Ya han pasado dos meses desde que ocurrió aquel incidente, del grito que di, me quedé sin poder hablar durante un tiempo, casi una semana. El maestro Kazuke fue mal herido, pero en cuanto pudo levantarse se dirigió a luchar. Estas dos personas vienen varias veces a atacar, a los guardias les cuesta mucho trabajo detenerlos.
Casi no veo a mis amigos ya que se les está presionando demasiado a los estudiantes de magia para que ayuden a defender el reino y Bakura... la última vez que lo vi fue aquel día del ataque de las sombras.
Después de desayunar quise intentar, una vez más en todo este tiempo, robarme a mis amigos para jugar un poco. Me iba yo dirigiendo hacia el salón, cuando vi que en la sala principal de reuniones, discutían algunos asuntos que... bueno... em... está bien, lo confieso, me dieron curiosidad.
Una vez ahí, sólo asomé mi cabeza intentando no ser descubierta; y pude ver que toda la corte real y el Faraón se encontraban ahí con preocupación.
−Los ataques son cada vez más constantes −dijo el maestro Saru preocupado− Yo recomendaría a su Majestad, que si se están presionando a los alumnos de magia... deberían instruir a los nuevos lo antes posible −argumentaba sin cambio de humor− Kazuke aún sigue débil por la batalla, así que puede quedarse a instruir a los nuevos.
−¡No! −exclamó el poseedor de la Sortija milenaria− Tengo suficientes fuerzas para pelear, sólo me tomaron por sorpresa la primera vez −se levantó de su asiento.
−No te alteres −pidió el Maestro Aknadín con seriedad y el Maestro Kazuke se calmó pero no regresó a su silla.
−Yo tampoco creo prudente el que los aspirantes a estudiar magia comiencen −comentó el Faraón quien se levantaba de su gran silla para caminar en círculos− Kazuke seguirá débil, pero nos es más útil en batalla y no podemos arriesgar así a los niños inexpertos −hace una pausa llamando la atención de todos ahí− Pero lo que sí creo conveniente es...
−¡Mana! −oí que la voz de alguien que me llamaba y volteé tras de mí− ¡Atem! −exclamé contenta al verlo y corrí a abrazarlo.
Hacía tanto tiempo que ya sabía sobre eso de que estoy "enamorada" y decidí seguir con mi vida normal... bueno, ya no es igual que antes, pero es mi vida.
−¿Qué hacías ahí? −preguntó Atem con una sonrisa.
−Bueno yo... −comencé a reír nerviosamente− Es que...
−Están en junta ¿No es así? −preguntó guiñándome un ojo provocándome más nerviosismo.
−Si jeje... em... ¿Qué haces aquí? −pregunté cambiando el tema y mirándolo con curiosidad− ¿No deberías estar descansando?
−Sí, pero hace tiempo que no jugamos... y...pues quería entregarte un obsequio −contestó mi amigo sacando algo de entre sus ropas− Toma −me dijo mostrándome una linda gargantilla de oro con un rubí que lo adornaba− Lo mandé hacer para ti −me dijo subiendo la temperatura de mi cuerpo.
−¿Para mí? −pregunté incrédula al mismo tiempo que alagada.
−Si, lo habré mandado hacer, pero realmente es un amuleto de protección −explicó Atem con una agradable sonrisa− ¿Acaso no te gusta? −me preguntó porque no reaccionaba por lo que oía.
−¡Si! −exclamé contenta− ¡Claro que me gusta! −no podía evitar sentir esa felicidad y quería desbordarla más que con tan sólo un grito, sonrisas y sonrojos.
−¿Quieres que te lo ponga? −preguntó al tiempo que contestaba con la cabeza ya que la emoción no dejaba salir palabra alguna de mi boca− Espero que con tantos ataques, esto te pueda servir de protección −decía mientras me lo ponía y yo sostenía mi cabello para permitirle el paso− Te lo habría dado en tu cumpleaños, pero las circunstancias de las últimas semanas...
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El diario de Mana
FanfictionDescubre lo que el diario de una atolondrada aprendiz de de mago puede contener.