Capitulo 17

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 En la autopista los autos maniobran contra el tiempo , nadie busca pescar un retraso. Al Este las señales de transito se elevan ansiosas. De pronto desde la carreta del Norte llega un vehículo a toda velocidad, es un camión de carga. Una mujer estar a punto de cruzar la calle, es una anciana y sus pasos son muy lentos, junto a ella va una pequeña niña de enormes anteojos. La niña tira de su abrigo entusiasmada, llevan boletos en la mano.  

— ¡Alto! —grita pitando el silbato un oficial— ¡Deténgase! —El vehículo gira a la izquierda, la mujer retrocede tirando del saco a la pequeña, las llantas de camión han dejado huellas en el asfalto y un sonido horrible llama la atención de los peatones. Se genera disturbio

    ¡Asesino al volante! —grita un joven sobre su bicicleta perdiéndose de vista entre los autos.

Con el volante entre manos, y ligeramente sobrepuesto, un campesino asoma la nariz tras el parabrisas, —Allá atrás —dice. Inclinando el espejo retrovisor —Sujeta bien la carga con esa cuerda, nos cae la poli

Una luz roja queda atrás, hay un vehículo de policía tras el camión, y sus sirenas están encendidas. No hay necesidad de hacer maniobrarse al oficial por la ventanilla con megáfono en mano. El campesino pisa el freno y un par de segundos después la sirena se oye más cerca. El vehículo rodea la estación, el auto se detiene  frente a un mural, —Patroncito, la carga esta...

—Ahora no —regaña el conductor.

El oficial que baja del vehículo es un tipo gordo y perezoso, sus pasos son cortos como serena la calma con la que agita su tableta de multas. —Amigo hoy no es un buen día para usted —comenta, asomando su regordete rostro por la ventanilla —Baje del auto.

El campesino observa al hombre, deja caer sus brazos sobre el volante sujetándolo aún con las manos —Oficial, lo siento... pero no puedo hacerlo—. Levanta el rostro, una ramita de tomillo quebrada en sus resecos labios.

Harry ahoga un grito atrás, la cinta cubre su boca, está perdido. Un hombre lo sujeta a una cuerda como a un prisionero, se ha asustado tanto que ha tirado al pobre muchacho bajo el asiento, está temblando y deja su sombrero junto al otro asiento, impone presión sobre su espalda con sus botas. El cuerpo gira hasta atorarse bajo el asiento, con una patada muda lo ha conseguido, no hay rastro del muchacho a simple vista. Esta agonizantemente  seguro  bajo el asiento.

—Señor, baje del auto ahora mismo —insiste el oficial. 

El ambiente se pone tenso, el hombre frente el volante balbucea cosas triviales rebuscando en la guantera sus documentos expirados. Harry abre los ojos, el compartimento es diminuto, su rostro esta presionado contra una compuerta. Hay una abertura de este lado, sus músculos están tensos decide inclina su peso, y un ojo aparece tras la luz; es un niño, un pequeño, está mirando fijamente a la abertura que lo une de su lado. "Un camión lleno de niños, niños inocentes"  —piensa. Parpadea cuantas veces puede, y al detenerse el niño se ha alejado. Por lo que ahora puede observar se lo agradece. Son más de diez, o quince  ahí, niños y niñas, apresados con enormes cuerdas sujetándolos de los pies a la cabeza. Están sentados formando un círculo humano. Harry piensa, que si su ojo sigue pegado ahí como lo está ahora caerá rodando a hacerles compañía. No duda cuan aterrador seria que notaran un ojo espiándolos, pero se resigna. De pronto una niña lo observa, esta silenciosa y al cabo de tres segundos, extiende su brazo a la altura de su rostro, su índice chocando contra sus labios 

Shhh

***

recuerdo

E_scape // Larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora