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BECCA:

PROS Y CONTRAS

Cuando desperté el día siguiente me quedé inmóvil en la oscuridad pensando en lo poco que sabía, era difícil de tragar la sensación que conocer a Dalia me había provocado, sin duda había supuesto un cambio pero no quería créeme una mentira de Banzer pero tampoco podía negar que tener una madre me emocionaba, ella podía ser lo último de mi familia y aun así no dejaba de preguntarme si sería verdad.

Me revolví en la cama hasta que me quede dormida y al despertar no me moví, quería seguir pensando en la oscuridad, que todas estas dudas que habían surgido tan rápido se fueran al encender la luz.

Sin embargo yo tenía la forma de contestar a mis dudas, no estaba segura si Banzer sabía de mi capacidad de hurgar en su mente, no muchos sabían de esa parte de mi habilidad, de eso solo sabían mis cercanos porque era algo que no usaba a menudo. De todos modos aunque lo supiera no tenía modo de defenderse de ello, él no había practicado como Nat a defender su mente de mí. En cuanto me incorporé la luz se encendió y yo me decidí por completo, no iba a desperdiciar mi siguiente oportunidad.

No tuve que esperar mucho, Banzer vino un rato después, con sus aires de grandeza y una maleta, misma que lanzó a mi cama.

-Vístete -me ordenó-, tu trabajo comienza ahora.

No puedo negar que sentí miedo, no quería saber qué era, me asustaba pensar que me pondría a matar gente para ver qué tan esclava suya era. Abrí la maleta y me sorprendió ver mi traje ahí, intacto y limpio, además de eso estaban mis brazaletes y mi avión, eso fue lo primero que me puse.

Una vez vestida experimente algo similar a lo que había sentido la primera vez que use el traje, ese poder que me daba volvió y reafirmo mi confianza, sentí que podía con todo. Se lo agradecería a Tony al regresar.

Banzer me llevo escoltada por otros cuatro tipos por aquel lugar, reconocí algunos pasillos del paseo del día anterior, ahora tenían más sentido en el mapa que estaba haciendo en mi cabeza y añadir más tramo fue mejor. Fuimos hasta una especie de hangar de techos altos, no había nada ahí que pudiera pilotar pero si había una enorme puerta de concreto por donde cabía un quinjet. En el centro de la habitación habían colocado un cuarto más pequeño que me recordaba al simulador en la base, esperaba de todo corazón que lo fuera.

-Vamos a ver majestad, ¿qué arma le gusta? -pregunto Banzer.

-Tus espías ya deberían de saberlo -dije yo-, siempre entreno con la misma.

Estábamos ante la puerta de la habitación, uno de sus hombres se le acercó y le entrego mi bastón.

-Vaya, pensé que nunca lo verías -dice él- ¿Cuándo te diste cuenta?

-Cuándo uno pasa mucho tiempo a solas se da cuenta que la soledad susurra la verdad al oido pero solo si la quieres escuchar -le miento-. ¿Qué hacemos aquí?

-Quiero revisar los resultados por mí mismo -dice abriendo la puerta del cuarto dejándome entrar primero-. Supongo que ya las conoces.

Y por fin, las piezas faltantes se presentan ante mi Jaclyn y Gale están ahí, esperando por mí, Jaclyn tiene esa sonrisa que mantuvo siempre para mí y que siempre me aterro.

-Viktoria y Karolina -le doy una mirada confundida y él rueda los ojos-. Como te dije, dejamos nuestros nombres. A Viktoria la conoces como Gail y a Karolina como Jaclyn, cada una con diferentes apellidos pero son hermanas, las hermanas Yasikov.

Rompiendo el mito: Capitán AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora