Capítulo 21

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- Ikō, Koizumi-kun, déjame ayudarte.

Gracias a la ayuda de Isami y Genzaburō, la joven se levantó después de que los dueños del lugar se encargaran de los hombres que habían traído problemas y, recibiendo el agradecimiento de la maiko que había salvado, regresó a su habitación, donde el aroma a comida la incentivó a olvidarse del dolor físico por al menos unos minutos y siguió engullendo sus platos con gusto, tratando de no prestar atención a la hinchazón de su labio inferior o la sangre que sentía en su boca. Ni siquiera se atrevía a respirar hondo porque sentía que su pecho ardería en cuanto llenase sus pulmones. Duele... pensó para sus adentros. Sin embargo, a pesar de que sus acompañantes estaban esforzándose por olvidar lo sucedido y regresar la festividad al ambiente, Tomoe pudo notar que nadie se veía del todo cómodo con la situación y decidió dejar sus palillos a un costado para aclararse la garganta, llamando instantáneamente su atención. Sabía que estaban esperando una explicación y quería dárselas. La merecen.

- Algunos años atrás - comenzó con su relato, manteniendo la vista fija en su regazo -, cuando todavía vivía en el Okiya, mi primera noche como protagonista de una cena llegó. Mi primera noche como una geisha real. - Ignoró la sensación incómoda en su estómago al darse cuenta que nunca había contado aquel recuerdo en voz alta. - Me tocó atender y entretener a un grupo de hombres, quienes se hacían llamar samuráis porque llevaban katanas con ellos. Al principio se trató de una noche estupenda, sabía que estaba haciendo un buen trabajo, por lo que supongo que bajé un poco la guardia. Por ello, cuando uno de ellos me pidió que me acercase para servirle sake, no creí que algo pudiese suceder hasta que sentí sus manos... queriendo tocarme - masculló por lo bajo, sufriendo un escalofrío -. Me pidió que fuese su acompañante por esa noche. Hice lo posible para mantener la calma, lo cual, como ustedes saben, no es sencillo para mí, y le dije que no prestábamos ese tipo de servicios allí y luego le pedí que me soltara. Pero no lo hizo y él... - Tragó saliva y cerró los ojos al sentir que se humedecían. No podía ser débil. - Él y sus amigos me colocaron en el suelo.

Se detuvo por unos segundos para calmar su respiración al mismo tiempo que sentía la mano de Heisuke colocarse sobre una de las suyas, apretándola para darle ánimos.

- Después de unos minutos forcejeando, conseguí soltarme. Pero no escapé - admitió con una sonrisa que no expresaba una pizca de felicidad -. Fui estúpida y preferí quedarme a enfrentarlos. Me golpearon hasta que mi madre, Aoi, llegó a buscarme. Les suplicó a uno de ellos que me dejara en paz y trató de calmarlos, pero este sujeto se enfadó tanto que... la atravesó con la hoja de su katana. Ella estaba justo frente a mí, mirándome, y la observé sufrir hasta que finalmente cayó al suelo y murió. - Volvió a abrir los ojos al estar más tranquila y dio un vistazo a su alrededor, encontrándose con todos los rostros serios de sus compañeros. - Traté de vengarme, ya que era lo único que podía pensar en hacer en ese momento, pero fue estúpido. Terminé inconsciente después del primer golpe que me dio. Aunque, cuando volví a despertar, este hombre estaba muerto debido a un extraño que logró entrar a tiempo para salvarme. De no ser por él, probablemente no estaría aquí hoy.

- ¿Un desconocido te salvó? - inquirió Sanosuke confundido - ¿Naze? ¿Lo conocías?

Tomoe no pudo evitar mirar a Toshizō al escuchar la pregunta pero prefirió no sacar conclusiones en ese instante y se limitó en responder:

- Īe. Pero está en el pasado. - La muchacha esbozó su mejor sonrisa al terminar, ignorando el dolor que sintió en los músculos de su rostro. - Ahora, por favor, sigan disfrutando de la noche como lo habíamos planeado. Quiten esas miradas lastimosas y no me hagan sentir patética. Esta noche se supone que se trata sólo de Sano-san.

Mujer SamuráiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora