Atem y Bakura

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Cinco meses han pasado desde que dormí junto a Atem, si, cinco meses y contando, pero esas cosas no se olvidan o al menos yo no lo he podido olvidar. A partir de ese día, cada que hay un ataque, Atem me esconde en ese mismo lugar, parece ser inclusive que el Faraón se dispone a protegerme más que a su hijo. No entiendo por qué tanto cuidado, pero lo agradezco, porque son las veces en las que puedo dormir con Atem y hace que me sienta segura.

Hoy desperté en mi cuarto... y como siempre, por mi mente pasó Atem y Bakura −¿Por qué ellos dos? −me preguntaba saliendo de mi habitación− Tal vez sea porque no conozco a muchas personas.

Mi día lo inicié como siempre, con la excepción de que ahora todo el palacio está vigilado como nunca. Se puede decir que no hay privacidad y lo único que les falta es poner guardias en los baños. En fin, seguí por el pasillo hasta el comedor para dirigirme a desayunar y me encontré con Atem.

−Buenos días −saludé feliz de verlo.

−Buenos días −me saludó con una sonrisa y con una seña me dio el paso para seguir nuestro camino.

El desayuno concluyó y yo iba a dirigirme de inmediato a darme un baño, pero corriendo por el pasillo, me topé con quién menos esperaba... así es ¡Por fin volví a ver a Bakura! Él se encontraba parado ahí en el pasillo y cuando lo vi, quedé pasmada.

−Hola −volteó a verme con seriedad y estuvo a punto de irse corriendo, no entiendo por qué, pero corrí hacia el e impulsivamente lo abracé.

−Te extrañé tanto −dije empezando a llorar y sujetándolo con fuerza.

−¡Suéltame! −me decía enojado− No llores.

−¿Qué sucede? ¿Acaso no me extrañabas? −le pregunté queriendo llorar más fuerte si su respuesta era no −Yo si te extrañé, estaba muy preocupada ¿Y tú herida? −lo veía preocupada.

Bakura dirigió su mano a la mejilla donde había una gran cicatriz que le había quedado −No pasa nada y necesito irme ahora −él me empujó y salió corriendo de ahí.

Caí al suelo por el empujón, pero no podía dejar de llorar, quería saber qué pasaba con mi amigo y de inmediato me levanté secándome las lágrimas y corriendo tras de él −No sé qué le pasa, pero voy a averiguarlo, dije que dejaría de ser una llorona para ayudar a mis amigos y eso voy a hacer.

Lo seguí hasta el salón del trono, donde se detuvo y se ocultó entre varias estatuas para oír lo que el Faraón y la corte real decían, eso me pareció algo muy malo... bueno si ya sé que yo también lo hago, pero... yo tengo... yo tengo derecho porque vivo aquí.

−¿Qué hará Bakura? −me preguntaba curiosa y sigilosamente me introduje en el lugar hasta donde estaba mi amigo− ¿Qué haces aquí? Te van a descubrir −le murmuré.

−¿Por qué me seguiste? Tú no deberías estar aquí −me dijo enfadado.

−¿Yo? Pero si yo vivo aquí... −empecé a replicar, pero Bakura me tapó la boca con su mano.

−Sh... −me dijo y miró a los presentes quienes hablaban.

−Cada vez nos es imposible detener a los intrusos −comentaba el Maestro Saru −No podemos permitir que ella permanezca más en el palacio.

−Será mejor que la ocultemos temporalmente −apoyó la Maestra Nefim −No podemos dejar que caiga en manos de esos rufianes.

−¿Rufianes? −preguntaba Bakura con enojo y cerrando sus puños.

−¿De quién hablarán? −me preguntaba, pero el enojo de Bakura captó mi atención.

−Si, lo sé, pero ella no dejará que la llevemos a otro lado −decía el Maestro Kazuke− Aunque la lleváramos a la fuerza, sé que regresaría por su cuenta.

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