Capítulo 9

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Llegué a casa y frente a ella había un auto estacionado. Un convertible gris. Quedé boquiabierto al ver hermosura de automóvil. Bajé del auto y comencé a admirar tremendo vehículo. Cuando escucho.

-¡Taylor!- esa voz, cómo odiaba esa voz. Volteé.

-¡Hola, papá!

-¿Cómo estás hijo?

-Bien.- pasé por al lado y entré a la casa. Lo ignoré totalmente.- ¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejó entrar?

-Vine a darte tu regalo de cumpleaños.-lo miré muy molesto. Marc no tuvo problema en hacerme pasar.

-Mi cumpleaños fue hace más de dos meses.

-Lo sé y quería compensártelo.- Subí las escaleras.- Creí que el auto te gustaba.- detuve mis pasos. Lo miré con odio.- Ese convertible que ves allí a fuera es tuyo. Mi respiración comenzó a agitarse. Mi puño estaba listo para destrozar su inútil rostro.- ¿Te gusta?- Lo tomé de la camisa y acerqué mi rostro hacia el suyo.

-Escucha inútil bueno para nada. Ese maldito auto no arreglará jamás el daño que le hiciste a mi mamá ¿Entendiste? Ni tampoco podrás formar un vínculo de padre e hijo conmigo, ¿qué pensaste? ¿Qué con darle un bocadillo a tu hijo todo se arreglará? ¿Qué así podrás quitarle lo único que le queda a mamá? ¡Pues pensaste mal idiota! ¡Llévate tu maldito regalo! ¡Y lárgate! Que lo único que me provocas en estos momentos, no es ni felicidad ni alegría, más bien náuseas.- Él cerró los ojos, y suspiró.

-Como quieras. El auto sigue siendo el tuyo. Me llevaré el viejo. Se lo tengo que dar a mi esposa. A ella no le gustan los convertibles.- lo solté.

-No menciones a esa zorra en mi casa y llévate los dos autos que ninguno me importa, porque los dos provienen de la misma mierda.- Hizo un gesto de enojo.

-Te dejé las llaves en la mesa. Es tuyo, ya está a tu nombre. Nos vemos.- y salió de la casa.

Yo subí a mi cuarto y me recosté en la cama muy furioso. No podía creer lo que era capaz de hacer mi propio padre. Sobornarme para que así me fuera a vivir con él, solo para torturar a mi mamá. Que era la venganza de llevarse todo su dinero por culpa del divorcio. A veces no soportaba a mamá, pero aun así, sentía lástima por ella. Odiaba a papá, porque mientras engañaba a mamá con otra mujer, también tenía otro hijo con quien compartía más cosas que conmigo. Le dio más cariño a ese idiota que a mí. Luego tocaron la puerta de mi cuarto. Di permiso para que entraran. Era Jerry. Sabía que por su cara no habría una buena conversación esa tarde.

-¿De quién es el tremendo auto que está a fuera?

-Mío, luego te explico.- me miró molesto

-¿Quién demonios es ella para ti?- torcí mis ojos, pues era obvio que me preguntaría por Emily.

-No importa.

-Amigo, más te vale que no te guste porque, no está a tu altura. Ya sabes eres el mariscal de campo, el famosos Taylor White y ella es solo una don nadie a quien le molestan por ser eso mismo.- Lo miré molesto.

-No te preocupes, no me gusta. Solo la conocí y ya. Sentía que tenía que ayudarla. Es todo.

-¡Uf! Menos mal. Porque si te gustaba Emily Parker eso iba a ser una pesadilla.

-¿Cómo sabes su nombre?- lo miré confundido

-Es la única chica de toda la escuela que vive en uno de los peores vecindarios de por aquí. Dicen que vive en un remolque. Es una chica pobre. Además de que solo algunos saben de su existencia. Yo la sé porque escuché a un par de chicos hablando de ella, a nadie le importa solo a los abusivos a quienes les gusta molestar a indefensas criaturas como ella. Sinceramente no es nadie. Ni si quiera es una cerebrito. Pues por lo que oí quiere desaprobar para quedarse en la preparatoria. Pues como no tiene para pagar la universidad. – Comenzó a reír a carcajadas luego me miró esperando a que yo también lo hiciera. Lo miré serio y muy molesto. Entonces quedó en silencio.-Amigo, sigue mi consejo y olvídate de ella, es un caso perdido. Jamás podrá salir de los suburbios. Además si te llegase a gustar perderías tu reputación en un instante.

-Te dije que no me gusta. Pero, eso no es motivo para que te burles de ella.

-Okay, veo que no estás de humor. Mejor me voy. Vine a invitarte para salir con las chicas de anoche. Pero al parecer tampoco tienes ganas de salir. Eres un amargado últimamente.

-Adiós.- dije para que de una vez por todas me dejara solo. Él se fue muy molesto.

Quedé acostado en mi cama, mirando el techo pensando en todo lo que mi amigo me había contado. Aunque era un idiota e insensible, no era un mentiroso. Pues me di cuenta de que no mentía, con respecto al estado económico de Emily. Porque las veces que escuchaba cómo se burlaban de ella, le refregaban justamente su pobreza. Hasta Ashley lo había hecho, el día en el que accidentalmente la bandeja de Emily había terminado en la blusa de mi ex. No sabía qué hacer. Quería estar con ella, necesitaba saber cómo estaba. Pero, ella no quería que yo esté cerca.

Salí de casa y fui a caminar por el vecindario. Todos los que estaban fuera de sus casas me saludaban. Fui a la preparatoria, cosa rara en mí pues la odiaba con mi vida. Pero aun así lo hice. Quedé parado frente a ese maldito lugar mirándolo como si fuese una atracción. Luego, seguí caminando y fui al parque más cercano. Estaba deprimido. Me senté en un banco y miraba cómo la gente pasaba. Luego, una chica de cabello oscuro se acercó a mí con una enorme sonrisa. Debo admitir que aunque tenía pechos pequeños era muy hermosa.

-¡Hola!- dijo, sentándose a mi lado. Yo le sonreí.

-Hola.- se mordió el labio.

-Soy Vanessa.

-Yo soy...

-Taylor White, lo sé eres la maravilla del fútbol. Además...Voy contigo a Ciencias.- Lanzó una leve risa.

-Bueno, Vanessa. Debo admitir que de ahora en adelante harás mis clases de ciencias más interesantes.- ella se mordió el labio sonriendo como una loca.- Es que no te había notado antes, pues como ves un novio responsable tiene ojos para una sola chica. Pero como ahora no hay chica que se interponga.- rio. Y corrió su flequillo de su rostro, tímidamente.- ¿Quieres ir a tomar algo?- ofrecí.

-Claro. Me encantaría.

-Okay belleza. Vamos.

Nos levantamos del banco y fuimos a mi casa a buscar mi auto; sí, mi convertible. Pues iríamos a la ciudad para tomar algo y luego divertirnos. No me importaba que al día siguiente tuviéramos escuela. Pues hacía lo que quería cuando quería.

Luego de varios tragos y charlas patéticamente inservibles, sobre cómo se sentía ser el mariscal de campo del mejor equipo que pudiera existir. Fuimos a mi casa. Entramos a mi cuarto besándonos, y nos tiramos en la cama. Mientras la besaba buscaba en mi cajón algún maldito condón para el momento. Luego de que lo encontré y le quité la remera a Vanessa. Ella se detuvo. Quedó mirándome fijamente a los ojos llena de miedo.

-Lo siento.- dijo, yo pensé "¡Ay no! Me tocó una virgen" Solo me levanté de encima de ella y le mostré el camino hacia el baño para que pensara bien lo que haría esa noche, si perdería la virginidad con el "estupendo mariscal de campo Taylor White" o se reprimiría ella sola.-Perdón.

-Tú decides Vanessa.- ella fue corriendo al baño. Estuvo, más o menos unos diez minutos dentro. Hasta que luego salió.

-Lo lamento.- dijo, tomó su blusa y salió corriendo de mi cuarto.

Yo quedé tirado en mi cama pensando en la nada. Miré la hora y eran las 1:30 am. Aún seguía despierto mirando el techo. Luego recordé a Emily, qué estaría viviendo en ese preciso momento. Cerré mis ojos y luego me dormí.

TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora