CAPITULO 11

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Al observar que ella dormía, decidió levantarse de la cama. Verdaderamente se le había quitado el sueño. En todo el día las cosas habían estado pesadas. Se había encontrado con muchas personas que no veía desde hace cinco años o menos.

Encendió el televisor principal, era pequeño y antiguo. A esas horas de la madrugada nunca había nada bueno para ver. Cambió de canales un buen rato. Hasta que encontró uno... algo que le llamó muchísimo la atención...

'Átala de las manos a la cama. Haz que se estire en ella hasta quedar completamente expuesta a ti'

Un canal pornográfico. Tragó saliva.

'Ella sentirá que todo su cuerpo es tuyo. De tu posesión. Una vez atada de manos a la cama, tápale los ojos con un pañuelo oscuro...'

Mnh...ahora que lo recordaba había visto antes uno de estos típicos programitas para personas que no lograban alcanzar el clímax con sus parejas. Él en cambio era un experto. Pero...ese tipo de cosas le llamaban la atención...

'Hazla probar diferentes cosas... ella deberá adivinar que son...'

Y se imaginó a _________, atada de manos y extendida sobre la cama. Completamente desnuda.

'En el momento en el que la hayas hecho probar todo lo que tú deseas, deberás penetrarla suavemente al principio, como si buscaras un camino entre su cuerpo'

Oh jo.der. Todo esto empezaba a ponerle realmente. Quería hacérselo. De esa y muchísimas formas más. Observó su erección entre sus pantalones. Que grande estaba. La acarició sobre los bóxers. Como me pones _________. Como te amo...

Y apagó el patético pero innovador programita de se.xo. Él sabía perfectamente como hacérselo a _________. No tenía por qué escuchar indicaciones de otro hombre que apenas y sabía causar la mitad de lo que él. Sabía como llegar al orgasmo con ella. Como hacerla gozar y disfrutar tanto hasta gritar. Sabía como causarle un delicioso placer en todo el cuerpo.

Pero sí... lo de los pañuelos le había gustado. Tal vez lo intentaría.

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_________ se estiró en la cama. El sol le dio en la cara, era bajito... pero si llegaba a fastidiarle un poco la vista. Se dio vuelta palpando con las manos a Gerardo, pero en cambio no encontró nada. ¿Dónde podía estar a tan tempranas horas de la mañana? Pero claro... olvidaba que su auténtico novio era un madrugador. Así que decidió levantarse de ahí y ponerse a buscarlo.

Gerardo le facilitó la faena. Entró a la habitación. Escondió una pequeña bolsa tras su espalda y la dejó en la mesita de noche.

- ¿Tú, levantada a esta hora? – Gerardo arqueó una ceja. Estaba tan guapo. A esas horas siempre se ponía más de lo normal. Tenía un aire matutino, una frescura en el rostro, una bonita sonrisa.

- Te busqué... pero no estabas... - _________ señaló la cama con la vista.

- Había salido un rato. – se acercó a ella, rodeándole la cintura, adueñándose de sus finas caderas. A él en cambio le gustaba verla con ese aire ligeramente desarreglado. Somnolienta. Aún con ganas de tirarse a la cama y dormir un poco más.

- ¿A dónde?

- A ver a Lena...

- ¿Ah?

- Es broma, nena. – le besó la mejilla. A _________ no pareció hacerle gracia aquella bromita. Simplemente había empezado a aborrecer ese nombre, y a la persona. – fui a hacer unas compras, no hay nada aquí.

- Mnh... - _________ sobó sus manos sobre el torso de Gerardo. – es una pena...

- ¿Pena por qué?

- Te quería encontrar a mi lado... - suavemente posicionó sus labios sobre el cuello de Gerardo. Él cerró los ojos, disfrutando del dulce contacto entre su boca con su piel. Tragó saliva. Sabía como hacerlo enloquecer.

- Aquí estoy... - le susurró. Levantó la tira izquierda de sus braguitas. _________ le apretó el cuello, esta vez besándole los labios ligeramente, rozándoselos, haciéndolo provocar, jugueteando de pronto con su lengua, confundiéndolo... ¿Qué quería? Dímelo...antes que te tumbe sobre esa jo.dida cama muñeca...

- ¿Qué es lo que te atrae de esa pu.ta de Lena? – le preguntó entre besos.

- Jo.der. ¿De nuevo con eso?

- Dímelo.

- No me atrae nada, no me gusta. – detuvo sus besos para poder centrarse en sus ojos. _________ lo miró, tan inocente. – me gustas tú. – posicionó sus manos bajo su cintura, tocándole el culo con ganas. – tú...tú me fascinas...

- Mientes... - fue ella quien lo tumbó sobre la cama. Antes de subirse a su cuerpo, fue hasta la puerta para cerrarla con seguridad, sin temor de que Steve volviera a entrar. Esta vez nadie lo interrumpiría. Gateó sobre la cama hasta llegar al cuerpo de Gerardo, tendido y esperándola con el pe.ne erecto. Con ganas. Ganas inmensas por meterse dentro de su cuerpo. Penetrarle tanto como podía. Sus finas piernas se posicionaron a los lados, sentándose sobre el vientre de Gerardo. – ella te gusta...

- Te lo juro que no... - él le apretó el rostro para poder besárselo. – sabes que me muero por ti gatita. Solo por ti... - _________ sonrió plácidamente. Volvió a sentarse sobre él. Mordió su labio inferior al sentir ese enorme bulto bajo su feminidad. La aplastó más. Gerardo gimió.

- Que bonito... - bajó la mirada, ahora jugueteando con la erección. Gerardo pensó que moriría. Que explotaría en cualquier momento. - ¿te duele?

- Mucho... sácala... - le pidió.

- A veces me pregunto... - le desabrochó el pantalón. Gerardo soltó un respiro. - ¿Qué piensas cuando hago esto? – bajó la cremallera de su pantalón, adentro la exuberante erección de Gerardo. La sobó por encima. Masajeándosela.

- Que eres simplemente la mujer perfecta de todo este pu.tísimo mundo. – le dijo, observándola masajearle el pe.ne. – oh sí... - cerró los ojos.

_________ volvió a sonreír. Se inclinó un poco hacia abajo, chocando sus senos contra el torso de Gerardo, para así sacarle por completo los pantalones. Se los bajó.

- ¿Te gusta así? – le preguntó ella. Sus finas manos tocaron sin descaro y por completo el pe.ne de su guapo novio.

- Sí, sí...¡sí! – la feminidad de _________ volvió a chocarle la polla. Y lo que él no podía soportar era que aún ambos se encontraban con ropa interior. Pero no dejaría que termine. Tenía un plan mejor. – es mi turno... - la bajó de encima de su torso con delicadeza. _________ se quedó tendida sobre la cama.

Gerardo sacó un par de sogas de la pequeña bolsa que había traído.

- Pero que... - a _________ le dieron ganas de reírse. Se imaginaba lo peor. Pero no dejaba de ser excitante.

- Déjame enseñarte... - inició besando sus pies, rodillas, lamer sus muslos. Su lengua tibia le acarició el vientre, tocando su ombligo y estómago, hasta llegar a sus labios de nuevo. – estira tus brazos.

- ¿Qué vas a...

- Hey. – le volvió a besar la boca. – déjame a mí ¿sí?

- Sí... - murmuró ella. Estiró los brazos hacia arriba como él le había indicado, chocando con las barandas superiores de la cama, miró hacia arriba. Las manos de Gerardo también fueron hacia haya. Oh vaya. Esto le gustaba. Le había empezado a atar las manos. Las dos. Después de unos segundos ya no podía ni siquiera mover los dedos.

Ahora sacó una venda oscura. Esta vez ella no preguntó nada. Estaba en manos de Gerardo. Sabía que no le decepcionaría. Nunca lo hacía. Y además, amaba probar cosas nuevas.

- ¿Quieres jugar? – preguntó él. La venda cubrió los ojos de _________. Lo siguiente que vio fue la misma oscuridad. Pero eso no era lo que concentraba el juego, si no más bien, lo siguiente que probaría.


SECRETOS (COMPLETA )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora