Cuando terminó de hablar, pudo ver a Heisuke regalándole una última sonrisa justo antes de escuchar cómo un último suspiro se escapaba de sus labios. Horrorizada, atestiguó el instante en que el joven capitán cerraba los ojos y se quedaba dormido, sumido en aquel sueño eterno que ya le había quitado a tantas personas en esos últimos años. ¿Por qué Heisuke-kun? ¿Acaso no era la persona que menos merecía ese destino? Tomoe colocó una mano sobre el hombro del muchacho y lo removió, insistente en intentar despertarlo. No podía morir, no aún. Tenía toda una vida por delante, ni siquiera había podido conocer a una mujer, ni casarse, ni tener hijos. ¿Nande? Ella estaba demasiado sorprendida para siquiera llorar. En su cabeza, sólo podía ver la imagen del vice-comandante el día en uno de sus primeros días en el Shinsengumi. Podía recordar la pregunta que le había hecho a la perfección.
- ¿Matarías para salvar una vida?
No había logrado comprenderla en su totalidad en ese momento. Quizás si hubiese matado a aquel hombre en cuanto lo tuvo en frente, Heisuke no se habría visto obligado a salvarla y entonces Tsunesaburō no lo habría asesinado, creyendo que se trataba de alguien del otro bando. Tsunesaburō, repitió para sus adentros ese nombre, apretando el kimono de Heisuke con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron pálidos. Tomoe levantó la vista con los ojos inyectados en sangre y estudió su alrededor hasta que, a pocos metros, encontró al asesino del capitán quitándose la flecha que lo había atrevesado y girándose en busca del culpable. Estoy aquí, kuso yarō, dijo en su mente y, sintiendo el mismo calor que se había apoderado de su cuerpo segundos atrás, dejó que la furia la llevara a ponerse de pie y caminar a paso veloz en dirección a Tsunesaburō. Recogió la flecha todavía ensangrentada del suelo cuando el aludido se volteó hacia otro lado y estuvo a punto de saltar sobre su espalda, pero unos brazos la rodearon, deteniéndola en el acto.
- ¡Īe! - rugió, desde lo profundo de sus pulmones - ¡ĪE! ¡¡Suéltame!!
- Detente, Tomoe-chan - oyó la voz de Sanosuke hablarle con calma -. Él no es tu enemigo.
- ¡¡Asesinó a Heisuke-kun!!
- No lo sabía... No podemos culparlo.
Sin importarle el rango de diferencia ni el hecho de que fuese su amigo, Tomoe usó la flecha en su mano para provocarle un corte en un brazo desnudo, consiguiendo que la soltase. Vislumbró la expresión asombrada de Sanosuke en cuanto observó la herida, aunque eso no calmó el fuego interno y, cuando intentó saltar sobre él también, otros brazos la sostuvieron.
- ¡¡Oi, Tomoe-chan!! - Esta vez se trataba de Shinpachi. - ¡Jūbun'na! ¡Ya basta!
- No te escuchará - respondió Sanosuke, cubriendo el corte para que no brotara la sangre -. No está pensando racionalmente.
Antes de darle la oportunidad de callarlo a gritos, el empujón de un extraño a un costado logró que Shinpachi la dejara libre y, poco después, fue envestida por uno de los enemigos. Cayó de espaldas al suelo con el gigante sobre ella, perdiendo la flecha por el golpe, pero la bestia que controlaba su cuerpo no le interesó que se encontrase indefensa y llevó sus dos manos al rostro del hombre mientras recibía algunos puños y rasguños. Usando toda su fuerza, consiguió empujarlo lo suficiente para sentarse en el suelo y le propinó una patada en el estómago, la cual sirvió para terminar de apartarlo. Buscó a tientas la kaiken entre sus harapos, empujó a Sanosuke a un lado cuando amenazó con encargarse del extraño por ella y, sin pestañear, clavó el filo de la hoja en el lugar donde sabía que estaría su corazón.
- Elegiste un mal momento para molestarme - le susurró mientras veía cómo la vida comenzaba a esfumarse de los ojos del hombre debajo.
Admiró la manera en que sus dedos se llenaban de la sangre cálida del extraño y, de repente, el rostro de su maestro se materializó en su cabeza. ¿Está es la respuesta, entonces? Se preguntó a sí misma. ¿Estoy dispuesta a sacrificar mi humanidad por venganza? Dio un vistazo a su obra ya terminada y, como si la sangre la quemara, soltó la kaiken y se levantó rápidamente.
ESTÁS LEYENDO
Mujer Samurái
Random- ¿Sabías que el sakura es la imagen que se presenta en el emblema de los samuráis? - Hai, lo sabía. - Sakura es la única flor que se desprende del árbol antes de marchitarse, cayendo en su máximo esplendor para morir en el suelo, joven y hermosa. A...