemente le cantamos el cumpleaños ese día y listo, pero eso si, ninguno de los dos dejó de sonreír desde ese momento, y aún seguimos sonriendo. Incluso cuando iba a despedirme de él —cuando terminó la fiesta— me dio un beso tan cerca de mis labios que cualquiera que nos viera desde lejos diría que nos besamos. Lo peor de todo fue que yo no me moleste por ello. Además, ¿porque debería? No me arrepiento de besarlo. Es más, lo haría de nuevo si pudiera o él quisiera. No les voy a mentir: Cameron es muy bueno besando.

El susodicho caminaba a mi lado, deslizando sus tenis contra la loza del súper mercado, giraba y hacia movimientos extraños mientras cogía con pasos de baile los ingredientes o productos que mamá le pedía y los depositaba en el carrito, arrojándolos como pelota en la canasta de baloncesto. Eso si les digo: desde que nos besamos, a estado más imperativo que antes.

—¿Que más nos falta, _____? —preguntó mamá.

—Uhm... —le di una mirada rápida a la lista que tenia en mis manos.

—Chocolates en barra para derretir y chispas de chocolate para las galletas —me ganó Cameron, hablando desde mi espalda y muy cerca de mi oído. Giré mi cabeza para verlo y sonreí ya que situó su mentón en mi hombro, él también sonrió.

Mamá nos observó por unos minutos con la ceja levantada, abrió su boca para decir algo y luego la cerró, repitió la acción un par de veces y luego sonrió.

—¿Cuando fue? —preguntó.

—¿Cuando fue qué? —dijimos Cam y yo al unisono.

—Cuando sucedió.

—¿Cuando sucedió qué? —volvimos a hablar.

—Lo del beso.

—¿Lo del beso qué?

—¿Fue en la fiesta de Cam? Porque mientras bailaba con Jim pude ver que dos cabelleras castañas se escabullían por fuera del salón —sonrió pícara— ¿Fueron ustedes?

—¿Fueron ustedes qué?

Mamá soltó un bufido, llevando su mano a la cabeza, al mismo tiempo en el que caminaba rápidamente hacia nosotros —ya que andaba en la otra esquina del estante—. Se cruzó de brazos y nos encaró a los dos.

—A ti te parí —me señaló— y a ti no te parí porque Libby y Víctor se me adelantaron —ahora señaló a Cam—, pero has sido como mi hijo desde que te apareciste en nuestras vidas —sonrió con ternura, al igual que Cam y yo—. Los conozco a los dos más de lo que ustedes mismos se conocen y sé que esas sonrisas de idiotas son por algo... Y espero que ese algo sea lo que yo quiero que sea ese algo —achinó sus ojos, señalándonos.

¡No Somos Novios! [Cameron Boyce y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora