Estudiando magia (segunda parte)

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Ayer no pude dormir tan fácil, porque esa sensación no desapareció, el sueño tuvo que ganarme para poder dormir, pero a pesar de eso me sentía feliz.

En fin, pasemos a mi día de hoy, donde descubrí algunas cosas.

Me levanté como cada mañana y me dirigí al comedor. Ahí, Mahad y Atem ya se encontraban sentados, sólo esperaban al Faraón y a mí. Cuando llegué al comedor y vi a Atem, regresó esa sensación en el estómago a pesar de que había despertado sin ella.

−Buenos días Mana −me saludó.

−Buenos días −siguió Mahad.

−Buenos días chicos −saludé como de costumbre, sólo que esta vez, en mis palabras se oía nerviosismo por el regreso de la sensación− ¿Cómo durmieron?

Tanto Atem como Mahad me miraron extrañados y con mucha sorpresa porque era la primera vez que les preguntaba sobre su sueño y seguro notaron mi nerviosismo.

−¿Te sucede algo? −me preguntó Mahad.

−¿Te sientes enferma? −preguntó Atem levantándose de la mesa y dirigiéndose hacia a mí.

−No −contesté más nerviosa al verlo acercarse.

−¿Tienes fiebre? −me preguntó tocándome la frente− Estás roja.

−¡No! −exclamé alejándome de él− Estoy bien Príncipe, no se preocupe −di tres pasos atrás− Tal vez deba decirles sobre mi estómago –pensé− Bueno la verdad es que... −quise decir.

−Buenos días niños −saludó el Faraón que entraba al comedor− ¿Sucede algo? −nos preguntó al ver mi cara.

−No lo sé padre −contestó Atem− Pero Mana estuvo a punto de decirnos algo ¿Qué era? −me preguntó volteándome a ver preocupado.

−Será mejor que primero lo consulte con Isis –pensé− Después de todo, si es algo malo no quiero preocuparlos −volteé a ver a Atem− No, no es nada. Olvídenlo.

−Pero aún estas roja −me dijo preocupado y queriéndoseme acercar otra vez.

−Si estás enferma será mejor que vayas con un doctor −dijo el Faraón− No vaya a ser algo grave.

−Hazle caso al Faraón Mana −me dijo Mahad casi regañándome.

−No, de verdad no es nada −contesté corriendo a la mesa para sentarme− Sólo tengo hambre.

Todos me miraron por un rato, luego el Faraón sonrió un poco y se sentó.

−No se preocupen niños −dijo ya sentado− Mana está bien.

−¿Estoy bien? −me pregunté− ¿Sabe lo que me pasa?

−Vamos Atem, ya siéntate −pidió el Faraón.

Atem lo miró un poco confundido y luego me miró a mí −Si padre −contestó y obedeció la petición.

El desayuno terminó y los chicos fueron de inmediato a sus clases mientras el Faraón y yo terminábamos con el desayuno. Usualmente termino al mismo tiempo que ellos, me gusta acompañarlos a su salón, pero con todo lo que estaba pasando, no quería... bueno si quería... bueno no se...

−¿Hoy no los acompañaras hasta su salón? −me preguntó sonriendo el Faraón− ¿Por qué?

−Es que... −no sabía qué contestar, en realidad esperaba hablar con Isis antes de hablar con ellos de lo que sentía− Es que... ahora voy a estudiar yo también −contesté sonriendo.

El diario de ManaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora