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¿Qué lugar es este? Pienso internamente al ver a dónde hemos parado. Joder. ¡Qué alguien me dé un pellizco por favor!

Daniel aparcó el coche rápidamente y apagó el motor dando a entender de que ya habíamos llegado, antes el bajó rodeando el coche para abrirme enseguida la puerta del copiloto educadamente, me tendió su mano llena de anillos y le sonreí.

—Vamos. -me empuja suavemente con su mano en mi espalda y caminamos entrando a una terraza  verdaderamente muy moderna, elegante y muy jovial para nosotros, lo que me sorprendió es que ya teníamos reserva, algo que le agradezco a Dani y no teníamos que esperar.

Caminamos al fondo, dirigiéndonos por medio de un camarero que nos llevo a una mesa al fondo. Su entorno es vanguardista y su cocina tradicional española, el entorno es sofisticado pero acogedor al mismo tiempo, con confortables sillones, luces cálidas que cuelgan del techo, madera y detalles como ramas de árboles que resultan ideales para disfrutar del clima de la ciudad.

—Bueno aquí es su mesa. -nos dice el camarero que estaba delante de nosotros. —Que sepan que hacen una bonita pareja. ¡Que duren mucho y disfruten! -nos dice sonriendo gentilmente y se va dejándonos solos.

Dani aún sigue abrazado a mí desde que hemos llegado a este precioso lugar, rodeándome con su brazo izquierdo en mi cintura. Me mira y luego a la mesa totalmente lista, nos miramos y sonreímos como un par de enamorados, me hace el ademán de sentarme yo primero.

Se sienta después de haberme dado un beso en la mejilla.

—Este lugar solo habíamos pisado una vez, ¿recuerdas? -pregunto sin dejar de recorrer el piso iluminado con bombillas.

—Este lugar me recordó a mi tierra, sabía que iba a gustarte y traerte recuerdos. -dice sin dejar de mirarme.

Miro la carta que esta sobre la mesa y Dani me imita y... ¡Pero qué comida elijo, si todo se ve que debe estar delicioso! Con solo leer un par de líneas ya se me hace agua a la boca como la vez primera.

—¿Que vas a pedir? -dice rascándose la nuca. Suelto una carcajada.

—Ahm, bueno todo suena rico y no se la verdad. -me encojo de hombros a lo que Dani le provoco otra risa.

—¿Y si pedimos esto? -señala con su dedo índice la carta en donde parece ser un platillo de buena sazón lo miro en mi carta y asiento conforme.

•••

La cita va perfectamente increíble. Risas, gestos que llegan a ser muy cariños y algún que otro beso que pasan por mis labios, hombros, manos y mis mejillas. Con un simple roce hace que despierten millonésimas de mariposas y salten sobre mi estómago sintiendo como mis nervios desaparecen por toque.

Me doy cuenta que es el con quién quiero todo, que quiero pasar el resto de mis días a su lado. Que estaría dispuesta a hacer cualquier cosa por mantener esa sonrisa que sostiene todos los días y saber que es por mi. Pero vamos que Daniel es tan oportuno que hace que vuelva a la tierra.

—Mi amor, vengo en seguida no tardo, ¿sí? -me da un pico en los labios dejándome con ganas de más, se va corriendo y rápidamente le pierdo de vista sobre sus zapatos.

Me cruzo de brazos a esperar a mi chico, viendo como a mi alrededor disfrutan de su noche, meseros caminan de aquí para allá. No era consciente de la hora pero, ¿cuánto más va a tardar este chico? Resoplando me levanto de mi silla y de repente escucho el sonido de un ¿micrófono? Arrugo la frente confundida buscando de dónde llegó ese ruido.

—Ahm, hola... -murmullos solo se escuchan en donde me encuentro. Esa voz.

Dani.

Veo a mi novio sobre un pequeño escenario improvisado. En las esquinas están reposando unos focos que cambian de color al ritmo de la música y medio de este hay cinco banquillos con sus respectivos micrófonos menos el que está ocupando Dani claro. Una luz blanca le enfoca directamente a lo que el parpadea un poco hasta que se va acostumbrando, otro reflector se dirige a mi cuerpo, pidiéndome a gritos que me acerque al centro. Me quedo quieta, no sé qué hacer y juego con mis dedos hasta que parecen estar enredados.

Estoy temblando.

Le hago señas de que está pasando a Daniel y el solo me hace gestos para que vaya al frente y yo solo me niego repetidas veces. Un señor que estaba a un lado de mi hace el trabajo de los dos y me ayuda a caminar a estar a escasos centímetros de él, que vergüenza como deseo que la tierra me trague y me escupa hasta Japón. Pienso.

Veo que hay una silla que espera alguien, dubitativa por lo que está pasando veo a Dani y me hace la señal de que me siente y escuche con atención.

De repente suenan unos acordes que podría reconocer a miles de kilómetros. Me cubro la boca por la emocion y detrás de una pared poco a poco cuatro chicos aparecen sorprendiéndome aún más, que por cierto hace tiempo que no los veía. Siento como mis ojos se humedecen. Ocho pares de ojos me buscan y cuando me ven me sonríen guiñándome el ojo. Toman asiento y la voz de Dani inunda estas cuatro paredes.

—Enséñame a rozarte lento, quiero aprender a quererte, de nuevo. Susurrarte al oído, que puedo.
-su voz me enchina la piel, desde un principio Dani supo que esa canción tiene conexión muy especial y que su autor es como mi refugio.

—Si quieres te dejo un minuto, pensarte mis besos, mi cuerpo, y mi fuego. -canta Álvaro a su lado apoyando su brazo como apoyo. —Que yo espero si tardas, porque creo que te debo, mucho. -ambos amigos me miran.

—Ahora, que me he quedado solo, veo que te debo tanto y lo siento tanto, ahora, no aguantaré sin ti, no hay forma de seguir, así... -terminando cantando el coro juntos. Yo a ese punto ya era un mar de lágrimas.

Suelto un suspiro y sonrío cuando la termina la canción. Dani se acerca a mí tomando de mi mano derecha y me pongo a la altura de sus ojos y con su pulgar limpia el rastro de mis lágrimas y me besa dulcemente.

—¿Por qué esa canción? -logro decir eso y me abrazo a su cuello.

Dani sin decir nada soba mi espalda unos segundos tranquilizándome.

Quédate conmigo, siempre [Dani Auryn] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora