Capítulo 41.

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Abrazando mis piernas con mis brazos, me encontraba pensando sobre la cama. Lágrimas de rabia, tristeza y dolor bajaban por mi barbilla y se perdían en mi cuello. Hundí la cabeza entre los brazos porque la simple luz de la habitación me molestaba.

¿Como me siento? Mal. Horriblemente mal. En parte porque mi productor estaba saliendo con mi madre, y en otra porque no nos lo dijeron. Lo mantuvieron en secreto por ocho meses y sabe Dios cuántos más si Cameron no los hubiera descubierto.

Cameron. Prácticamente le cerré la puerta en la cara y como si fuera poco, estuvo casi toda una hora tocando la puerta, rogándome que saliera o que lo dejara entrar, cosa que no hice. Quería estar sola y pensar las cosas, pero cuanto más lo hacia, más traicionada y molesta me sentía.

Una foto de papá en mi mesita de noche llamó mi atención. Estaba al lado de otra fotografía de mí y un amigo vestidos de personajes de Winnie Pooh y un reloj de mesa. Cogí la foto para observarla.

Era una fotografía familiar, algo vieja pero en buen estado. Estábamos los cinco, las niñas sentadas en las piernas de papá y mis dos hermanos varones a cada lado, todos sonriéndole a la cámara, que recuerdo que la tenia mamá. Pasé mi dedo por el apuesto rostro de papá y no pude evitar sonreír con lágrimas aún saliendo de mis ojos.

Mi papá era mi héroe, así como el de Jake y mis hermanos. Él siempre fue un hombre admirable. Talentoso, humorístico, simpático y cariñoso. Si tenias un pésimo día, solo ibas a la casa de los Short's para que Jacob Short Padre te cuente sus famosos y estúpidamente graciosos chistes.

Recuerdo como nos recibía con los brazos abiertos cada vez que llegábamos de la escuela. Como me acariciaba el cabello cuando me sentaba en su regazo. Cuando me decía "Buenas noches, pequeña gruñona", cada vez que iba a dormir. O cuando junto con el abuelo le hacían bromas a mamá con cabezas disecadas de venado. Mamá pegaba saltos de aquí al cielo y se molestaba con papá, pero éste solo se reía y le daba un beso, logrando así calmar a la bestia.

El día que murió fue el peor de mi vida.

Mamá llegó del hospital con una sonrisa triste en el rostro y los ojos surcados de lágrimas. No faltó decirlo; papá habia muerto por problemas respiratorios. Todo se descontroló. Gillian aventó las vasijas importadas de mamá. Jessilyn, quien estaba muy pequeña pero aun así entendió, sollozó desconsoladamente en el pecho de Austin, quien no lloraba tratando de aparentar fuerza para ayudarnos a nosotros, pero que por dentro estaba más que destrozado. Jake salió corriendo, buscando en cada rincón de la casa algún recuerdo de papá, de vez en cuando gritando su nombre.

Yo corrí también, pero fuera de la casa en dirección a la de los vecinos. No sé por qué fui hasta allí, pero recuerdo abrazar a un peluche de Christopher Robbins, sintiéndome segura y protegida, sabiendo que mi papá no se había ido porque siempre estaría aquí, conmigo, cuidandome. Abrazándome como Christopher Robbins lo hacía.

Tal vez eso era lo que necesitaba ahora; un abrazo.

Como si hubiese leído mi mente, unos golpes en la ventana se escucharon y, tras dejar la fotografía de vuelta en la mesa, fui hasta la ventana y la abrí, encontrando a Cameron parado detrás de la suya.

—Ven, Calamar.

Solo eso bastó para que cruzara el puente (si, hace unos meses obligamos a Víctor a construir un puente) y pasar los pies por la ventana hasta el cuarto se Cameron. Casi inmediatamente me lancé a sus brazos.

Él me atrapó en el aire y enrolló sus fuertes brazos al rededor de mi cuerpo, dejándome sentir el calor que emanaba del suyo. Me llevó cargando hasta su cama y se sentó en ésta, yo encima de él, con la cara hundida en su cuello, soltando sollozos de vez en cuando.

¡No Somos Novios! [Cameron Boyce y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora