Capítulo 12

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Ya decididos a que no soportarían otro maltrato, se dirigieron juntos a un puesto alejado donde el padre de Masa era propietario, tratándose de uno de los mejores lugares para comprar udon en la ciudad entera. "Udon" era el nombre con el que se definía a fideos gruesos de harina que se añadían a la sola de miso con otros distintos ingredientes dependiendo de la zona. En ese lugar, por ejemplo, se lo servía con caldo de pescado y vegetales, mayormente puerro. Pidieron un plato para cada uno mientras que los hombres disfrutaban también de una botella de otoso – vino de arroz dulce -, la cual Masa se ofreció a servirles. ¿Acaso esa mujer podía representar aún más el modelo perfecto de esposa para cualquier hombre? Tomoe se extasiaba con sólo verla moverse con aquellos modales femeninos, al igual que Kotsune, mientras que ella debía esforzarse en controlar su apetito para no devorar su comida como lo hacía cuando comía con los demás samuráis del cuartel.

- Es extraño ver a Tomoe comportarse de forma delicada.

- Es cierto, ella suele ser una de las primeras en terminar junto con Shinpachi-san y Sano-san.

La aludida pudo sentir que sus mejillas se sonrojaban por sus palabras.

- Deberían cuidar de sus comentarios. Recuerden que Koizumi-kun puede no estar armada, pero no dudará si debe defenderse – los calló Keisuke.

Agradeció el comentario del secretario al mismo tiempo que daba otro bocado a una cantidad demasiado grande para su boca.

- ¿Sabes algún arte marcial, Tomoe-chan? – preguntó Masa, cambiando abruptamente el tema de la conversación.

No pudo evitar atragantarse con los fideos y recibió las palmadas fuertes de Heisuke en la espalda para poder sentirse mejor. ¿A qué se debería su curiosidad? Elevó la vista nerviosa por haber sido descubierta pero los capitanes se limitaron a observarla con calma. ¿Debería mentirle? La había visto defenderse en contra del vendedor, no tendría sentido si le decía que no conocía ninguna.

- Algo así - escogió responder sin darle mucha importancia.

- ¿Cuál tipo?

- Pues, ninguna en especial...

- ¿Crees que puedas enseñarme?

Sanosuke a su lado se atragantó con su bebida por la sorpresa al igual que le había ocurrido a ella e inquirió:

- ¿Para qué quieres aprender, Masa?

- Nunca está de más saber algo como eso. – La aludida se encogió de hombros y agregó en voz baja: – Además, Tomoe-chan es tan fuerte y fue tan valiente cuando aquel sujeto trató de lastimarnos. Yo también quiero aprender. ¿Qué dices? ¿Me enseñarías?

Tomoe admiró la posición recta con los brazos en jarra de Masa en ese momento, pensando en que su postura no quedaba con su apariencia dulce, y se sintió repentinamente identificada. Su sensei nunca se cansaba de recordarle su primer día en el dōjō cuando le había pedido que le enseñara, llegando vestida con una yukata rosada y el cabello atado en trenzas que una de sus hermanas le había hecho antes de salir, con las mejillas rojas por la vergüenza pero ocultadas con una disposición que él pocas veces había visto. ¿Cómo podría negarle a alguien más ese deseo? El cuerpo de Masa parecía débil, seguro que podría ser una presa fácil para cualquiera que intentase dañarla, y Sanosuke debía saber eso bien. ¿No estaría haciéndoles un favor a ambos al aceptar? Hizo a un lado su comida, pensándolo por unos segundos, hasta que asintió.

- Hai.

A pesar de que esperó una reprimenda de parte de Toshizō, éste no hizo ningún comentario.

Mujer SamuráiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora