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Había despertado con ganas de ir al baño, pero antes miré a mi lado de la ventana, el cielo era precioso con un atardecer impresionante. Saqué mi teléfono para rescatar esa imagen. Suspiro guardando de nuevo mi teléfono, le dediqué una sonrisa a Dani aunque no podía verme cuándo pasé por su lado. Caminé el largo pasillo hasta encontrar el baño, estaba entumida, mi cuello dolía y mi aspecto físico era horrible.

Aún faltaban horas para aterrizar a España, podría seguir durmiendo un poco más y seguiríamos viajando. Pensé.

Poco había viajado en avión, todas esas veces que lo hacia eran llenos de nervios y adrenalina sobre mi interior. Adoraba viajar, conocer nuevos lugares, experimentar nuevas culturas, sobre todo con Dani a mi lado vivía cada momento, siendo únicos e irrepetibles.

Tenía cierto miedo de mudarme pero aquí estoy, sentada en un avión con destino a Madrid, España.

(•••)

Siento unos dedos bailando sobre mi cara haciéndome cosquillas, no hace falta decir de quién se trata. Abro mis ojos lentamente y lo primero que veo es el intenso color azul de sus pupilas.

—Como duerme señorita. -bromea depositando un beso en mis labios sin permiso.

¡Qué hemos llegado ya!

Me tallo los ojos sin descuido y suspiro, ha valido la pena el viaje y todos esos nervios que me cargué por un momento se habían marchado. Me muerdo el labio inferior para no reírme.

Oh. Dios. Mío. Miro hacia la ventana y efectivamente, hemos llegado. Por fin, ¡después de tanto tiempo ya estoy en su lindo Madrid!

—¿Todo bien?

Escucho decir a mis espaldas. Esa voz.

—Joder Álvaro me asustas. -me llevo una mano al pecho y rió. —Todo bien, ya estoy mejor.

Los chicos viajaron en el mismo vuelo pero les tocó diferente asiento por lo que no nos vimos durante el viaje. Doy la media vuelta para ver mejor atrás de nosotros, a los lejos veo a los  demás sumidos en sus teléfonos. No sabría decir quién se veía peor, todos traíamos unas caras que no habían  dormido por mucho tiempo, como si tuviéramos resaca.

—No has visto nada hasta ahora, ya verás lo que te espera. -me guiña el ojo sonriendo sin mostrar los dientes.

Asiento muy emocionada y aprieto la mano de Dani, haciéndole saber que sigo viva.

Tardamos un poco para bajar del avión y casi beso el suelo de la emoción, recogemos nuestras maletas de las cintas rápidamente y vamos en busca de Noé, hermana menor de Dani.

¿Podre agradarle? ¿Me caerá bien? Preguntas sin respuesta.

No sabía en que horario se vivía aquí pero hay demasiada gente en este lugar. Me siento mareada de tan sólo mirar.

—Ahí está. -murmura Dani para él pero lo escuché, no entendía. ¿Qué está ahí? Confundida y cansada de caminar con las maletas corro para alcanzar sus pasos veloces. —Apurense. -ordena en voz alta y miro a mis espaldas, los chicos lucían tranquilos. Yo no.

Sigo caminando mirando el piso, escuchando las miles de voces a mi alrededor pero me estampo con un cuerpo totalmente duro.

Daniel.

—Auch.

Me quedo callada al ver un reluciente cartel con la frase de "bienvenidos a casa". Sólo veo de su cintura a los pies, cubriéndose torso y cara.

—¡Bienvenidos! -exclama cuándo Dani le ha tocado el hombro. —Son más feos en persona. -ríe, creo que me agrada.

—También te hemos echado de menos. -hablan los cinco cruzándose de brazos. Tontos.

Quédate conmigo, siempre [Dani Auryn] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora