Capítulo 34

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París, Francia
Camille

Estoy temblando de frío, cada bocado que doy lo vomito.
Estoy sentada en un piso húmedo, las paredes son igual. Por una pequeña ventana entra la luz del día haciendo que vea solo la puerta.
De tanto llorar me he secado. De tanto vomitar me duele la garganta. Estoy segura de que si quiero hablar no se escuchara ni una palabra.

Creo que nunca estuve tan mal en mi vida.

¿De verdad creía que él me amaba?¿De verdad me creí él cuento de que él también sufrió en su vida?
¿Todo lo que me ha dicho era una mentira?

¿Él no me ama?

Es cruel que este pensando en eso en vez de odiarlo.
Debería odiarlo pero no lo hago. Sé que lo sigo amando.

La puerta se abre y deja ver a una figura.

El hombre trae una bandeja, en la que supongo trae comida y un vaso de agua.
A este no lo conozco, él no es él que normalmente me trae comida.

¿Cuántos días han pasado?

-He traído comida.

Lo único que hago es mirarlo. Deja la bandeja cerca de donde estoy y cierra la puerta.
Miedo y pánico es lo que siento. Lágrimas se forman en mis ojos y no van a tardar en salir.

¿Qué pensaba, que durante el tiempo que iba a estar aquí no me iban a hacer algo?

Los minutos pasan y no siento ninguna caricia, ni un movimiento. Abro los ojos y él hombre esta sentado frente a mi con una ceja alzada.

-Sigo sin entender que ven los hombres en las mujeres.

Mis lágrimas paran y frunzo el ceño.

-No te preocupes, nadie va a hacerte algo malo. Tenemos ordenes de no tocarte ni un pelo.
-¿Quien... Quien eres?- Mi voz se escucha muy ronca y al instante él toma él vaso y me lo entrega.
-No te lo puedo decir, cariño. Tendría varios problemas si lo hago.
-¿Puedo... Puedo llamarte... Acacio?
-¿Que es ese nombre tan feo?
-Significa "el sin maldad", es griego.

Mi voz se va recuperando de a poco.

-Por lo que tengo entendido, tienes náuseas. Te traje un sopa. Supuse que te dolería la garganta como para comer carne o algo solido.
-Gracias, supongo que es normal.
-¿Qué quieres decir con que es normal? - Su cara se puso blanca.
- Ya sabes, que la persona que amas te mintió todo el tiempo, no tener familia por su culpa.
-¿Sammy?, todo el mundo habla de él pero como soy nuevo en esto no se quien es. - Funce el ceño. - ¿Es guapo? - Mueve las cejas de arriba a abajo y yo escupo la sopa.
-Sí, lo es. - Murmuro con las mejillas sonrojadas.
-La única persona que está autorizada a tocarte es él. Así dijo Nate.

Las náuseas vuelven y me corro a un costado. Miro el suelo esperando la bilis pero solo fue una falsa alarma.

-Creo que eso es algo mas que disgusto. - Dice serio. - ¿Tuvieron relaciones, tu y Sam?
-Sí.
-¿Ya te vino el periodo?
-Tendría que venir esta semana.
-¿Puedo ver tu abdomen? No te haré nada, lo prometo.

Con confusión me saco la remera.

-Parte, por favor.

Acacio se levanto a la par mía y la puerta se abrió. Otro hombre entra y me mira y luego a Acacio. Camina rápidamente hacia Acacio y lo golpea en la pared más cercana. Están teniendo una discusión a susurros. Él recién llegado gira la cabeza hacia mi y yo atino a taparme el pecho. Vuelve su mirada a Acacio y asiente. Deja de tomarlo por la remera y sale de la habitación.

-¿Qué fue eso?
-Nada, fue un gusto conocerte, Camille.
-Acacio, necesito una respuesta.
-¿Si es niña le pones Diane?
-¿Qué?

Él se da media vuelta y se va, dejándome confundida.

Por acto reflejo me toco el vientre y sonrio sin entender el por qué.




Killer  |Sam Wilkinson AU|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora