Mei Uchiha II |Itachi| |Terminada|

13| "Odio"

— Capítulo 13 - "Odio"

"K— No me da buena espina"

"M— Ni a mi"

"K— ¡Corre por tu vida!" —comentó con un deje de dramatismo.

"M— Creo que no es momento de bromear" 

"K— Lo decía enserio" —susurró.

Miré seriamente a "Tobi", qué pasó y cerró la puerta detrás de él.

Caminé en reversa, queriendo estar lo más separada de este sujeto.

— No te preocupes. —dijo con su voz grave— No te haría daño, no si eres la nieta de Uchiha Madara.

— Mis sospechas eran ciertas. —dije rápidamente.

El desconocido me miró con el ojo entrecerrado.

— ¿A que te refieres?

— Si realmente eras Uchiha Madara no olvidarías a "tu" nieta. —remarqué el "TU"— Por lo que me llevó a una conclusión, tú no eres Madara.

— Vaya, que inteligente. —dijo con sarcasmo.  

— ¿Quien eres? ¿Por qué te haces pasar por mi abuelo? —pregunté con los ojos entrecerrados.

— Niña, si sabes lo que te conviene, no te recomiendo hacer preguntas de más. —murmuró.

— Esas preguntas son básicas. —respondí fríamente— Una persona normal te preguntaría "¿Qué planeas hacer con los Bijuus?" "¿Por qué creaste Akatsuki?" en cambio, yo te hago dos sencillas preguntas. 

— Y yo te hubiera respondido esas dos preguntas. —dijo— Tus preguntas son más complicadas.

— Sería menos complicado si respondieras. —presioné— No le veo lo malo.

— Es una historia larga. —dijo aún inmóvil en su lugar.

— Tengo el tiempo suficiente. —lo miré. 

"Tobi" se cruzó de brazos, y agachó la cabeza, como pensando en las palabras que me diría.

— Bien, tu ganas. —alzó las manos en el aire, en un gesto de inocencia, para luego cruzarlas bajo su pecho nuevamente. 

Sin permiso alguno se sentó en mi cama, con mi mirada siguiéndole. 

Este me miró.

— Comencemos, mhm. 

Tomé un cojín  que tenía por ahí y la puse a mitad de habitación, sentándome en él, claro está que no quiero sentarme al lado de ese.

Lo miré, esperando que diga algo.

— Quizá tu sensei, Kakashi, les contó algo sobre mí. 

Me sorprendí, ¿Este sujeto conoce a Kakashi?

— Nunca nos habló de ti. —gruñí.

— Mm, que pena. —dijo con un tono lastimero, obviamente falso.

Tocó levemente su máscara, debatiéndose en si sacarla o no. 

Lo miré fijamente.

Bajó de golpe su mano, deprimiéndome por dentro. 

Negó con la cabeza. — Te enseñaré mi identidad al final, primero te contaré la historia en que conocí a Madara.

Me quedé en silencio, esperando a que comenzara.