Cumpleaños con sorpresas confusas

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Ya han pasado algunos meses desde que nos trajeron a este lugar, es como un palacio más pequeño, no tengo ni idea de donde podamos estar, cuando nos fuimos del palacio, nos metieron a unas caravanas sin ventanas, tampoco tengo idea de cuánto tiempo tardamos en llegar a este lugar, ya que me quedé dormida en el camino como el resto de los chicos.


Hoy, cuando desperté, corrí a la habitación de los chicos, donde busqué enseguida a Atem para despertarlo. Está prohibido que las chicas entremos al dormitorio de ellos y viceversa, pero ¿Cómo no entrar en un día tan especial?

−¡Atem! −exclamé llegando a la habitación felizmente y despertando a todos ahí por ser la primera en madrugar (cosa inusual en mí). Salté en la cama de mi amigo− ¿Sabes qué día es hoy? −pregunté cuando él daba un bostezo estirando los brazos.

−Buenos días Mana −me saludó decepcionándome levemente− ¿Qué día? −se preguntó en voz alta con las miradas del resto de los chicos en nosotros, algunos me miraban molestos y otros con cara de interrogación− Veamos... −comenzó a pensar mientras Mahad se acercaba a mí molesto.

−¡Mana! −exclamó Mahad enfadado− ¿Qué...?

−No deberías estar aquí −interrumpió Seth que dormía en la cama de al lado− Tú...

−¡Feliz cumpleaños! −exclamó Atem que se levantaba dándome un abrazo y llamando mi atención. Me sentía feliz de que lo recordara− ¡Felicidades! −volvió a exclamar− Pero para la próxima creo que debes esperar a que vayan a felicitarte, te deben ir a buscar, no tú a ellos −me decía con una tierna sonrisa− ¿Qué te parece si vas a tu habitación a cambiarte para celebrarte?

−Si −contesté feliz e ignorando a Mahad y Seth.

Obedecí lo que Atem me dijo, en el desayuno todo parecía normal, pero poco a poco recibí felicitaciones del resto de los chicos con los que juego. Pero lo más impactante de ese día no fue eso, sino hasta la noche, después de la pequeña fiesta que me hicieron, nos dirigimos a dormir, ya me encontraba en mi cama, escribiendo a escondidas en el diario, pero alguien tocó la puerta.

−¿Quién podrá ser? −me pregunté asustada porque nadie va a las habitaciones más que los que nos cuidan como revisión y ellos ya habían pasado hacía unos cinco minutos. Me acerqué a la puerta para tratar de oír los ruidos tras la puerta, pero al colocar mi oído en esta, se abrió, o más bien alguien la abrió− ¡Ah! −quise gritar, pero una mano tapó mi boca. Al principio no vi quién era, pero esa mano la sentí tan suave y cálida, que el miedo que había sentido desapareció en un segundo.

−Sh... −oí el sonido de la boca de mi "captor"− Ven, quiero que veas esto.

Por fin volteé a ver al dueño de esa voz tan familiar y mis ojos se iluminaron con verlo. Una pequeña risita se me escapó de los labios y seguí a aquel chico.
Él me llevó hasta el pequeño patio que se encuentra entre las habitaciones de niños y niñas, pero antes de salir del lugar, me cubrió los ojos con una venda de seda roja. Me guió hasta ese patio y una vez ahí, se colocó tras de mí para retirarme la venda e inclinó mi cabeza para que mis ojos se dirigieran al cielo.

−¡Wow! −exclamé felizmente al ver el manto de la noche cubierto por millones de estrellas que caían a la tierra.

−Sabía que te gustaría −dijo Atem que se colocaba a mi lado− ¡Pero eso no es todo!

Atem corrió tras una de las columnas que sostienen el edificio y unos momentos después, una tenue melodía comenzó a sonar. Atem regresó a mi lado y juntos vimos aquella lluvia de estrellas, era muy hermosa y me sentía tan bien a lado de Atem que ni siquiera me importó la hora.


Como dije, ni idea de la hora que era, pero ya había pasado un buen rato y la lluvia de estrellas se terminaba.

−Será mejor ir a la cama −escuché la voz de Atem− Ya es muy tarde y tenemos que dormir.

Asentí con la cabeza y un bostezo salió de mi boca, Atem corrió a aquel pilar y yo regresé la vista al cielo. No podía negar que estaba cansada, así que sin darme cuenta cerré los ojos lentamente, hasta que sentí una respiración cerca de mi rostro que se apresuraba cada vez más rápido. Abrí los ojos al tiempo que sentí como algo cálido y húmedo tocaba mis labios; mis ojos estaban abiertos y vi a Atem frente a mí. Sus ojos estaban cerrados, la música aún sonaba y las últimas estrellas caían del cielo. Sentí como la temperatura de mi cuerpo aumentó, una vez más esas cosquillas aparecieron y aunque no lo haya visto, sé muy bien que me sonrojé.


Mis ojos regresaron a cerrarse nuevamente, pero no por sueño si no porque quería gozar de ese nuevo pero maravilloso momento. Podía sentir un dulce muy diferente a cualquiera que haya probado, era algo bello.


Simplemente no podía creerlo: ¡Eso era un beso! No de amigos, no de parientes, era algo más que eso.


No sé cuánto duró, a veces pienso que fue una eternidad y otras veces que sólo fue algo tan instantáneo como un latido, pero de un momento a otro, la música dejó de sonar y provocó que mis ojos se abrieran por instinto.


Cuál fue mi sorpresa cuando nadie se encontraba en frente de mí y Atem recién salía de detrás de la columna.

−¿Nos vamos? −me preguntó.

−¿Qué? −me pregunté interiormente− ¿No pasó? ¿Lo soñé?

−¿Mana? −preguntó para llamar mi atención− ¿Estás bien?

−Si −contesté nerviosa− Vámonos.

Atem me llevó hasta la entrada de la habitación. Nos despedimos secamente y me dirigía a mi aposento.


¿Pasó o no pasó?


Quiero preguntarle a Atem, pero me da pena ¿Y si lo soñé? Pero fue tan real... sé que lo sentí pero... ¿Qué pasó?


Creo que sólo me queda aparentar que no pasó nada... aunque puedo jurar que si pasó.


No importa si fue real o no, pero no podré olvidar esa sensación de sentir la piel cálida, húmeda y dulce de esos labios que, aunque hayan sido sólo un sueño... me gustaría volver a probar de alguno de "ellos"

El diario de ManaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora