Entre sus primeras tareas de la mañana siguiente, Tomoe usó parte de su tiempo para encargarse de colgar las campanillas que le habían obsequiado, ubicándolas en distintos lugares del cuartel donde pudiesen ser vistos por los miembros para que sintieran la paz que ella sentía cada vez que las escuchaba tintinear. El diseño de cada uno le ayudaba a recordar quién se lo había dado y, basándose en eso, eligió el espacio perfecto donde colgarlos: en algún lugar frente a la habitación de esa persona, con la esperanza de que todas las mañanas pudiesen escucharlos al despertar y lograr levantarse con sus típicas sonrisas en los rostros que siempre le gustaba ver. Aunque tuvo una excepción con un fūrin, al cual se decidió por colgar en el pasillo cerca de su propia habitación, tratándose del de hojas de cerezos, ya que le traía a la mente la imagen de Toshizō cada vez que veía el dibujo parecido a los sables del vice-comandante. Al principio se sintió una masoquista al saber que pensar en él la dañaba; sin embargo, no podía evitarlo, como si despertar con ese sonido todos los días fuese lo mismo que despertar a su lado. Quizás sea inútil, se había dicho a sí misma al colgarlo, pero no permitiré que me suceda lo mismo que a mi madre.
Cuando hubo terminado, después de desayunar y hacer una patrulla, dejó sus armas en su habitación y buscó dos bokken, o katanas de madera, que usaría para el entrenamiento que tendría con Hajime, quien la esperaba parado en medio del jardín en silencio junto al árbol de sakura – el cual ya estaba comenzando a perder sus hojas. Comenzando con una inclinación como saludo, combatieron por casi dos horas, sin descansos, con sólo ellos dos en aquel lugar que desapareció en el momento en que Tomoe recibió el primer enviste, concentrándose exclusivamente en su contrincante e ignorando lo que sea que ocurriese a su alrededor.
Desde que había entrado al Shinsengumi, ella se había concentrado en estudiar los movimientos de su capitán para cuando ese momento llegase, el de su primera pelea, pero no había contado con que, lo que él les enseñaba, no era nada en comparación con lo que veía en ese momento. No comete errores... No deja espacios abiertos... Hajime calcaba todos sus movimientos y los llevaba a cabo como si supiera lo que ella estaba a punto de hacer también. Le fue imposible decidir quién entre él y Sōji era más fuerte ya que, a pesar de tener tácticas diferentes, los resultados eran exactamente parecidos. Incluso si no podían desarmarla en el primer golpe, optaban por la segunda opción que trataba en llevarla al cansancio para luego darle un golpe certero y que, de tratarse de una pelea real, sería mortal.
Como había esperado, Tomoe fue derrotada en las tres prácticas que tuvieron, recibiendo en la última un golpe en su costado a una velocidad envidiable que hacía parecer que el capitán desaparecía por unos segundos de su vista por completo, dejándola sin respiración por el asombro. Exhausta, se dejó caer al suelo frustrada con las piernas acomodadas estilo indio y tomó su rostro entre sus manos sudorosas y magulladas debido a todo el esfuerzo puesto desde su primer día aprendiendo kenjutsu, que las había vuelto duras y callosas. Hajime le ordenó que tomara un descanso para continuar en media hora por lo que la muchacha volvió a levantarse para lavarse el sudor de su cuello y comer algo después de haber perdido el almuerzo, feliz de que sus compañeros en la división le hubiesen guardado comida. Mientras daba su primer bocado, atisbó a Isami entrando por la puerta con una sonrisa.
- Koizumi-kun, ¿qué haces aquí?
- Perdí el almuerzo así que unos compañeros me guardaron algunos restos para poder comer – expuso, limpiando sus manos con un pedazo de tela vieja -. ¿Cómo ha ido la reunión con Aizu?
- Mejor de lo que esperaba. Parecen estar conformes con lo que ocurrió en Ikeda-ya y se disculparon por haber mandado los refuerzos tan tarde.
- Disculpas no devolverán a los muertos a la vida.
- Es cierto, pero no podremos honrar mejor su memoria que alcanzando la meta del Shinsengumi. De esa forma, cuando alcemos nuestra bandera frente al mundo, sabremos con seguridad que ellos nos estarán acompañando y su muerte no ha sido en vano.
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Mujer Samurái
Random- ¿Sabías que el sakura es la imagen que se presenta en el emblema de los samuráis? - Hai, lo sabía. - Sakura es la única flor que se desprende del árbol antes de marchitarse, cayendo en su máximo esplendor para morir en el suelo, joven y hermosa. A...