Capítulo 7

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Con la ayuda de unos habitantes de Kioto que se acercaron a verlos, pudo conseguir un poco de sake - bebida alcohólica hecha de arroz – y otras muchas vendas, y usó los pocos conocimientos médicos que su madre y algunos de sus maestros en el dōjō le habían enseñado. Limpió la herida, tratando que no se ensuciara por la tierra en el aire, y la vendó con manos hábiles mientras el comandante mantenía al joven despierto. Unos miembros del Shinsengumi que pasaron cerca de la escena pudieron ayudarlos a regresar al cuartel con Keisuke en brazos, todavía manchando las vendas con su sangre y recuperando y perdiendo la consciencia de minuto a minuto, pero con el dolor menos intensificado debido a los cuidados dados.

Cuando finalmente cruzaron las puertas de la entrada, el primero en aparecer fue el vice-comandante, quien tenía una clara expresión de desasosiego en los ojos en el momento en que notó la lesión, respondiendo a las sospechas que Tomoe tenía sobre si sería posible para Keisuke poder volver a sostener una katana cuando se recuperara. Lo vio compartir unas cuantas palabras rápidas con Isami después de dejar al lisiado en una habitación con el doctor Matsumoto atendiéndolo y, luego, sus ojos se encontraron. Ella se vio obligada a romper la distancia que había mantenido y se acercó cuando el comandante desapareció al doblar el pasillo.

- Chōshū...

- Después me lo explicarás bien. – La mano de aquel hombre se posó en la parte de arriba de su cabeza y le regaló una media sonrisa. - Hiciste un gran trabajo. Arigatō.

- Hijikata-san...

El control que estuvo tratando de mantener desde el instante en que sus manos y ropas se habían llenado de la sangre de otras personas, tanto de los que había lastimado como la sangre de Keisuke, comenzó a quebrarse en su interior poco a poco, provocándole un nudo en la garganta que supo que no podría contener por mucho tiempo.

- Yo...

- Ve a limpiarte, ¿sí? No te preocupes, todo estará bien, pero tienes que tranquilizarte. – Toshizō la tomó de la mano y ella no pudo contener un quejido de dolor. - ¿Estás lastimado?

- Īe, estoy bien.

Él la miró enfadado e hizo un poco más de fuerza con sus dedos, casi terminando por dejarla de rodillas debido al padecimiento que le provocó.

- No te atrevas a mentirme. Ve a buscar a Matsumoto sensei.

- Yo puedo encargarme de esto, Sannan-san necesita-

- Entonces deja que te revise después de que lo curen, ¡pero hazlo!

Decidió acatar sus órdenes sin protestar, aunque primero se dirigió al aljibe de donde extrajo un poco de agua limpia que usó para limpiar sus brazos y su rostro, tratando de refrescarse y despabilar su mente. Se encargó de vendarse su mano una vez que Matsumoto encontró el tiempo para decirle que estaba rota y debía cuidarse de no usarla. 

Con la compañía de otros hombres, se quedó junto al cuerpo de Keisuke por un tiempo que pareció eterno después de escuchar que las próximas horas serían decisivas para la vida del secretario. Todos se veían deprimidos por lo ocurrido, pero el más afectado entre ellos supuso que se trataba de Sōji, quien no abandonó su lugar a un costado del cuerpo de Keisuke en ningún momento, ni siquiera para la hora de almorzar o cuando Isami pidió a todos presentarse en una reunión.

- Hace unas horas, Takeda y algunos otros miembros capturaron al comerciante Matsuya Kiemon, y encontraron varias armas y cartas del Chōshū dirigidas a él con el nombre de Furutaka Shuntarō – anunció el comandante con voz grave -. Se lo llevó a interrogatorio para poder descubrir lo que están maquinando y reveló que se está planeando incendiar Kioto en una noche de viento para poder secuestrar al Emperador y llevarlo durante la confusión.

Mujer SamuráiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora