Capítulo IX : Tristes melodías.

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– Espero que le guste a mama la canción que le compusiste este año hermano. –Anuncio Anel mientras se dirigían al lugar donde descansaba su madre dentro del campo santo.

–Ten por seguro que le encantara Anel, me la pase días y noches escribiéndola. –Contesto Edgar sin dejar de caminar y con esa gran sonrisa en el rostro.

–Sí, tienes razón Edgar le gustara porque está escrita especialmente para ella, pero creo que un día de estos me pondré celosa por ello.

– ¿Por qué harías eso Anel? –Pregunto Edgar deteniendo su andar

–Quizás porque jamás has escrito una canción para mí. –Contesto Anel sin dejar de caminar.

–Pues no te preocupes –Continuo caminando –Antes de morir te escribiré una melodía solamente para ti.

–Ni se te ocurra hacer eso –Contesto Anel mientras detenía su andar y volteaba hacia donde estaba Edgar y le apuntaba con el dedo. –Quiero que aquella melodía emane de tu propia voz no solo que exista en una hoja de papel.

–Nadie sabe lo que le espera y veras que pronto recibirás lo que tanto anhelas. –El tomo su mano y sin dejar de reír la jalo para continuar caminando. –Ya tranquila hermana, era solo un decir.

–Te advierto: si te mueres antes de escribir la canción para mí o la escribes y nunca la cantas, ya verás de lo que soy capaz de hacerte hermanito.

–Me salió salvaje la niña, pero no importa la adoro de todas formas –Diciendo esto la aferro a su pecho con fuerza casi tratando de asfixiarla –Es la minina consentida.

–Ya tranquilo me vas a despeinar... –Dijo Anel intentando soltarse de aquella asfixia sin dejar de reír de cada cosa que su hermano le decía.

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– ¿Te encuentras bien Anel? –Pregunto Victor al darse cuenta que ella estaba en un estado de trance y abstraída en sus pensamientos.

–Si estoy bien son las tristes melodías que vienen a mi mente cada vez que lo recuerdo. – Contesto alzando la mirada al cielo y sin dejar atrás el tono apagado de cada día.

Caminaron en silencio y luego de un largo rato llegaron al lugar, solo que Edgar no estaba solo, ahí se encontraba Sofía la que un día fue novia de Edgar y que Anel no había visto desde el entierro.

–Sofía ¿Qué haces aquí? –Pregunto Victor sorprendido en cuanto la vio ahí parada frente a la tumba de Edgar.

–Hola Victor –Contesto Sofía en cuanto voltio y se dio cuenta quienes habían llegado, llevaba puesto unos pantalones de mezclilla color negro y una blusa color lila, su cabello lo tenía atado a una coleta, su mirada se veía apagada, sus ojos estaban muy llorosos al parecer había llorado por varias horas y quizás días, –Perdón pero tenía que verlo, espero que no te moleste Anel.

–Mi hermano te amaba demasiado y agradezco que estés aquí –Contesto Anel mientras se acercaba a Sofía y cuando por fin estuvieron cerca la una a la otra se abrazaron y Sofía volvió a llorar

–Anel lo extraño demasiado, de verdad que lo extraño y lo necesito. – Anel no pronuncio ni una sola palabra, solo se quedó mirando hacia la tumba de su hermano y luego de un rato se separaron de aquel abrazo.

– Sofía, ¿te encuentras bien? – Pregunto Victor mientras se acercaba a donde se encontraban ellas.

–No te preocupes Victor, estoy bien, gracias – Contesto ella mientras se limpiaba las lágrimas y veía como Anel se acercaba a la tumba de su hermano y al llegar se hincaba y recargaba su cabeza sobre aquella tumba donde descansaba. Victor quiso acercarse a ella pero Sofía se lo impidió tomándole del brazo. Todo estaba en silencio Anel no había pronunciado ni una sola palabra, ni siquiera había llorado, trataba de ser fuerte por todo lo que estaba pasando, porque aún no podía creer que bajo esa tierra estuviera su hermano y que la última vez que lo había visto solo reflejaba que dormía, como tampoco podía creer que a lado de esa tumba también se encontraba su madre y el único pensamiento que se le vino a la mente fue el querer saber cuánto tiempo pasaría o tendría que esperar para que por fin estuvieran juntos, para que jamás se volviera a sentir sola como aquel día que despertó creyendo que era un sueño todo lo que había pasado la noche anterior pero no fue así, todo había sido real y eso la volvió loca de alguna otra manera.

Año BisiestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora