Capítulo 8

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Mamá y yo entramos a la casa; después de que sacara sus artefactos médicos para revisar mi presión y mi temperatura, me permitió subir.

Ya en mi habitación, tomé mi pijama y ropa interior limpia; rápidamente caminé hacia el baño en donde me di una caliente y relajante ducha para dejar de pensar en todo lo sucedido con Alex.

Al salir, eché un vistazo en la habitación de mamá, en donde ella yacía plácidamente dormida en la cama; caminé de puntitas hasta ella y jalé las mantas para cubrirla. Los turnos de 24 horas la dejaban exhausta y si los fines de semana no descansaba lo suficiente, ella se quedaba dormida en segundos en cuanto su cabeza tocara la almohada.

Cuando estaba por bajar las escaleras al ático, recordé algo importante: el chocolate de Grace. ¿Ya se le habrá pasado el antojo? Pensé y lo esperé con todas mis fuerzas, porque de lo contrario me vería obligada a enfundarme mis jeans, tomar el auto de mamá y manejar hasta Petersburgo por una barra de chocolate.

-Grace, soy yo- dije al subir. La habitación estaba parcialmente iluminada, mi hermana se encontraba en la cama durmiendo; una de sus manos se posaba en su vientre y la otra con la palma mirando hacia arriba junto a su rostro. -Gracie- repetí tratando de despertarla mientras tomaba asiento junto a ella.

-¿Qué?- farfulló frunciendo el ceño

-Ordenare pizza, ¿no quieres? -eso la despertó

-Eso no es muy saludable- dijo aun con la mano en el vientre -Pero me estoy muriendo de hambre, así que pide una extra grande- Sonreí

-¿No te cepillas el cabello?- pregunté tomando con el dedo índice y el pulgar uno de sus descuidados rizos

-No me dan ganas- contestó ofreciéndome su teléfono; hice la llamada a la pizzería "Joe's" y me levanté, me acerqué al tocador en donde tomé un par de productos para cabello y un cepillo.

-Entonces lo haré yo mientras esperamos- le dije sentándome en la cama de nuevo


Sentía que éramos niñas otra vez mientras le desenredaba con cuidado sus mechones; ambas platicábamos más a gusto que nunca, ella me contaba que ya estaba investigando nombres para el bebé, también me sorprendió cuando me dijo que vendería su motocicleta; necesitaría el dinero para preparar la llegada de él o de ella.

Me imaginé cuan duro para Grace era deshacerse de su bien más preciado, mi abuelo se la había regalado para su cumpleaños, ella había sido tan feliz; ellos eran extremadamente unidos, quizás porque ambos compartían el mismo carácter y la forma de pensar. Nunca la había visto más sonriente que cuando la vio estacionada en el porche de nuestra casa con un gran y brillante moño.

Tristemente, nuestro abuelo falleció meses después, haciendo que, para Grace, esa motocicleta valiera más que todo el oro y la plata del mundo; había sido su último regalo para ella.

-Entonces...- insinuó Grace

-¿Qué?

-¿Cómo que qué?, ¿Cómo estuvo el día de campo?- preguntó con una sonrisa coqueta

-Muy bien, exceptuando la tormenta- contesté y ella se irguió de inmediato

-¿QUÉ? Emma, ¿cómo estás? - Me parecía increíble cuan profundo podía dormir, era como un oso en el invierno.

-Viva- dije con una sonrisa, pero a mi hermana no le pareció gracioso

-Emma, hablo en serio

-No entre pánico, me contuve lo más que pude

Estupidamente EnamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora