El examen de admisión

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Ha pasado ya una semana desde que esas sombras aparecieron dentro del palacio. Durante todo este tiempo he estado pensando en hacer el examen de admisión, pero el problema es que sólo les hacen ese examen a los niños que demuestran habilidades desde muy pequeños y hasta donde sé, no las tengo.

Le he preguntado al Faraón si me permite hacer el examen, pero me dijo que esperara en este cuarto.

−Espero que no se tarde −pensé en ese momento− El examen empieza en dos horas.

Seguí esperando un poco más, pero ya estaba aburrida, aunque me fuera de ahí, mi aburrimiento no cambiaría ya que mis amigos se encontraban en clase, pero quería cambiar de ambiente. Al ver que no llegaba el Faraón decidí irlo a buscar.

Después de buscarlo en un par de habitaciones, oí unas voces que salían de la sala de reuniones del palacio.

−No debería entrar, está prohibido –pensé− Pero ¿Qué puede pasar? −me dije con una sonrisa.

Entré sigilosamente escondiéndome entre los muebles del salón para oír lo que discutían.

−Creo que es conveniente que haga el examen −dijo el Faraón alegremente.

−¿Hablarán de mí? −me pregunté porque me es raro que hablen de mí con tanta seriedad.

−Pero Alteza −objetó el viejo Maestro Aknadín− Usted ha visto lo que ha hecho...

−Por eso mismo creo que es necesario que estudie para controlar ese poder −dijo el Faraón.

−¿Hablan de mí? −me seguía preguntando confundida− No, yo no tengo ningún poder.

−Espere Alteza −detuvo el viejo Maestro Aknadín al ver que el Faraón estuvo a punto de hablar− Alguien nos está espiando.

Al oír esto me asusté e intenté salir antes de que me descubrieran, pero fue inútil.

−¡Mana! −exclamó el Maestro Aknadín.

−Lo siento −dije acercándome lentamente a la puerta con una sonrisa− Me voy −dije intentando correr, pero el Faraón me detuvo.

−Espera Mana −me dijo.

−Lo siento, es que estaba aburrida y lo vine a buscar y luego...−dije todo esto tan rápido que realmente no sé si el Faraón me entendió.

−Tranquila Mana −me dijo con una sonrisa− Ya decidí y puedes hacer el examen si así lo deseas.

−¿De verdad? −dije abriendo mis ojos lo más que pude de la emoción.

−Si −me contestó− Pero si quedas adentro debes esforzarte mucho ¿Entendido?

−¡Si! −grité emocionada− Gracias Alteza −dije y corrí a abrazarlo.

−¡Niña! −me regañó el Maestro Aknadín− ¡Eso es una falta de respeto!

−Está bien −dijo el Faraón− Ahora debes apresurarte para que te enlistes.

−¡Si! −dije con completa emoción y corrí directo a ver al Maestro de Atem y Mahad para apuntarme, pero antes de irme oí algo último en la sala de reuniones.

−Alteza, si ella consigue... −decía el Maestro Aknadín.

−Necesita aprender a usarlo −interrumpió el Faraón− No quiero que se hable más del tema.

Comencé a correr por los pasillos hasta llegar al salón donde encontré al profesor de magia, le dije todo al respecto con que haría el examen, tan rápido lo dije que tuve que volver a repetirlo. Al llegar al salón, todos me miraban sorprendidos, en especial Atem, Mahad, Isis y Karim cuando oyeron que haría el examen.

El diario de ManaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora