El pasado de Isis y un valioso dato

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No sé qué habrá sido de Bakura, estoy preocupada al grado que ya no sé si disfruté de estar durmiendo a lado de Atem que me cuidó toda la noche esperando que me recuperara.

−Buenos días −oí la voz de Atem que me despertaba− ¿Cómo estás?

Comencé a abrir mis ojos lentamente y lo primero que vi, fueron sus dos grandes ojos violetas que me miraban con preocupación, no pude evitar sonrojarme al verlo tan cerca de mí.

−¿Tienes fiebre? −me preguntó tocándome la frente− ¿Te sientes mal?

−N... no −contesté titubeante porque su reacción me ponía nerviosa− ¿Y Bakura? −salté de inmediato al recordar que éste se había marchado.

−¿Él? −preguntó Atem molesto y alejándose brevemente de mí− Se fue... pero cuando lo vuelva a ver tendrá que darme algunas explicaciones por haberte dejado en estas condiciones.

Al oír sus palabras las cosquillas en el estómago regresaron pero eran más fuertes y no pude evitar tocar mi estómago aunque sentía dolor en él.

−¿Te duele? −preguntó olvidándose de su enfado y mirando mi mano que presionaba el lugar de origen de las cosquillas.

−No −contesté nerviosa− Creo... que tengo hambre...

−Será mejor que subamos −me dijo− Ayer todo se calmó, pero no quise llevarte a tu cuarto porque pensé que podría lastimarte.

−Si −contesté quedándome callada, algo muy raro en mí.

−¿Te puedes levantar o quieres que te lleve? −me preguntó mirándome extrañado por mi silencio− Lo que dije sobre Bakura lo dije porque no quiero que te pase nada.

−Lo sé −contesté sin poder verlo a la cara e intentando levantarme.

Atem me ayudó enseguida a levantarme, me costaba trabajo caminar ya que el ataque me había dado en el estómago y sentía cómo pasaba mi sangre por ahí.
Ya en mi habitación, Atem llevó el desayuno a mi cama junto con Mahad e Isis.

−¿Ya estas mejor? −preguntó Isis mientras Atem me entregaba el desayuno.

−Si, sólo me duele un poco −contesté.

−¿Por qué no usas tus poderes de curación? −preguntó Mahad mirando a la ojiazul− Seguro que así sanará pronto.

Isis retiró el plato antes de que pudiera darle el primer bocado al trozo de pan que recién había tomado de la charola y puso sus manos sobre el área afectada, murmuró algunas palabras y el dolor fue desapareciendo poco a poco.

−¿Cómo te sientes? −me preguntó retirando sus manos y dando un paso atrás.

−¡Con mucha hambre! −dije pidiendo el plato con señales de mis manos y Atem sonrió haciendo caso a mi petición.

Todos me miraron entusiasmada por la forma en que comía, pero por un momento paré −Isis... ¿Puedes enseñarme a hacer eso? −pregunté mirando mis sábanas blancas− Es que tú puedes curar sin el riesgo a quedarte con las heridas y yo quiero aprender a hacer eso.

−Claro −me contestó− Sólo hay que buscarnos un tiempo.

Por un lado, el día fue increíble porque me consintieron de muchas formas cuando tenían tiempo ya que a pesar de todo, tenían que ir a sus clases. Yo ya no puedo esperar más para iniciarlas.


En los últimos días, Bakura ha venido a verme con mucha frecuencia y el Faraón lo permite. Los ataques han disminuido considerablemente, pero no se baja la guardia en ningún instante.

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