8.

244 11 2
                                    

Mi mejor amiga no tenía idea de lo que estaba a punto de ocurrirle, quería gritar pero Blas nos pidió de favor no hacer ruido mientras cenaban afuera en el jardín. Todo era muy romántico y especial para Blas.

—Tenemos que irnos. -murmura Blas mira su reloj rápidamente parándose de su lugar y después ve a Isela con cara de confundida.

—¿A dónde? -pregunta Isela desconcertada tomando el último trago a su vino. Se para de su silla tomando su pequeño bolso y arrastra a Isela a la puerta principal de su casa.

—Segunda sorpresa cariño. -alcanzo escuchar que le susurra en su oído y con una venda azul le tapa los ojos. Creo que ha llegado el momento de correr.

Blas voltea a nuestra dirección y nos guiña el ojo cómplice, sonríe asintiendo que podemos empezar con el trabajo de preparar el jardín rápidamente, no podemos hacerlos esperar tanto rato.

—Eso estuvo bien, ¿no? -dice Daniel refiriéndonos a los tortolitos, todos salimos de la cocina comiéndonos un pastelillo con betún morado. Preparamos todo en un abrir y cerrar de ojos, luces de colores por las paredes y en los pequeños arbolitos que reposan en cada lado de la entrada de este. Colocamos una enorme mesa en una orilla, llenándola de comida chatarra, bebida, postres, había de todo. Y la música que eso no puede faltar le dimos play a un volumen moderado.

Mi móvil vibra.

Un nuevo mensaje.

Blas.

—¡Miren a ver esto! -grito llamando la atención a los chicos, vienen corriendo pisándose los talones y muestro una foto que se acaban de hacer Blas e Isela en las afueras de la ciudad, las calles iluminadas y el cielo estallando de estrellas.

—Juntos. -lee muy atento Dani a la pantalla.

—Ojalá ser la novia de Blas.

Creo que hablé en voz alta y no hay vuelta atrás, el ojiazul me mira indignado y confundido.

—Ahora te vas a enterar. -antes que me agarre del brazo corro escaleras arriba sin saber dónde esconderme. —Retira lo que has dicho. -dice gritando mientras sube las escaleras rápidamente.

Esto sonaba divertido, Dani corriendo detrás de mi y yo sin entender que es la casa de Blas y me confió en que la cuidaría por el. Estaba tan sumida pensando en seguir corriendo que mi pie no resistió hacerlo más.

—Te has caído. -se ríe a carcajada limpia cuándo se detiene cerca mío, sus ojos se arrugan por la risa.

Mi pie duele pero de escuchar a Daniel me río igual o peor haciendo ruido. Siento bajar lágrimas de mis ojos y mi estómago duele. Respiro y cuento hasta cinco.

—Tonto ayudame.

Con la ayuda de sus brazos, estoy de pie nuevamente pero quedamos muy pegados siento su respiración entrecortada y agitada por haber reído, sus labios son relamidos por su suave lengua. Sus manos nadan por mi espalda baja. Mi respiración vuelve a trabajar doble o triple.

—Retira lo que has dicho y di que mi quieres. -murmura cerca de mis labios Esperando a que le responda digo enseguida.

—Mi pie me duele y sólo piensas en eso, eres horrible pero te quiero.

(•••)

—¿Y eso que fue?

Miro a David que está dando un trago a su bebida mientras sostiene firmemente su teléfono con su otra mano.

—Es un tonto. -tomo de mi vaso dándole un corto trago.

—Eso lo saben todos, los rubios son tontos. -ríe y me acompaña a tomar asiento en unas sillas que están delante de nosotros. Mi pie lo agradece.

Quédate conmigo, siempre [Dani Auryn] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora