El corazón de la araña.

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Dentro del quinjet se encontraban tres hombres y una joven mujer que yacía profundamente dormida en el fondo de la nave, los hombres estaban concentrados en diferentes cosas, cada uno muy preocupado por las particularidades que ocurrían en su mente.

El primero de ello, el rubio que acababa de pelear con quince hombres de la organización que más detestaba en el mundo, él pensaba en los horrores que la pobre chica habria pasado. Se preguntó si le habían borrado la memoria como a su amigo Bucky, y si había sido así ¿Con qué motivo?

El segundo, el hombre del parche, ese pensaba en lo bien armado del embuste, si ese era el caso. Ya planeaba sentar a la chica en esa maquina detectora de mentiras a la que ni Romanoff podía engañar, y planteaba con cuidado cada pregunta que tendría que hacer. En secreto esperaba que la chica no estuviera mintiendo, no solo no le apetecía tener que acabar con ella, sino que sería un desperdicio de habilidades, esta chica -pensaba él- había hecho armas poderosas e ingeniosas mientras estaba en S.H.I.E.L.D.

Pero los pensamientos del tercero eran más simples. Sam solo tenía curiosidad por conocer los motivos que tenía hydra para querer a una chica tan joven como lo era, ya sabía que era una genio, pero estaba seguro que hydra tenía muchos científicos brillantes. Además, se preguntaba cuál era toda la historia de los días perdidos.

Así se quedaron por un largo rato, dispersos en sus pensamientos y planes, hasta que el alba comenzó a despuntar, se dieron cuenta que ya estaban muy próximos a su destino. La antigua torre Stark, que había pasado a ser "Torre Avengers" y actualmente ya no tenían idea de como llamarle, ya que ahí ya solo había un vengador desde que habían transferido todas las operaciones del equipo a las afueras de Nueva York.

-Torre -se anunció Sam a través del comunicador con la torre-, este es Reina Maria uno, solicitando permiso para aterrizar.

-Se supone que dirías "Soy la Reina Maria", arruinaste el chiste -dijo Stark por los altavoces- y no es maldito aeropuerto para que pidas permiso ¡Hazlo y ya! -los de la nave negaron con la cabeza, Sam fue el único que si río.

-Voy a despertarla -se ofreció Rogers y Fury asintió. 

Se levantó y caminó hacia la parte de atrás de la nave, ella aun dormía pero había algo en el modo de dormir de Rebecca que no le gustaba, parecía respirar muy rápido, como cuando tienes una pesadilla y sus brazos estaban colocados con demasiada soltura en los lados, su mano caía del asiento sin ninguna oposición del cuerpo. Parecía muerta, pensó él. Acercándose más de prisa se dio cuenta que la frente de ella estaba bañada en sudor y que su rostro lucía en exceso pálido. Rogers llevó su mano a la frente de la muchacha y comprobó que estaba ardiendo en fiebre.

-Fury -llamó la atención de ambos hombres. Para ese momento ya habían aterrizado-, parece que necesitamos un poco de ayuda adicional. Ella esta peor de lo que creímos.

Ambos hombres acudieron a ver qué ocurría y al ver el aspecto de la chica se preocuparon. Sam salió de inmediato de la nave, diciendo -Yo le aviso a Tony. 

En cambio Steve la tomó en sus brazos de nuevo, estando tan cerca podía sentir como su corazón latía con mucha rapidez y poca fuerza, apresuró el paso y una vez dentro vio que Tony le indicaba que la dejara en el sillón. Con toda delicadeza dejó a la inconsciente y febril Rebecca mientras Stark hacía llamadas sin parar.

***

Ya era medio día, de la habitación donde habían acomodado a Rebecca habían salido y entrado varios doctores, todos habían dado diagnósticos diferentes por lo que los hombres estaban comenzando a sospechar que lo que fuera que tenía era provocado por el tiempo con los de hydra.

Rompiendo el mito: Capitán AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora