Capítulo 56.

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—¿Que...? ¡No, Cameron! ¡No lo hagas! ¡No sigas, por favor! ¡No! ¡NO! ¡CAMERON, NO! ¡Para! Para... para...

Fue imposible. Cameron siguió, siguió y siguió hasta que no hubo quedado nada de aquél puente. Lo destruyó con tanta furia que no parecía él mismo. Cameron jamás había actuado de esa manera, mucho menos cuando se trataba de mí. Él era un chico que podía enojarse, si, tal vez no me hablaría por una semana. Quizá dos. Pero nunca llegaría a tal punto de... de destruir algo tan preciado para nosotros. Aquel puente era un vínculo entre ambos.

Flahsback.

—¿Ya está listo, pa? —preguntó Cameron desde mi habitación.

Victor estaba dándole los últimos retoques al puente. Si, así es, cuando dije que necesitábamos un puente, lo había dicho en serio y Cameron estuvo insistiendole casi todos los días a su padre para que lo construyera. Después de llegar a la conclusión de que Cameron no dejaría de decir «porfis, porfis, porfis, porfis, porfis, porfis» hasta conseguir lo que quería, Victor terminó accediendo.

El padre de Cam se secó el sudor de su cabeza calva, con el martillo entre los dientes, retrocedió gateando para atrás y admiró su obra desde la habitación de Camarón.

—Sigo diciendo que soy mejor pescador que carpintero, pero tengo que admitir que quedó bien.

Y estaba en lo cierto: el puente era simple, pero se veía estable, bonito, y eso era lo que contaba. Cameron y yo le agradecimos.

—No hay de qué, chicos. Pero Cameron, si vuelves a tener complejo de grabadora de nuevo, olvidaré que eres mi hijo y te venderé al mercado negro, ¿entendido?

Cam tragó en seco.

—Si... digo, ¡señor, si, señor!

—Así me gusta —asintió Víctor, dando media vuelta para salir de la habitacion de su hijo—. Nos vemos luego, chicos. No olviden que me deben un fin de semana pesquero. ¡Libby, amor, cocina aquél bacalao que traje esta mañana! ¡Me lo merezco!

—¿Hablas de las sardinas que pescaste esta mañana o del bacalao que compraste en el supermercado porque no pescaste nada más grande? —se escuchó la voz de Maya.

—¡Hey! Hay que ver que nadie respeta al hombre de la casa.

—Yo si te respeto, pa.

—Cameron, eres mi hijo favorito.

—¡Es porque no te dice que odia cuando lo llevas a pescar...! ¡Y _____ también!

—¡Maya! —nos quejamos nosotros.

—Un día de estos terminaré perdiéndome en el mar, y nadie va a extrañarme a excepción de Cienna, ¿verdad, bebé?

Imagino que Cienna lo ignoró porque Victoro susurró un muy audible: «Sep, nadie me va a extrañar» y lo oímos bajar bufando las escaleras.

Ste Biktor.

Ambos reímos mientras observábamos el trabajo terminado. Habia quedado tan perfecto que no me daban ganas de sentarme en él. Pero obviamente teniendo un novio como Cameron, fui arrastrada hasta ahí y me hizo sentar a su lado. Ambos, con las piernas colgando, observamos el suelo por debajo de nosotros.

—¿Sabes, Calamar? —habló él después de un rato—. Creo que este puente fue la mejor idea que hemos tenido. "El puente de Camarón y Calamar."

—Estoy en desacuerdo contigo, Camarón; la mejor idea que hemos tenido es y siempre será el Diccionario de Camarón y Calamar. ¿O es que lo no recorvidaste?

¡No Somos Novios! [Cameron Boyce y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora