Rompiendo el mito: Capitán América

Pruebas, aviones y chivatos.

-¡Más rápido, más rápido! –sentía que en cualquier momento me iba a detener a vomitar, pero si lo hacía demostraría que soy débil y que no estaba al nivel de los demás, Sam corría a mi lado para no hacerme sentir mal y cada rato me veía, él también esperaba que vomitara o me desmayara-. Bien, una última vuelta y ya está.

-Hace dos qué dices eso –reclamo Wanda, a ella tampoco le gustaba correr, pero ya estaba acostumbrada a la rutina del Capitán.

-Está bien –Rogers dio una palmada y todos nos detuvimos me quedé de pie luchando por recuperar el aliento y Sam puso una mano en mi hombro para sostenerme.

-Bueno, creo que hoy corrimos más que nunca –acepta Rhodes jadeante-. Creo que es tu culpa –susurra.

-Yo no entiendo porque Wanda corre –ambos hombres me observan-, ella vuela por amor de Dios, los demás si lo necesitamos, de algún modo tienen que saber defenderse y soportar esto. Y por otro lado... él me odia y quiere ver que tan resistente soy.

-Bueno, pues más nos vale no provocarlo –finalizó Sam caminando más rápido para llegar donde Steve.

-Ustedes saben que hacer –dijo Rogers de la nada y me observa-, yo tengo que hacer unas pruebas con Carter.

-Más vale que no sean más vueltas o le voy a vomitar en la cara –susurre antes de seguirlo, Rhodes se rio.

Me llevo al área de tiro, ahí había todo tipo de armas, incluyendo el arco de Clint, en ese momento sentí melancolía porque ahora comprobaba que aunque Barton casi me rompía un hueso diferente cada día, él tenía compasión de mí y comprendía que yo no había sido capacitada para misiones de campo.

-¿Cuál sabes usar? –pregunto, esta era mi oportunidad de venganza por hacerme correr tanto.

-Todas –respondí sencillamente, él levantó una ceja con incredulidad. Me acerqué a cada módulo y tome 10 armas diferentes incluyendo el arco de Barton y casi lo pude oír gritándome que no lo tocara. Me coloque de frente al blanco y haciendo gala de todos mis conocimientos las cargue, descargue y disparé, mi puntería ahora era mucho mejor que en la última prueba cosa que no me sorprendió, ya sabía que mi estado físico también era óptimo. Por último tome el arco, tense la cuerda y la ancle junto a mi boca, respire profundo y la solté, la flecha no dio en el centro del blanco pero no quede mal-. No sé si te lo dijeron pero es a esto a lo que me dedico...

Coloque todas en su lugar mientras él asentía.

-¿Ya no me hablas de usted? –me detuve, todo el mundo decía que este hombre era uno de los de la vieja escuela, con modales únicos, pero conmigo se comportaba como un auténtico patán.

-Nop, solo soy respetuosa con quien lo es conmigo y tu –dije remarcando la última palabra- no has hecho más que molestarme y comportarte como un... -me contuve, no era el momento-. ¿Qué sigue en las pruebas? Creo que ya demostré que no soy mala con esto.

-Combate –soltó simplemente.

-Bien, me encantara romperme unas cuantas costillas.

Durante 20 minutos espere por mi oponente, sospechaba que no sería él porque no estaba tan loco, así que conseguiría a alguien que me diera una lección pero que no fuera súper. Y así fue, para mi sorpresa María Hill fue la elegida.

Ambas estábamos sobre el ring con ropa deportiva, ambas enviábamos miraditas de odio en dirección a Steve Rogers, en cambio Hill me daba miradas de disculpa.

-Tranquila, María. Ya no soy tan torpe –le guiñe un ojo y ella sonrió.

-Más te vale, porque yo no soy piadosa para nada.