Capítulo 4

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En clase no paraba de mirar a Ashley, era una zorra, de igual manera no me importaba que me estuviera engañando. Solo miraba sus enormes pechos y ella volteaba cada segundo para mirarme y luego lanzarme miradas sensuales y sexys cosa que me volvía loco. Hasta que luego fijaba mi vista a la pizarra, dónde la amargada profesora de idioma había escrito ejercicios para que los hiciéramos en veinte minutos. Yo solo los copiaba en mi cuaderno y los dejaba allí sin hacerlos. Pero había algo que me estaba molestando. Sabía lo que era pero, necesitaba ignorarlo. Aquella chica a la que molestaban más temprano en la entrada del colegio. Me sentía mal por ella, pues todos pasaban cerca de lo que sucedía y nadie la ayudaba es más se reían de las burlas que le decían. Quería dejar de pensar en eso pero no podía.

Luego sonó la campana de receso y todos salimos. Ashley se acercó a mí para poder estar juntos cosa que me irritaba porque había veces en las que necesitaba mi espacio, no podía vivir pegada a ella toda la vida.

-¡Hola bebé, no te olvides de la promesa de mañana!- torcí mis ojos un poco harto.

-No lo haré.- amargamente respondí.

-¡Ugh! ¿Qué te sucede?- hizo pucheritos.

-Nada. Solo que te estás volviendo muy pegadiza, entiende que necesito mi espacio. Ahora mantén unos diez metros lejos de mí ¿Okay? Adiós.-dije, me alejé de ella mientras me miraba confundida-¡Ey!- grité a unos compañeros de fútbol y los saludé con la cabeza. Ellos me pasaron el balón y comenzamos a jugar improvisadamente en los pasillos, hasta que el entrenador nos vio y nos lo quitó.

-¡Necesito que pongan esa energía en la cancha! ¡No en los pasillos!- Todos nos quejamos un poco y nos fuimos- ¡White!- gritó. Entonces me detuve. Volteé y lo miré.- No faltes a la práctica hoy, necesito que estés presente ¿De acuerdo? Tengo una sorpresa para ti.- asentí y él se fue.

Mi rostro se llenó de enojo, y torcí mis ojos un poco harto de no poder hacer lo que quería esa tarde. Tenía que cancelar aquella salida con las chicas sexys. Entonces busqué a Jerry para informarle de los cambios de planes y cuando se lo dije no le agradó mucho.

-¡Ese idiota del entrenador ya me tiene hasta las pelotas! ¡Por culpa de él hoy Jerry Cherre no tendrá sexo esta noche!- reí y solo seguí mi camino-¡Algo te sucede amigo! ¡Algún día tendrás que decírmelo!- y yo sin voltear le mostré mi dedo intermedio. Se lo escuchó refunfuñar pero aun así no volteé.

En lo que quedaba de las clases me estaba poniendo bastante amargado, no era para nada uno de mis más alegres días. Pues me había enterado que mi chica me estaba engañando y cuando conseguí a dos sensuales chicas para salir esa noche, mi entrenador de fútbol me prohibió faltar a la práctica. Luego al sonar la campana todos salieron para volver a sus casas mientras que nosotros debíamos ir al entrenamiento. Así fue.

Fuimos a los vestidores y nos pusimos los respectivos uniformes. Y luego salimos a "jugar" más bien a sufrir los malditos gritos y las tensiones que en entrenador Le Blanc nos tenía preparado. Todo ese tiempo estuve esperando "la sorpresa" que aquel tipo tenía para mí. Hasta que el entrenamiento terminó y el idiota nunca me dio su tan fabulosa sorpresa. Mientras todos iban a los vestidores, fui a hablar con el entrenador, quien estaba conversando con un hombre.

-¡Oh White! ¡Justo estaba por llamarte!- lo miré un poco confundido.-Él es el señor Ashton. Vino a observar tu práctica. Es de la universidad de las ligas de deporte, y tal vez te regale una beca para poder ingresar.- Mis ojos se llenaron de alegría, entonces lo saludé como todo hombre saluda a otro.

-¡Mucho gusto señor!

-El gusto es mío Taylor. Por lo que vi tienes bastante resistencia. Eso me agrada. Hasta ahora me tienes un poco impresionado.

TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora