Capítulo 5

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Cuando bajé del auto todas las luces de casa estaban apagadas, cosa que me parecía extraño. Pues Marc tenía que estar en casa. Entré y comencé a llamarlo. Ya era prácticamente de noche. Fui a la sala donde se encontraba dormido en el sofá con la televisión encendida, y unas cuantas latas de cerveza a su lado. Normalmente lo despertaría gritándole cosas y regañándolo por no hacer nada en esta casa. Pero solo lo ignoré, subí las escaleras y entré a mi cuarto. Me tiré de un salto a la cama. Al día siguiente; sábado, sería el partido y me estarían observando para ver si merecía la beca o no. Anteriormente estaba tan feliz por la noticia, pero en ese momento no paraba de pensar en Emily y lo que había pasado. Me tapé la cara con mi almohada. Luego mi teléfono sonó. Lo había puesto en mi mesa de noche la cual estaba junto a mi cama. Lo tomé y vi un mensaje; número desconocido. Otra imagen de mi novia besándose con ese chico, pero al parecer esa era una foto de que estaba ocurriendo en ese preciso momento. Solo lo ignoré y volví a mis pensamientos anteriores. Cerré mis ojos hasta que me dormí.

Al día siguiente desperté del otro lado de la cama, no sabía cómo había llegado a esa posición. Fui al baño me cepillé los dientes y miré la hora. ¡Eran las 16:30! Me apresuré tenía que comer rápido, pues el partido era a las seis. Fui rápidamente a la cocina y comí cualquier cosa que encontré en el refrigerador. Luego tomé una ducha y desperté a Marc quien aún dormía en el sofá. Le tiré una cubeta llena de agua. Entonces le grité lo de siempre.

-¡Arriba holgazán bueno para nada! ¡Hoy es el partido! ¡Más te vale que asistas! ¡Pues si no lo haces, lo tomaré como si fuera que fuiste a perder todo tu dinero y sabes que ese dinero es de mi madre maldito idiota!

-¡Cállate! ¡Iré! ¿Por qué es tan importante para ti que asista? si nunca me has invitado a uno de tus ridículos partidos.

-Hoy es importante porque un tipo tal vez me dé una beca y lo más parecido a un padre que tengo ahora eres tú, pues papá jamás aparecería y el tipo me dijo que quería hablar con mi padre. Así que ve tomándolo como una orden ¿oíste?- asintió y se levantó lentamente.

Subí a mi auto y fui a la casa de Ashley porque necesitaba un poco de inspiración para ese partido. Que aunque no era el último de la temporada sino uno de los más o menos séptimos o sextos era en el que tal vez me analicen para ver si era capaz de merecer la beca para una de las mejores universidades a las que deseaba entrar. El tipo me dijo que asistiría a uno de mis partidos pero no había dicho a cuál.

Cuando llegué a la inmensa mansión de mi novia bajé del auto y toqué el timbre. Ella abrió y me miró con un gesto de preocupación. En vez de dejarme entrar, salió de la casa y cerró la puerta. Me dio un beso ligero.

-¿Qué haces aquí?- preguntó asustada.

-Vine por inspiración- dije, y comencé a besarla. Besaba su cuello y tomé sus piernas para acariciarla, la llevé hacia la puerta dejándola pegada a ella. Pero ella se salió.

-¡Ay bebé!- dijo, la miré confundido.- Está mi padre adentro y él no quiere que hoy tengamos sexo.

-Pero ¿desde cuándo le importa? Además ayer te dije que hoy estaríamos todo el día solo tú y yo.

-Lo sé pero pensé que vendrías más temprano...

-Me dormí.

-Es que hoy están todos los socios de mi padre en casa y él me preguntó si quería la casa sola para los dos. Le dije que sí, pero como nunca apareciste creí que no vendrías... como anoche.- miró tristemente.

-Lo sé y lo siento, es solo que tuve un pequeño inconveniente. Anoche no se pudo. Pero hoy sí, te necesito, el partido es esta noche y ya sabes...

-Lo siento bebé.

-Vamos a mi casa...

-¡No!- me interrumpió. La miré algo sorprendido.- Es que...- quedó pensando y luego una sonrisa apareció en su rostro.- necesito mi espacio, mantente a diez metros alejado de mí. – yo quedé con la boca abierta. Ella entró a la casa y cerró la puerta. Quedé quieto tratando de escuchar si el idiota con el que me engañaba estaba allí dentro.- Ya se fue mi novio, ahora sigamos con lo nuestro...- escuché, torcí mis ojos y subí a mi auto.

Me molestó lo que había hecho, al principio solo era un detalle insignificante en nuestra relación, pero que ese idiota me haya impedido inspirarme con mi novia eso sí me enfureció. Aun así no le di mucha importancia.

Fui a la casa de Jerry. Su hermano me abrió la puerta.

-Sube, está arriba – Asentí y subí a su cuarto. Entré y el idiota aun dormía.

Le tiré un almohadazo en la cabeza. Se despertó rápidamente y muy confundido. Yo comencé a dar vueltas por la habitación hasta que encontré su balón de fútbol. Y me senté en la silla de su escritorio. Luego comencé a mover de un lado a otro aquel balón.

-¿Qué hora es?

-En este momento... mhh déjame pensar... las cinco.- Él se paró muy rápido y corrió a su baño.- Apresúrate, vine a buscarte para que vayamos juntos. En una hora es el partido y ya estamos retrasados.- escuché cómo se cepillaba los dientes.- ¿por qué tu hermano no te despierta si sabe lo importante que es para ti el maldito partido?

-Es un idiota jamás lo hará.- Lancé una risa. Él salió del baño y salimos de su casa.

Subimos al auto, y nos fuimos a la escuela. Cuando llegamos el entrenador nos estaba esperando. Nos miró con enojo y nosotros solo reímos. Fuimos a los vestidores pero recordé que mi ropa estaba en mi casillero. Subí a buscarlos y cuando lo hice vi al conserje al final del pasillo con una cubeta y trapeador limpiando el piso. Mi sonrisa desapareció y me acerqué.

-¿Trabajando sábado?- pregunté él me miró con una sonrisa.

-¡Sí! Lamentablemente uno debe trabajar hasta en sus días libre.

-¿Qué pasó aquí?-pregunté como si fuera que no lo sabía.

- No lo sé una alumna que al parecer vino a ver el juego subió aquí arriba vio esa sangre y le informó a la directora. Así es como yo entro en la historia.- rio- tal vez alguien le dio una golpiza a otro.- asentí y miré mi reloj de muñeca. Salí corriendo hacia los vestidores.

Cuando llegué todos ya estaban reunidos, con los uniformes. Yo me cambié rápidamente y luego el entrenador entró, para darnos uno de sus discursos tradicionales. Hasta que llegó el momento en el que todos gritamos "¡1,2, 3...Águilas!" y salimos victoriosos de allí, hasta que entramos a la cancha.

Toda la gente que se encontraba en la tribuna nos aplaudían y alentaban, Las porristas entre ellas mi novia cantaban, bailaban y saltaban. La mascota hacía reír a la gente y la banda animaba a todos. Debíamos jugar contra los Cuervos. Decían que eran duros, nunca antes habíamos jugado contra ellos.

En la cancha nos reunimos para idealizar la jugada. Y de nuevo "¡1, 2, 3...Águilas!"

Golpes, patadas, saltos, caídas, dolores, gritos y todo valió la pena. Las Águilas habían vencido a los Cuervos 54-48. La anotación ganadora la había hecho mi mejor amigo Jerry quien se llevó la adoración del público.

Cuando ganamos fui a abrazar a mi novia, pues era a la única que podía abrazar en ese momento. El entrenador me llamó y felicitó por cómo había jugado. Pero el tipo de la beca no había aparecido. En el momento en el que hablaba con el entrenador miré hacia la tribuna dónde escuché gritos de espectadores, creí que alguien festejaba igual que nosotros. Pero no era así. Volteé para mirarlos y eran un montón de personas, tanto chicos como chicas insultando y humillando a Emily. Quedé mirándolos muy preocupados. Estuve a punto de ir hacia allí.

-¡Amigo! ¡Esta noche hay fiesta en casa del gordo Jeison! ¡Para festejar la victoria! ¡Vamos! -Tomó mi brazo y me llevó hacia los vestidores. Ya dentro todos saltaban y festejaban como locos golpeando los casilleros y las paredes, cantando como locos. Yo me cambiaba mientras lo hacían. El entrenador entró y nos interrumpió, con una mirada muy decepcionante. Pero luego Gritó ¡Águilas! Y todos lo abrazaron y jugaron con él.

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TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora