Queriéndolo o no

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La leve turbulencia nos hace saltar un poco en nuestros asientos. Soy piloto de un jet con cuatro vengadores, dos permanecieron en la base para asegurarse de que estuviera todo en orden, para cuidar y ayudar a Kate y por si las dudas. Tampoco quería a Sam cerca porque él conocía nuestro plan muy bien y en cuanto viera la farsa que iba a montar lo impediría, no tuve opción con Visión, él es un elemento fuerte y no era buena idea dejarlo, no si quería que los demás salieran vivos y bien de ahí.

La electricidad del jet se me metía bajo la piel tanto como las miraditas que me lanzaba Steve, estaba haciendo un pésimo trabajo al disimular su preocupación y eso solo me ponía más nerviosa. Una mirada atrás me dijo que los demás estaban muy sumidos en su parte de la misión, los únicos que conocían los planes de todos eran Steve y Kate.

Tome la mano de Steve y la apreté, como siempre, él me devolvió el apretón.

–Cuando regrese quiero que haya una pizza en casa ¿entendido? –Le digo, él asiente aún sombrío– Quita la cara de funeral ¿quieres? Nadie se ha muerto.

–Aún –completa él.

–El único que va a morir va a ser Banzer –respondo.

Nadie cree que ese idiota se dé por vencido y se por Nat que si ella tiene la oportunidad no va a dejar que se rinda y si lo hace va a fingir que no lo hizo, Natasha quiere ver su sangre en el piso casi tanto como yo, aunque a mí me bastaría con casi matarlo para ella no es suficiente. Nat también dijo que a los demás no les molesta la idea de matarlo, lo que me hace preguntarme si seguimos siendo los buenos. Bajo ninguna circunstancia está bien querer acabar con la vida de alguien y querer hacerlo tampoco es bueno, pero tratándose de alguien como Banzer no estoy tan segura.

–Ya te dije que nada va a pasar –le recuerdo–. Confía en tu brillante novia para ser más inteligente que cualquiera de los cabrones que él tenga. Estoy preparada para cada cosa que él ponga ante mí, he pensado en cada posible escenario y sé cómo moverme. Cree en mí, si tú no lo haces nadie más lo hará y estarán pensando en recoger el cuerpo sin vida, quizá hasta yo lo crea.

Él trata de interrumpirme pero se lo impido.

–No estoy dependiendo de ti, solo te estoy diciendo que me importa lo que pienses, sabes lo que va a pasar hoy y en los siguientes días. En esos días yo voy a depender de ti y cada vez que esté por darme por vencida, cada vez que me sienta débil y crea que Banzer va a ganar, en cada uno de esos momentos no lo voy a dejar por ti y por mí, porque quiero más días contigo, lo voy a dar todo por verte una vez más, por besarte de nuevo, por una vida contigo –estoy hablando en voz baja pero todo el sentimiento se transmite a la perfección–. Quiero que tú hagas lo mismo por mí, que no te des por vencido y nunca creas que yo ya lo hice, tendrás que enfrentarte a los demás una vez que yo me haya quedado, demuéstrales lo seguro que estás de lo que voy a hacer y te apoyaran, demuestra tu duda y nos van a odiar a ambos aunque regrese viva. ¿Me entiendes?

–Lo hago, pero no lo hace más fácil –dice–. Estoy acostumbrado a ser yo quien da los discursos esperanzadores, a ser el primero en lanzarse, pero antes no tenía que perder, no tenía nada. No me parece justo tener que perderte, que perder lo que quiero por segunda vez, no quiero perderte por valorar más otras cosas.

Le sonrió, acaricio su mejilla con mi dedo índice trazando sus rasgos. Hubiera dado todo por escucharlo ser egoísta antes, porque me pidiera que dejáramos que todo se viniera abajo sin voltear a ver el incendio que quedaba detrás. Ahora es doloroso saber que yo estoy sobre sus principios.

Dibujo en mi mente su rostro como le he visto hacer muchas veces, esta vez soy yo quien teme olvidar su rostro cuando estemos lejos. Me aferro a todos los recuerdos que tengo con él para darme fuerzas.

Rompiendo el mito: Capitán AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora